Por Tona Galvaliz
Existimos para el mundo cuando nos miran. Es natural y saludable la necesidad de ser aceptados, aprobados y de pertenecer a un grupo. Si nos incluyen, aplauden y reconocen, sentimos que gustamos a los demás, que somos parte y nuestra autoestima se fortalece.
Si nos sentimos capaces de desenvolvernos en la vida, de ser útiles e importantes, nuestra autoimagen será positiva; si, por el contrario, nuestro autoconcepto es negativo, siempre estaremos buscando ese reconocimiento que no nos dieron”.
Especialistas estudiosos del comportamiento humano afirman que desde que nacemos, como seres humanos precisamos experimentar validación, sentirnos únicos, especiales, que importamos, que nos reconocen, que nos aman, que nos valoran por quién se es.
La vanagloria define a aquellos que sobreestiman, ostentan cualidades, posesiones, posiciones, méritos. Comportamientos directamente relacionados con los niveles de autoestima, los cuales fluctúan según la autoimagen, el concepto de sí mismo y lo que los demás dicen que somos.
La vanagloria es producto de una carencia psico-emocional-espiritual-conductual originada por una herida en el ego, en la etapa infantil, por la cual la persona necesita exhibir sus cualidades, posesiones con el objeto de lograr reconocimiento, ser aceptado; esforzándose por negar lo peor de sí, queriendo exponer lo contrario; reforzando la imagen que quiere proyectar de sí mismo, con alarde, jactancia, vanidad, ostentando algo que se “tiene”, pero no necesariamente algo que se “es”.
El bebé necesita de sus padres, ser visto, tocado, sentirse amado, recibir cuidados físicos, emocionales; requiere albergar seguridad y confianza, aplauso a sus primeros logros, motivación fundamental para seguir afianzándose y desarrollarse sanamente.
Cuando este intercambio de contacto y comunicación entre padres e hijos se da, sirve de motivación, y junto a las palabras de estimulación verbal animan al hijo a confiar en sí mismo y en sus potencialidades, porque alguien valioso para sí mismo como son sus progenitores o entorno cercano, lo ha confirmado a través de absorber sus miradas, aplausos, aprobaciones y reconocimientos.
Ahora bien, cuando no se da este reconocimiento, validación o refuerzo de la estima, la persona tratará de obtener esa seguridad y reconocimiento a los méritos que le falta a través de sus propios logros, y si aún no lo consigue. Ya no le quedará otro camino que ostentar sus logros a los demás, como forma de obtener algún reconocimiento, de ser visto y tomado en cuenta. Alardeando para buscar aprobación.
Pero el jactancioso seguirá vacío, porque se enfoca demasiado en el tener, pensando en ser alguien atractivo a los demás, por lo que tiene o puede comprar, en lugar de trabajar en su ser interno, sanar heridas, modificar creencias negativas limitantes, y luego proyectar hacia fuera su nueva mirada de quién es, convirtiéndose una en persona nutritiva, capaz de aportar a los demás.
Y, con tal de TENER, en lugar de SER, viven perseguidos, sintiéndose rechazados y vacíos; porque el tener nunca va a llenar el ser, que sólo se llena con sustento espiritual, emocional, afectivo y relacional.
Perfil de la vanagloria
La palabra deriva del latín, Vanagloria = Vanidad, reputación vacía de contenido. La vanidad tiene cierta relación con el narcisismo, y el narcisismo tiene relación con la psicopatía (considerándose más importantes que los demás y cosificando como si fueran objetos a los otros para su satisfacción propia).
Estos vanidosos suelen tener rasgos narcisistas, y megalómanos, enamorarse de su propia imagen, estando preocupados por la manera en que se muestran a los demás, ya que considera que su imagen, y apariencia es clave.
Pueden proyectar una imagen triunfante cuando en verdad este viviendo un auténtico fracaso. Personas vende humos, que muestra un envoltorio hermoso, llamativo, deslumbrante, pero solo es un envoltorio que cuando se abre esta vacío y no contiene valor alguno.
Actitud arrogante y soberbia, opuesta a la humildad.
El vanidoso suele ser personas camaleónicas, cautivan a los demás con el propósito de conseguir sus objetivos personales. Son muy ambiciosos y competitivos, queriendo siempre ganar a cualquier costo.
El éxito y la cima del poder lo deslumbra y nada es más trágico que perder; tiene puesta su valía como persona en lo que tiene, en sus supuestos éxitos, o estatus social. Creen estar siempre en la verdad, les cuesta admitir sus errores o equivocaciones, esconden sus debilidades y no aceptan críticas.
Aparentan indiferencia ante las opiniones de otros y lo hacen por dos razones, primera razón, sabe que la naturalidad se valora positivamente, y la segunda que el interés por lo que opinan los demás implica debilidad; pero si, les importa mucho la opinión ajena, ocupando su tiempo y vida en trepar, escalar lo más que se pueda siendo el mayor propósito.
“Llenar vacíos con riqueza y poder es como el agua salada, cuanto más bebes, mas sed tienes”
Te mando un beso inmenso TG
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