Por Alfredo Zaiat
Uno de los tradicionales golpes que provoca un estado colectivo de zozobra, que hace sentir que se está viviendo bajo la amenaza del caos inminente, es el alza persistente del dólar marginal. Es incierto lo que puede pasar en el corto y mediano plazo con esa cotización. Pero lo concreto es que no hubo un desborde el día después de las elecciones. El objetivo político ya estaba cumplido.
Con los resultados de las elecciones de medio término se probó una vez más que la derecha política tiene un proyecto de país que hoy transparenta sin pudor. En el espacio público se expresa en despedir con indemnizaciones reducidas, aumentar fuerte las tarifas, aplicar bruscas devaluaciones, estigmatizar beneficiarios de planes sociales, y otras varias iniciativas con esa misma orientación regresiva. En definitiva, es un proyecto de exclusión social y violencia simbólica que convoca, pese a ello, a un porcentaje importante de sus víctimas que no son sólo integrantes de las clases medias, sino también de grupos sociales de ingresos bajos.
Para ampliar consensos sobre medidas regresivas despliega una estrategia implacable: golpear en forma permanente la fibra más íntima del miedo social. Para ello cuenta con un amplio dispositivo de medios de comunicación de derecha.
Uno de los tradicionales golpes que provoca un estado colectivo de zozobra, que hace sentir que se está viviendo bajo la amenaza del caos inminente, es el alza de la cotización del dólar marginal, denominado en el mercado ilegal como "blue". Una suba persistente de ese precio, pese a que se trata de una plaza muy pequeña en volumen de negocios diario, tiene el atributo de generar un clima de incertidumbre general, precisamente porque el dispositivo de difusión de la derecha amplifica la importancia de ese mercado.
La cotización del blue entonces no es sólo un juego de oferta y demanda en un segmento ilegal, sino que resulta una herramienta política para influir en el ánimo de la población. Una vez más quedó al descubierto esa estrategia en las semanas previas a las recientes elecciones cuando la misión era marcarlo en 200 pesos, objetivo conseguido en los días previos a depositar el voto en las urnas, hasta alcanzar un pico de 207 pesos.
En la última jornada antes de los comicios, el mercado de cambio oficial había registrado el mayor volumen de operaciones desde diciembre de 2019, por más de 950 millones de dólares. Es cierto que previo a cada proceso electoral se registra un mayor movimiento en ese mercado, pero en éste no fue muy diferente. Sin embargo, de acuerdo a los títulos catástrofes y los varios análisis que circulaban en el mundo empresarial, el desborde cambiario era inevitable el día después.
Unas pocas cifras colaboran a contextualizar la situación y exponer cómo ha jugado la movida política de la derecha en relación a la cotización del blue en los días previos: en cinco días antes y cinco días después de las siguientes elecciones el Banco Central intervino con ventas por 988 millones de dólares (en la legislativa 2013), 2865 millones (en la presidencial 2015), 1490 millones (en la legislativa 2017), 3091 millones (en la presidencial 2019) y 1040 millones de dólares (en la legislativa 2021, en los cinco días previos).
La sucesión de crisis ha incrementado los rasgos bimonetarios de la economía, lo que genera comportamientos preventivos por el temor a padecer las consecuencias de una debacle. La cotización del dólar, por lo tanto, se ha convertido en una variable muy sensible en la generación de expectativas sociales, económicas y políticas. O sea, la paridad cambiaria no cumple la exclusiva función de fijar condiciones macroeconómicas básicas, sino que es una variable fundamental para crear un determinado clima social vinculado con la situación económica.
La capacidad de intervenir en un proceso de desestabilización, generando miedos colectivos por eventuales desbordes, se potencia por la existencia, en una economía bimonetaria, de un régimen de control de cambios estricto que limita el acceso a dólares. La cotización del dólar blue adquiere, en este contexto, una relevancia desmedida teniendo en cuenta la dimensión de los montos involucrados en las operaciones de cada día en ese mercado.
El alza del precio en la plaza marginal influye en la formación de expectativas de devaluación, pese a que esa cotización no tenga nada que ver con esa posibilidad, y actúa, especialmente, en crear la idea de una situación de desmanejo de la economía. Esto último tiene el objetivo, en meses previos a elecciones, de afectar las chances del oficialismo.
El dólar blue bajó del pico de 207 pesos y el día después de las elecciones cerró a 199,50 pesos. Es incierto lo que puede pasar en el corto y mediano plazo con esa cotización. Pero lo concreto es que no hubo descontrol. ¿Por qué no siguió subiendo? ¿Qué cambió desde los días turbulentos de la semana pasada al día después de las elecciones? Nada en especial en el complicado frente financiero y cambiario; sólo que sucedió el acto electoral y la derecha (económica y mediática) ya había dado uno de sus certeros golpes para influir en el estado de ánimo social previo a las elecciones.