En la causa de narcotráfico en Itatí que tuvo su explosión con el llamado Operativo Sapucay, donde detuvieron a 27 personas, aún hay personas prófugas. Se trata, nada más y nada menos, que de los sindicados cabecillas de las organizaciones criminales. En las investigaciones, llevadas a cabo por el juez federal Sergio Torres, se revela que la composición de lugar describe a tres cabecillas narco de la zona: Carlos “Cachito” Bareiro, Federico “Morenita” Marín y Luis “Gordo” Saucedo.
De ellos tres, sólo Bareiro está preso y de hecho, según Torres, “Cachito” manejaba su banda desde su celda de la Unidad Nº 7 de Resistencia. Organizaba todo a través de sus subalternos, que iban a visitarlo al penal o usando teléfonos celulares. Marín, en cambio, está prófugo, aunque su pareja fue detenida y procesada por Torres. Algo similar ocurre con Saucedo, de quien no se tienen noticias pese a que en el expediente quedaron involucrados su pareja, su hermano y su primo.
Tan importante como los narcos propiamente dicho fueron los funcionarios de todas las posiciones y cargos que quedaron involucrados en el caso. Sobre el intendente Terán -que luego de ser detenido en marzo pasado se autodefinió entre lágrimas como “un perejil”- el juez evaluó que, lejos de estar al margen, él se encargaba de coordinar la obtención de la droga y de darles protección a los restantes integrantes de la banda.
El cuadro de corrupción lo completaban los miembros de las fuerzas federales destinados en la zona, entre ellos policías, a los que incluso se les secuestraron varios panes de marihuana en sus despachos, y un prefecto que habría pedido un préstamo para comprar un cargamento.