Por Ramón Cavalieri
¿Por qué Argentina es un país en crisis permanente? ¿Cuáles son las diferencias entre países latinos y los desarrollados? ¿Qué son las Políticas Públicas y cómo se instrumentan?
Cuando los gobernantes de cualquier estado nacional o provincial son mediocres o están salpicados por la corrupción, dejan de lado las Políticas Públicas y establecen sus bases en acciones endebles destinadas a paliar crisis coyunturales por medio del asistencialismo, control de precios, bonos circunstanciales, etc.
Toda política pública apunta a la resolución de un problema público reconocido como tal en la agenda gubernamental. Representa pues la respuesta del sistema político-administrativo a una situación de la realidad social juzgada políticamente como inaceptable.
Y para abordar en profundidad el tema primero debemos preguntarnos: ¿Existen acaso en el Estado Argentino y en la Provincia de Corrientes políticas públicas sistemáticas, con rigor científico, con un derrotero que pueda llevarnos al éxito? ¿Se han identificado con precisión las causas de los problemas colectivos? ¿O acaso la problemática abordada lo es al solo efecto de proclamarlas en las tribunas políticas con carácter absolutamente demagógico? ¿Las medidas que se toman son para aliviar la situación social o conduce a la búsqueda de soluciones de fondo?
Toda teoría, como es lógico suponer, se basa en diversos estudios y la observación de diversos resultados, pero he aquí que parecería más apropiados para países con distintas características al nuestro.
Al hablar de la búsqueda del bien común, es decir de los problemas de la sociedad, los mismos deberán ser “necesariamente” sustentadas bajo un trinomio indisoluble: moralidad-cultura-educación.
Las “pseudos” Políticas Públicas de los distintos gobiernos aleatorios de Argentina y también de nuestra Provincia, solo dieron como resultado, a veces, actos de sospecha de corrupción, a veces incapacidad o desconocimiento, a veces porque se ven obligados a tomar medidas para la “urgencia” dejando de lado la construcción de un Estado fuerte que responda a Políticas Publicas de fondo.
Resulta dificultoso y hasta imposible comparar a países desarrollados, con una cultura y educación totalmente diferente a la de nuestro país. En argentina han fracasado tanto el liberalismo como el socialismo convertido en populismo. En realidad, no han fracasado, sino que simplemente no se han instrumentado. El nuestro es un país que vive en permanente crisis social, política y económica y todas o casi todas las medidas que se toman en política, no responden a “Políticas Públicas” sino a tapar baches coyunturales. Los “grupos de presión” y los “factores de poder” tales como los sindicatos, el periodismo, las asociaciones sociales, etc. urgen respuestas, ya y ahora, y no se piensa en el futuro mediato ni inmediato.
Nadie, ni liberales ni socialistas o comunistas pudieron implementar nada serio en los últimos sesenta años. Es que este sistema de alternancia en el poder no lo posibilita…claro, aquí en Argentina, donde lo que importa es el movimiento, el partido por sobre el bien común o por sobre las Políticas Públicas. Nadie tomará una sola medida, que esté planificada para un futuro, que pueda quitar votos en las próximas elecciones. Es una cuestión cultural-ética-educativa.
Así, descripto brevemente jamás se podrá cumplir con el primer elemento constitutivo de la política pública que es “la solución de un problema público”. Veamos: Un plan social, un merendero, una tarjeta alimentar no es la solución a un problema público, es un parche circunstancial, pero, que, en Argentina, se convierte en permanente. La solución de “ese problema publico debería ser “combatir el hambre y la pobreza” por ejemplo.
Los factores de poder y sobre todo grupos de presión son los verdaderos receptores de aquellas “medidas urgentes”. Es un target limitado, aunque cada vez más numeroso. Siempre se ha dicho que esos grupos buscan conseguir empleo (política pública: combatir el desempleo), pero que deben conformarse con subsidios pasajeros que denigran su identidad como persona y como familia.
Nos preguntamos si existe coherencia en la implementación de medidas. Claro está que nada es coherente y está demostrado. Se toman medidas que al poco tiempo son cambiadas. Es una falta de una base conceptual enmarcada dentro de una planificación metódica. Se aplican retenciones a las exportaciones y tras una marcha o un corte de ruta se las elimina. En la Provincia pasas situaciones similares en distintos ámbitos.
En cuanto a las decisiones que deberían serlo con un carácter amplio, cuyo fin último es la mejora del Estado, no pueden reducirse a tratar de solucionar el problema económico o inflacionario con un bono “no contributivo y por única vez” que llega al bolsillo del trabajador para aliviar la situación. Debe decirse que inclusive estas medidas, muchas veces solo llegan a los sectores de menores recursos y no a toda la clase trabajadora.
Los actores políticos no permiten llevar una “Política de Estado”, sino partidaria que se desvanece cada cuatro años con los cambios de gobierno. La famosa “grieta” en Argentina nos aleja cada vez más de tener legisladores probos y capaces de perseverar en defensa de una política pública que, como debe ser, favorezca a todos.
El sistema presidencialista argentino obliga a su Poder Ejecutivo, en reiteradas ocasiones, a gobernar bajo decretos, decretos ley y D.N.U. (Decreto de Necesidad y Urgencia) que solo debilita la gobernabilidad. Pero, el caso argentino, es aún más grave porque ya no lo gobierna un partido (obsérvese EE.UU.: Demócratas o Republicanos), sino alianzas conformadas increíblemente por sectores totalmente opuestos. Sería más o menos como lograr una alianza Gramschi-Weber con el solo y único objetivo que ganar el gobierno. Y nada es poco para Argentina. También ostenta un Presidente elegido por una Vicepresidente que controla definitivamente todo acto gubernamental, dispone del cambio de ministros y toma medidas que corresponden exclusivamente al primer mandatario.
Así jamás podrá lograrse la implementación de una política pública medianamente exitosa, sea cual fuera, su ideología política. Hemos perdido antes de comenzar la carrera.
En Argentina tampoco existe una división de poderes que los convierta en “independientes” lo cual contribuirá al logro del éxito en las políticas públicas. El poder judicial, en especial su Corte Suprema de Justicia, responde a intereses políticos con el gobierno de turno, sea cual fuere. También se interfiere en los presupuestos y los jueces y fiscales están al asecho de un juicio político por el solo hecho de no responder a los intereses de un partido.
En la Provincia de Corrientes en los últimos meses han sido noticias las intromisiones del mismo Poder Ejecutivos en cuestiones que atañen exclusivamente al Poder Judicial, lo que incluso obligó a expedirse a ese poder mediante Acordadas Extraordinarias e innumerables marchas callejeras del sindicato judicial correntino.
Si pasamos al Poder Legislativo, la situación se complica aún más. Empezamos por recordar “las coimas del senado” y luego por observar que levantar la mano para dar un voto no responde a una cuestión de estudio y convencimiento, sino al mandato de cada partido. Quizás solo con la Ley del Aborto de dejó de lado esta modalidad. Hay proyectos de leyes muy importantes que nunca vieron la luz y otras que nacen de la noche a la mañana, en penumbras y mientras el ciudadano duerme. Así difícilmente se pueda tener éxito con las Políticas Públicas.
El gran problema argentino es un problema ético, moral, cultural y educativo. Nada, absolutamente nada, podrá lograrse sin una sólida base ética porque está destinada al fracaso. En su defensa, los distintos actores políticos de todos los partidos alegan que nuestra democracia aún es joven y hay mucho por aprender. Este postulado totalmente demagógico no puede justificar acciones que más allá de lo ético, roza un comportamiento cercano a lo delictivo. En nombre de la democracia se cometen los más aberrantes hechos que con solo prender el televisor pueden avizorarse. Así ningún gobierno de un estado nacional o provincial, podrá tener éxito. Los gobiernos asumen con un plan destinado a paliar la crisis coyuntural y no a sostener con firmeza y convencimiento una Política Pública que oriente el rumbo a lograr un país y una provincia mejor, capaz de solucionar los problemas del ciudadano y cambiar definitivamente su estilo de vida.