Por Gustavo Veiga
La sala Juan L. Ortiz de la Biblioteca Nacional es un canto maradoniano. Diego la atraviesa de mil maneras. No llega a ser la iglesia del culto al futbolista que nació en Rosario, pero se le parece. Se presenta un libro del periodista Julio Ferrer sobre el ídolo –su segundo trabajo entre 2020 y 2021– y el mito invade el ambiente de sillas dispuestas con la distancia que impone el protocolo. Todas están ocupadas. Habla el ministro de Salud bonaerense Nicolás Kreplak y sale de su “zona de confort” -como él mismo dice– para describir la química que siente por el ídolo. No descarga cifras del sistema de salud o menciona el tema omnipresente: la pandemia. Está homenajeando a Maradona en un ambiente que combina las emociones que despierta con ciertos pensamientos políticos sobre su trayectoria.
El autor del libro se extiende sobre su trabajo publicado por la editorial Punto de Encuentro. Habla de las reuniones de Diego con Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales y Néstor Kirchner, del No al ALCA en Mar del Plata, de su vínculo con Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto, de su compromiso universal con los oprimidos. El libro se titula Maradona, fútbol y política. No es para menos.
Desde el comienzo un video de Lula ubica en tiempo y espacio. Saluda a los argentinos, se solidariza con la pérdida y apunta con destreza dialéctica al jugador que es más político que los políticos. Después siguen la militante de La Cámpora y ex candidata a diputada porteña, Berenice Iáñez; Mariano Unamuno, de UPCN; y cierra otro periodista, Guillermo Blanco, el prologuista. Como ex jefe de prensa del Diego y con la memoria como aliada, cuenta anécdotas que vivió por ser testigo privilegiado.
Hay una que refleja el encuentro que no fue. Cuando Diego era un cebollita y se vio privado de conocer a Perón por un resultado deportivo. Perdió la semifinal de los Juegos Evita en 1973 y la chance de visitar al general en la Casa Rosada. "Ése era el premio", según Blanco. Entre el público siguen con atención a los oradores Carlos Calica Ferrer, amigo del Che Guevara desde su infancia-adolescencia; José Luis Lanao, campeón mundial juvenil de 1979 con Maradona en Japón; y Alberto Pérez, exsecretario general de Argentinos Juniors, el club donde se formó el ídolo. Además es el hombre que recuperó la casa de Lascano 2257 donde vivía la familia del jugador en La Paternal, hoy convertida en museo.
“Marado, Marado…” se escucha sobre el cierre de la presentación. Ferrer agradece, empieza a dedicar su libro y en el ambiente queda esa sensación de que nos visitó el duende de Diego, una vez más. Es la simbiosis perfecta del mito con su feligresía. La imagen del Dios plebeyo –como lo define Blanco– en su altar universal, desde Fiorito a La Paternal y de Barcelona a Nápoles, la ciudad que lo ama tanto o más que Buenos Aires.