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Policiales Sigue internada en el Hospital Vidal

Corrientes: Hermano de la mujer quemada apunta a la ex pareja de ella y descarta ritual satánico

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Crédito: 34224

Lo dijo Cristian Duarte, hermano de Alejandra, la mujer de 49 años que pelea por su vida tras recibir quemaduras en el 70% de su cuerpo luego de ser presuntamente por su pareja, Ramón Tami, actualmente detenido. “Mis sobrinos dicen que él le prendió fuego… él le tiró algo. Dos de los chicos estaban con ellos en el momento”, dijo. “Hay que descartar lo del ritual”, sostuvo Cristian quien denunció que Tami cuenta con privilegios en su lugar de detención.

 

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La mu­jer que su­frió que­ma­du­ras du­ran­te una pe­lea man­te­ni­da con su ex ma­ri­do, en una vi­vien­da de la ca­pi­tal co­rren­ti­na, se en­con­tra­ba ayer in­ter­na­da en es­ta­do crí­ti­co, al bor­de de la muer­te. Pre­sen­ta he­ri­das en el 70 por cien­to del cuer­po, con se­ve­ra afec­ta­ción de las ví­as res­pi­ra­to­rias.

 

Por el ca­so la Po­li­cía de­tu­vo al hom­bre sos­pe­cha­do del de­li­to de “su­pues­ta ten­ta­ti­va de ho­mi­ci­dio agra­va­do por el vín­cu­lo”. Sus dos hi­jos lo acu­san de ha­ber ro­cia­do al­co­hol a su ma­dre y lue­go, pre­sun­ta­men­te, pro­vo­car las lla­mas con el uso de una ve­la que es­ta­ba en­cen­di­da en un san­tua­rio do­més­ti­co en el que ve­ne­ra a San La Muer­te.

 

Ale­jan­dra No­e­mí Duar­te, de 49 años, per­ma­ne­cía en el sec­tor de cui­da­dos in­ten­si­vos del Hos­pi­tal Vi­dal con le­sio­nes gra­ví­si­mas. Ros­tro, tó­rax, cue­llo y bra­zos ter­mi­na­ron “en car­ne vi­va” co­mo con­se­cuen­cia del fue­go.

 

“Su vi­da co­rre ries­go, se tie­ne que es­tar mo­ni­to­re­an­do tra­tan­do de es­ta­bi­li­zar la par­te res­pi­ra­to­ria”, di­jo el doc­tor Ho­ra­cio So­te­lo, di­rec­tor del es­ta­ble­ci­mien­to sa­ni­ta­rio.

 

Tal co­mo dia­rio épo­ca lo ade­lan­tó en su ta­pa de ayer, el in­ci­den­te ocu­rrió el do­min­go a la no­che. Fue en un do­mi­ci­lio de ca­lle Pi­za­rro al 2700 del ba­rrio Juan de Ve­ra.

 

Po­co des­pués de las 20 su­ce­dió una aca­lo­ra­da dis­cu­sión en­tre Duar­te y su ex con­cu­bi­no, Ra­món Al­ber­to Ta­mi, de 45 años, un ex con­vic­to en una cau­sa de dro­gas y un par de ve­ces de­te­ni­do re­la­cio­na­do a asal­tos, en­tre ellos el su­fri­do por dos an­cia­nas en el año 2012. La mu­jer, quien en la ac­tua­li­dad no re­si­día en ese lu­gar, lle­gó y man­tu­vo un fuer­te cru­ce de pa­la­bras su­pues­ta­men­te por­que lo en­con­tró en com­pa­ñía de una chi­ca de 28 años.

 

Los hi­jos de Duar­te y Ta­mi, de 17 y 25 años, es­ta­ban en la vi­vien­da al mo­men­to de de­sen­ca­de­nar­se lo pe­or. La mu­jer em­pe­zó a co­rrer en­vuel­ta en lla­mas, gol­pe­án­do­se con­tra las pa­re­des y gri­tan­do has­ta sa­lir a la ca­lle, se­gún tes­ti­mo­nio que épo­ca re­ca­bó de ve­ci­nos. Tras ella el me­nor pro­cu­ra­ba apa­gar el fue­go que en­vol­vía las ro­pas de su ma­má.

 

Cuan­do lo­gra­ron so­fo­car las lla­mas la víc­ti­ma se des­ma­yó. Fue lle­va­da en un ve­hí­cu­lo par­ti­cu­lar has­ta el hos­pi­tal de ca­lle J. R. Vi­dal don­de hu­bo al­gu­nos des­ma­nes ge­ne­ra­dos por el ner­vio­sis­mo de los fa­mi­lia­res. En­ton­ces de­bió acu­dir la Di­vi­sión Po­li­cía de Al­to Ries­go (PAR). Au­to­ri­da­des de la co­mi­sa­ría Duo­dé­ci­ma apre­sa­ron a Ta­mi des­pués de que lim­pió par­cial­men­te el es­ce­na­rio del in­ci­den­te. No ofre­ció re­sis­ten­cia.

 

De la ca­sa don­de se pro­du­jo el he­cho se­cues­tra­ron un en­va­se de plás­ti­co va­cío de al­co­hol y otros ob­je­tos que es­ta­ban ti­ra­dos. Ade­más in­cau­ta­ron ro­pas, tan­to de la mu­jer he­ri­da co­mo del pre­sun­to agre­sor. La jo­ven que es­ta­ba jun­to a Ta­mi fue de­mo­ra­da pre­ven­ti­va­men­te. Ella ha­bría ini­cia­do una re­la­ción amo­ro­sa con él y di­jo an­te los in­ves­ti­ga­do­res que Duar­te “se ro­ció el al­co­hol”. Sin em­bar­go, el res­to de las de­cla­ra­cio­nes co­mo otros in­di­cios no ava­lan esa te­o­ría y, en cam­bio, com­pro­me­ten al hom­bre.

 

El sos­pe­cho­so ma­ni­fies­ta una mar­ca­da de­vo­ción a San La Muer­te, al pun­to tal de te­ner dos “san­tua­rios” den­tro de la ca­sa, en los cua­les co­lo­ca­ba flo­res, ve­las, ci­ga­rri­llos, ha­ba­nos, co­pas y va­sos con be­bi­das al­co­hó­li­cas a mo­do de ofren­das, tal la cre­en­cia de quie­nes pro­fe­san ese cul­to pa­ga­no.

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