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Opinión del Lector

La política discute acuerdos que ellos no pagarán

Ramón Cavalieri

Por Ramón Cavalieri

Todos sabemos que la única forma de salir definitivamente de la difícil situación económica de la Argentina, radica en bajar el gasto público, reducir el déficit y pulverizar la corrupción. La gran pregunta es: Cómo y por qué camino.

El acuerdo con el FMI no es otra cosa más que una copia de tantos otros anteriores. Comience a pensar que dicho acuerdo lo pagará la micro economía de bolsillo de la gente para beneficiar, como siempre, a la macro economía del país.

Es verdad que estamos acorralados entre la espada y la pared y no hay otra salida, ahora bien, muchos hemos pensado que significaba comenzar a salir de esa deuda, empero, es todo lo contrario: endeudarse más.

A grandes rasgos, el acuerdo consiste en un esquema de desembolsos durante los próximos dos años y medio atados a las revisiones de una serie de metas. Luego de los primeros cuatro años comienza la etapa de devolución de los fondos hasta completar los diez años. Las metas tienen un capítulo fiscal, monetario y de acumulación de divisas.

No solo no le vamos a pagar, sino que recibiremos más dinero. El Gobierno acordó con el Fondo un crédito de facilidades extendidas para poder afrontar el resto del megapréstamo de 44.500 millones de dólares que recibió la administración de Macri. Esa operación tiene vencimientos por 18 mil millones de dólares este año y otros 19 mil millones de dólares en 2023, montos absolutamente impagables por el país. Para afrontar esos pagos, el FMI vuelve a prestar plata con otros plazos de devolución.

EL MONTO DEL NUEVO CRÉDITO SERÍA SIMILAR AL RECIBIDO POR MACRI PERO EL PLAZO DE DEVOLUCIÓN ES DE DIEZ AÑOS Y SE COMIENZA A PAGAR EN 2026. Los fondos ingresarán a medida que lleguen los vencimientos del crédito de 2018, aunque también van a incluir los últimos desembolsos de capital que pagó el Estado argentino el año pasado. Es decir que el oficialismo que ha criticado duramente al desastroso gobierno anterior, volverá a hacer lo mismo.

Antes de liberar los fondos, el FMI hará una revisión trimestral de las cuentas del país para ver en qué medida se viene cumpliendo lo acordado (esta película

LOS POLITICOS DISCUTEN LO QUE PAGARÁN OTROS

En efecto, cuando todos pensamos que “ALGUNA VEZ” la política participará del ajuste, bajará el déficit fiscal reduciendo los gastos políticos, estuvimos muy equivocados.

Se prevé un crecimiento de la obra pública y ciencia y tecnología junto a una "redirección de recursos", exactamente donde, por razones legendarias, estuvo enquistada la corrupción.

También se piensa eliminar los subsidios de la energía, y quizás de los transportes, instaurando un tipo de tarifas diferenciales entres quienes viven en una zona o en otra, NO PRECISAMENTE ENTRE QUIENES TIENEN MAS O MENOS lo que significa directamente una quita de subsidios a determinados sectores.

El Gobierno quiere, con los NUEVOS DESEMBOLSOS DEL FMI (QUE LO PAGARÁ OTRA GESTIÓN) una acumulación de reservas que comienza en los 5 mil millones de dólares para 2022. Estas expectativas, como es lógico suponer apuntan solamente a blanquear la macroeconomía que será subsidiada nuevamente con la micro economía que responde al bolsillo de la gente.

El Gobierno pactó con el FMI una reducción gradual del déficit de 3,1% del PIB a 2,5% en 2022 para llegar a cero en 2025. En ese sentido, una herramienta clave que podría utilizar el Gobierno es la inflación, algo que sucedió en 2021, pero también se vio en la dinámica de aceleración de precios desde 2017.

El costado negativo del plan es obvio: una mayor inflación que complique aún más a los sectores más desprotegidos, con menor capacidad de actualizar sus niveles de ingresos.

Los ingresos de la recaudación impositiva suben inmediatamente con la inflación, mientras que los gastos crecen con cierto retraso. Es el caso de lo que sucedió con las jubilaciones y los salarios estatales: corren detrás de los precios.

El proceso resulta bastante simple de entender, y allí radica parte de su tentación para la política. La administración nacional proyecta un determinado gasto nominal para todo un ejercicio fiscal y, si la inflación resulta mayor a la proyectada, los recursos se mantendrán constantes o corriendo detrás de los precios mientras que la recaudación aumenta.

El gobierno contará entonces con: desembolsos del FMI, aumento significativo de la recaudación por motivos inflacionarios, aumento de recaudación por exportaciones con la producción y valor aumentado de la soja, etc., tal como ocurriera durante el primer gobierno de CFK. La expectativa es proyectar un tiempo de bonanzas económicas que hasta ahora, jamás beneficiaron al ciudadano argentino porque ha sido siempre el escudo para el sustento de los acuerdos de políticos que ni se les ocurre bajar el gasto público y pagar una vez ellos el costo de dichos ajustes. Por lo menos en parte. Hoy los pasillos del Congreso están en ebullición tratando de encontrar apoyo. No está mal, porque no hay otra salida. Solo que en la agenda de trabajo no existe el “mea culpa” y mucho menos un aporte solidario del sector político que ha vivido, y lo seguirá haciendo, como reyes en un pobre y subdesarrollado donde sus ciudadanos necesitan tres salarios mínimos para no ser pobres.

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