Entre la ignorancia de un gobernador, el santafesino Miguel Lifschitz, quien admitió que no sabía que el procedimiento se iba a llevar a cabo, pese a que –dijo- hace un año se está trabajando en este operativo porque inundan de droga el norte santafesino y le apuntó a la ciudad correntina de Goya, defendiendo el procedimiento de sus fuerzas armadas. Y la omnipotencia de otro gobernador, el correntino Ricardo Colombi, quien se puso pie juntillas y voz en jarra para impedir lo que consideraba un atropello a la jurisdicción provincial. Es bueno recordar que todo lo vinculado al narcotráfico es de jurisdicción federal, donde primero está la soberanía de un país y luego la autonomía de una provincia, por caso Corrientes. Pero bueno, aquí se atropellaron todos.
Entre el que Colombi estuvo bien, que Colombi estuvo mal, que no le avisaron, que la justicia federal puede intervenir, que sí, que no, que había comunicar antes y demás yerbas. Solo alcanza para desviar el verdadero tema o la cuestión de fondo: La droga le está ganando la batalla a todos.
Mientras Colombi se peleaba con los policías santafesinos, los recontra alertados narcos, supuestos dillers, quiosquitos o acopiadores de estupefacientes, donde quiera que estuvieran en esos momentos (Goya, Capital, Reconquista, la China, etc.), se desarmaban de risas en las propias narices de este verdadero ejército de buenos para nada.
Entre lo que se consideraba un atropello jurisdiccional y una defensa del principio de autonomía provincial, la tragicomedia se asemejaba a un elefante suelto en el centro de una cristalería.
Los narcotraficantes tremendamente agradecidos. Al cabo que está clarito que hacen turismo alucinante entre ambas orillas, Goya Reconquista, con todo tipo de lancha, lanchón, embarcación, todo lo que flote está bueno para mercar. Total los controles siquiera brillan por su ausencia.
Este bochornoso espectáculo interprovincial, como si nos faltara algún problema más, se agregan los de afuera, aunque sean las mil y una plagas narcóticas que azotan a Santa Fe; se suma a otros capítulos tanto o más fuertes que este.
Solo basta recordar que efectivos de la policía federal, detuvieron a ocho narcos fuertemente armados en la playa de estacionamiento del Hospital Pediátrico de Corrientes, con la gravedad que eso implica, a solo dos cuadras de la Dirección de Tránsito Municipal y a poco más de diez cuadras de Casa de Gobierno. Está visto que para comercializar drogas no hay que ir muy lejos.
Al poco tiempo, otro huida cinematográfica se dio por la calle Lisandro Segovia, continuidad de Córdoba y 3 de Abril hacia el sur, donde vehículos de gendarmería interceptaron a un automóvil cargado de estupefacientes y sus ocupantes no tuvieron reparos en abrirse camino a los tiros, como si estuviéramos en la gran Colombia del patrón del mal.
En este sentido en casi todo nos parecemos con ese país ecuatoriano, ya tenemos la droga, con grandes carteles ocultos o ¿protegidos?, un patrón ya hay y ahora ¿se viene el mal?
