Sergio Soto está acusado de atacar a golpes y acuchillar a su expareja, Eva Margarita Sosa, en un hecho ocurrido en marzo del año pasado.
En el Tribunal Oral Penal Nº 1 de Corrientes comenzó el juicio a Sergio Soto (49) acusado de atacar a golpes y apuñalar a su expareja, la abogada Eva Margarita Sosa (49), en un hecho ocurrido el 29 de marzo del año pasado en un estudio jurídico del microcentro, en la capital correntina.
Soto, imputado del delito de intento de homicidio agravado por el vínculo y por violencia de género, en grado de tentativa, decidió declarar en el debate como lo hizo en la etapa de investigación. Explicó que no tuvo intenciones de hacerle daño a Sosa, ya que “la ama y tiene una buena relación”.
Respecto a la agresión, afirmó que él no tenía el cuchillo. Aclaró que Sosa lo tenía en una de sus manos y que en un forcejeo ella se lastimó. Fue una discusión por la hija. Recordó que se había enterado de que su expareja tenía intenciones de irse a Turquía y llevarse a la hija de ambos, y que él no estaba de acuerdo, ya que quería tenerla cerca.
Precisó que siempre tuvo una buena relación con Sosa, pero “el amor con el tiempo se fue terminando, pero que la quiere demasiado como para hacerle daño”.
Ayer compareció un policía que intervino en el momento en que la abogada era agredida y la auxilió.
El debate continuará el próximo 13 de julio con los testimonios de dos abogados y un policía. Margarita Sosa también declaró en el debate y pidió que su expareja no estuviera presente en la sala. Relató lo mismo que dio a conocer a los medios de prensa al recuperarse de las lesiones.
“Escuché que golpearon la puerta y cuando atendí, vi que era él. Me sorprendí por cómo estaba vestido, porque tenía anteojos oscuros, gorro oscuro, traje y la cara tapada con el barbijo hasta arriba”, recordó la mujer.
Pese a estar separados, la relación entre ambos era buena porque tienen hijos en común. “Me dijo que quería hablar conmigo, así que lo hice pasar. Me pidió que le preste el teléfono y lo hice porque no sospeché nada malo. Lo primero que hizo fue destrozarlo en mil pedazos contra el piso”, relató.
“Comenzó a decirme barbaridades y a golpearme. Después sentí el cuchillazo, pero nunca vi dónde tenía el arma. Caí al piso y luché todo lo que pude. Me ahorcaba y yo gritaba pese a que casi no me salía la voz. En un momento, no sé de dónde saqué la fuerza y con una mano agarré el cuchillo y con la otra traté de contener los golpes”, contó.
“En un momento le supliqué por nuestra hija, que tiene problema de retraso madurativo. Le dije que se iba a quedar sola. Le pedí que no me mate. En un momento él se quedó pálido, mirándome, y dejó de atacarme. No sé si fue por lo que le dije o por todas las veces que nombré a nuestra hija”, sostuvo.
Sobre los motivos del intento de femicidio, Sosa cree que fue por un “ataque de celos”, pese a que estaban separados desde hace varios años.
“Yo empecé a hacer cursos, a escuchar música turca, a compartir canciones turcas y creo que él relacionó esto con un hombre. Me decía, mientras me pegaba, que se enteró que yo estaba por fugarme a Turquía, pero no es cierto”, aclaró.
Pese a estar separados, Soto seguía viviendo en la misma casa. La víctima dijo que los psicopedagogos del colegio al que asiste su hija le habían recomendado que, más allá de la separación, siguieran juntos para mantener la figura de la “familia feliz” porque eso beneficiaba el desarrollo de la nena.
Tres semanas antes del ataque, Margarita le pidió a Sergio que abandonara la casa y este accedió sin reparos. La mujer dijo que Soto era prepotente, soberbio y “gritón”, pero que nunca la había agredido físicamente.
La víctima asegura que desde el día del ataque vive con miedo, sufre pesadillas y que “son muchas las noches que pasa en vela”.
Y agregó que en su momento Soto le envió un mensaje diciendo que el “divorcio era un juego y que él no tenía nada que perder”.