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Policiales

Detuvieron a dos soldados por el crimen de la peluquera correntina asesinada en Buenos Aires

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Crédito: 23298

Dos soldados fueron detenidos, uno en la puerta de la guarnición militar de campo de mayo y otro en el partido de Merlo, acusados del crimen de una peluquera asesinada a balazos desde una moto, en octubre último en la localidad de San Miguel, presuntamente por orden de su ex marido.



Las fuentes revelaron que uno de los sospechosos, de 20 años, es sindicado como quien disparó contra la víctima, Liliana Gotardo (51), mientras que al otro, de 22, se lo considera autor de las tareas de inteligencia para concretar el femicidio.



Con estas capturas, suman tres los detenidos por el caso, ya que a pocas horas de ocurrido el crimen fue apresado como presunto autor intelectual el ex marido de Gotardo, Rodolfo Maguna (46), quien era suboficial principal en la Agrupación Aviación de Ejército 601, en Campo de Mayo.



De acuerdo con la investigación del fiscal de Malvinas Argentinas Ricardo Romero, Maguna -que mantenía una relación conflictiva con su ex mujer- contrató a los dos soldados para matarla y a cambio de ello les pagó una suma no precisada de dinero.



Los soldados eran sus subordinados en los talleres de Campo de Mayo y hay testigos que presenciaron una reunión entre los tres en la localidad de San Miguel para aparentemente planificar el crimen, dijo a Télam una fuente de la investigación.



A esto se sumaron otras pruebas, como análisis de comunicaciones y de las cámaras de seguridad del municipio que filmaron a dos hombres en moto que recorrieron varias cuadras, esperaron en la esquina de la peluquería y cuando la víctima salió de su local, uno de ellos le disparó.



Tras seis allanamientos solicitados por Romero al juez de Garantías de San Martín Mariano Porto, a uno de los acusados se lo detuvo en su casa de la localidad de Merlo y al otro cuando salía de Campo de Mayo, en tanto que se secuestraron dos motos, teléfonos y computadoras que serán peritados.



Luego se realizaron varias ruedas de reconocimiento con una decena de testigos del femicidio y algunos de ellos identificaron a los detenidos: a uno lo señalaron como el que había disparado contra Liliana y al otro como quien había estado en la zona merodeando días antes del hecho, aunque no habría sido el que manejaba la moto.



Los soldados se negaron a declarar y quedaron imputados como coautor y partícipe secundario de "homicidio agravado por precio o promesa remuneratoria, por el vínculo y femicidio", el mismo delito por el que cumple prisión preventiva el ex marido y que fue confirmado por la Cámara de Apelaciones.



El hecho ocurrió el 22 de octubre a las 19, en Paunero al 1700 de San Miguel, cuando la ví­ctima, oriunda de Corrientes, cerró su peluquerí­­a "Carily", y junto a una empleada, cruzó la calle para abrir el portón de un garaje donde habitualmente guardaba su camioneta.



De acuerdo al relato de la testigo, mientras la mujer se hallaba de espaldas, apareció un hombre armado y a cara descubierta.



En ese momento, el agresor la dio vuelta para corroborar que se tratase de ella y, sin mediar palabra, le disparó cuatro balazos a menos de 50 centí­metros con una pistola calibre 9 milí­metros, tras lo cual corrió hacia la esquina y se subió a una moto en la cual lo esperaba un cómplice, con el que huyó.



Una cámara municipal ubicada en la esquina de Paunero y Tribulato registró el momento en que Liliana y su empleada cruzaron la calle, y a los pocos segundos la reacción de los vecinos ante la seguidilla de disparos y la fuga del asesino, que llevaba puesta una mochila.



La mujer malherida fue trasladada de inmediato al hospital Larcade, pero murió poco después como consecuencia de las heridas.



Tras el crimen, se determinó que Gotardo se habí­a separado hací­­a dos meses de su marido y que semanas atrás había hecho una exposición civil para dejar constancia de esto, aunque no hizo una denuncia formal por malos tratos.



De todas formas, familiares y amigos de la ví­­ctima declararon que la mujer sufrí­­a reiteradas agresiones fí­sicas y amenazas debido a los enfermizos celos del ex esposo, quien pese a que ya tenía otra pareja la controlaba de manera permanente, incluso con un GPS que le permití­a escuchar sus conversaciones.



Por eso, se convirtió en el principal sospechoso y tras el femicidio fue detenido en el hospital cuando concurrió a ver a su ex esposa, que ya había fallecido.



La hipótesis principal que se maneja es que el crimen estuvo vinculado a la conflictiva separación que vení­a manteniendo el matrimonio y por la cual ya habí­an consultado a abogados para iniciar el divorcio luego de 25 años juntos. Télam

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