Por Luis Bruschtein
El tuit por el que Mario Negri protestó porque Pfizer no fue convocada a redactar la ley que reglamenta la compra de vacunas a esa empresa, es coherente con su asociación con el PRO. Pero contradice la historia de su partido. El presidente radical Arturo Illia fue derrocado en 1966 por impulsar una ley sobre patentes que había molestado a las trasnacionales farmacéuticas, entre otros motivos.
Si en el gobierno de Juntos por el Cambio, los funcionarios eran proveedores del Estado que se compraban a sí mismos, como fue el caso del presidente Mauricio Macri o del ministro de Energía, Juan José Aranguren, es lógico que el radical Negri pida que la transnacional Pfizer redacte la ley para que el Estado le compre vacunas a ella.
Naturalizar el despropósito, el contrasentido, ha sido la base del discurso de Juntos por el Cambio. La idea no tiene sentido. Y lo más ilógico es que la ley que cuestiona Pfizer, y que enoja a Negri, --presidente del interbloque de Juntos por el Cambio--, fue votada por Juntos por el Cambio, que ahora se indigna. Salió por unanimidad, con algunas pocos votos en contra y abstenciones.
O sea: Negri se enoja por lo que hicieron ellos y con eso trata de ocultarlo y responsabilizar al gobierno por algo que salió en forma conjunta.
Como portavoz del radicalismo, Negri asume el discurso conservador del PRO y sus mecanismos de confusión mediática. Es una alianza donde el radicalismo va mutando en una fuerza de derecha conservadora y neoliberal. Quizás en ese transcurso acompañe la deriva de una parte de su base electoral que ya fue cooptada por el PRO, como sucedió en Córdoba, en CABA y en otras provincias. Y abandona así lo que queda de su base progresista y popular para que la absorban las fuerzas que conforman el Frente de Todos.
Es una asociación donde el radicalismo puso su estructura nacional, --que el PRO no tenía-- y que perdió identidad a cambio de una bancada legislativa y algunos gobernadores. Y en el caso de Negri, que aparece con un discurso tan macrista sobre las vacunas, acaba de ser muy golpeado en su interna por el propio Mauricio Macri.
A su paso por Córdoba, donde hay una dura interna en Juntos por el Cambio, Mauricio Macri respaldó al opositor a Negri, Gustavo Santos. Y dijo públicamente que el candidato que había ido en el 2019 (Negri), no había sido el mejor. Como dicen en el café: lo mandó abajo del tren.
Ahora los radicales cordobeses anunciaron que irán con sus propios candidatos. Y por la actuación de Negri y lo que se escucha en Córdoba, se entiende que la forma de competir con Macri es haciéndose más macrista que el original.
Pero en política, como en todo, la gente va a preferir siempre al original sobre las copias. Y por ese camino, la base electoral se hace más macrista que radical. Es un camino que al radicalismo lo puede llevar a convertirse en un partido menor, para acompañar y no para encabezar. En cambio el PRO se ha consolidado y generó nuevos cuadros de recambio que antes no tenía.
Más allá de lo partidario, la iniciativa del titular de Diputados, Sergio Massa, de convocar a los laboratorios al Congreso para explicar públicamente sus tratativas con el gobierno, resultó un mecanismo muy efectivo para transparentar un debate que no merecía haberse enturbiado.
El representante de Pfizer dejó claro que el pedido de coimas o de poner intermediario, fue un invento de Patricia Bullrich y su gente, lo mismo que la supuesta preferencia por AstraZéneca en la que insistió Negri en su tuit, a pesar de las declaraciones del representante de Pfizer. Y lo mismo quedó planteado por el CEO del laboratorio argentino Richmond, que producirá la vacuna Sputnik V en la Argentina. La reunión fue pública y abierta a todos los ciudadanos.