Por Eric Nepomuceno
A estas alturas, cuando se acerca a cumplir tres años como presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro ya no debería sorprender por su increíble capacidad de expeler estupideces cada vez que abre la boca. Y, sin embargo, logra superarse de manera formidable.
Ahora mismo es blanco de durísimas críticas, y además de haber tenido el video criminal suspendido de plataformas poderosas como Facebook e Instagram, supo ayer que un grupo de diputados impetró en el Supremo Tribunal Federal una queja-crimen, figura de la legislación brasileña para denuncias de crímenes comunes cometidos por alguien.
La razón: el pasado jueves, en la tradicional transmisión por las redes de su pronunciamiento semanal, Jair Bolsonaro aseguró que estudios científicos llevados a cabo por el gobierno británico indican que las personas que cumplieron la vacunación completa desarrollan rápidamente la síndrome de inmunodeficiencia adquirida, o sea, SIDA.
Si antes, al criticar las vacunas, Bolsonaro alertó sobre el riesgo de quien se inmunizase “transformarse en cocodrilo”, “mujer despertarse con barba”, “hombre pasar a tener voz finita” y otras estupideces, ahora se superó de manera cabal: quien es vacunado corre el altísimo riesgo de tener SIDA.
Fue de inmediato desmentido por el gobierno británico, y sobre su desequilibrada cabeza de psicópata se desplomó una avalancha de críticas especialmente duras de parte de científicos, médicos y académicos.
Carlos Lula (ninguna relación familiar con el ex presidente Lula da Silva), presidente del Consejo Nacional de Secretarios (provinciales) de Salud, clasificó la afirmación de Bolsonaro como “absurda, trágica, falsa, mentirosa y grotesca”.
El doctor Jamal Suleiman, uno de los infectologistas más prestigiados de Brasil, enfatizó el absurdo de la declaración del mandatario, recordando una obviedad estruendosa: mientras la SIDA se transmite por relaciones sexuales o el uso compartido de seringas, la COVD se transmite en el aire.
Y tocó un punto que seguramente habrá molestado a Bolsonaro, quien se presenta como un macho-muy-macho: dijo el doctor Suleiman que “el presidente tiene una fijación anal y debe ir para el diván de algún psiquiatra”.
Ahora, la expectativa es cuál será la manera del desequilibrado mandatario superar semejante y patética estupidez.