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Policiales Caso Malvino

Un jurado popular determinará si tres correntinos asesinaron a un joven en una playa de Brasil

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Crédito: 50794

Era la noticia que esperaban desde hace once años, desde que su hijo Ariel fue asesinado en las playas de Ferrugem, en el sur de Brasil. Cuando la angustia y la resignación parecían ganar la batalla de las emociones llegó la decisión más ansiada por Alberto Malvino y Patricia Martín, los padres de la víctima: la jueza Elaine de Souza Freitas, a cargo de la causa, aceptó la acusación del Ministerio Público e imputó en forma definitiva a los tres acusados y decidió que un jurado popular defina si Eduardo Braun Billinghurst, Horacio Pozo (h.) y Carlos Andrés Gallino son culpables o inocentes.



Así lo informaron a LA NACION fuentes con acceso al expediente. Según los informantes, Gallino, de 38 años, y Pozo (h.), de 34, fueron imputados de "forma definitiva" por el delito doloso de lesiones corporales con resultado muerte. Braun Billinghurst, de 33, fue acusado de tentativa de homicidio agravado. Los tres son oriundos de la provincia de Corrientes.



"Después de 11 años de angustia porque la causa no avanzaba estamos reconfortados. Esta decisión de la justicia de Brasil es fundamental", afirmó a LA NACION el padre de la víctima. Él y su esposa nunca mostraron un ánimo de revancha o venganza. Una y otra vez repitieron que su objetivo principal era que la causa llegase a juicio.



Como se trata de un delito de homicidio calificado, según el Código Penal de Brasil, el juicio debe estar a cargo de un Tribunal de Juri (jurado popular). Si se los declara culpable, la pena después la impone la jueza.



Una vez notificados, los acusados tienen cinco días para apelar la decisión. "La jueza definió que está comprobada la autoría de los hechos. Explicó que hubo una acción conjunta que terminó en el homicidio agravado de Malvino", explicaron las fuentes con acceso al expediente consultadas. El delito por el que fueron imputados Gallino y Pozo (h.) tiene una pena de entre cuatro y 12 años de cárcel. El delito de homicidio agravado tienen previsto en Brasil una condena entre 12 y 30 años de cárcel. Los tres sospechosos estuvieron todo el proceso en libertad.



Malvino, que tenía 21 años y estudiaba Derecho, fue asesinado el 19 de enero de 2006 en las playas de Ferrugem, donde había ido de vacaciones con un grupo de amigos.



La causa se dilató, casi inexplicablemente, por la burocracia de las traducciones del castellano al portugués (y viceversa) de las diligencias judiciales como las testimoniales e indagatorias.



Según la investigación judicial hecha en un primer momento por el fiscal Fabio Fernández de Oliveira Lyrio, que continuó Roberta Mesquita e Oliveira, hay indicios de que el 19 de enero de 2006 Gallino habría discutido y empujado a Ariel, mientras que Pozo (h.) le habría pegado una trompada en la nuca a la víctima, que cayó noqueada y golpeó la cabeza contra el piso.



Según la acusación del fiscal, basada en las declaraciones de por lo menos ocho testigos directos, Braun Billinghurst habría tomado una de las tres piedras ornamentales que estaban en la vereda de la posada Mauna Loa y se la habría arrojado contra Ariel, que estaba tirado en el pavimento de cemento y piedras y tenía convulsiones producto del puñetazo y por el impacto contra el piso.



Según la reciente decisión de la jueza de Souza Freitas, la piedra arrojada por Braun Billinghurst no fue la que causó la muerte, por eso la decisión de imputarle el homicidio en grado de tentativa.



Los acusados siempre negaron las acusaciones. En abril de 2006 respondieron en los tribunales federales de Corrientes un cuestionario que mandaron desde Brasil. Braun Billinghurst afirmó: "No conozco a Ariel Malvino. Tampoco vi que nadie tirara una piedra". Gallino respondió que él no pegó ningún puñetazo y aseguró que no agredió a nadie. Pozo recordó una pelea en la que dijo ser víctima y sostuvo que no vio a nadie tirar una piedra.



Pero testigos que declararon en Brasil y ante el juez federal argentino Daniel Rafecas complicaron la situación de los acusados. "Cuando Malvino estaba tirado en el piso, apareció Eduardo Braun Billinghurst y le arrojó una piedra a la altura de la cintura. Andrés Gallino le tiraba patadas. Y Pozo (h.) le pegó una trompada en uno de los pómulos", dijo una testigo, según figura en el expediente judicial.



El año pasado, al cumplirse diez años del homicidio de su hijo Ariel, en una entrevista con LA NACION, Alberto Malvino y Patricia Martín sostuvieron: "Volcar en palabras los sentimientos resulta difícil siempre. La muerte de un hijo resulta imposible. Nos tocó vivir al revés de todo el mundo, porque se alteró el orden natural de la vida. En algunos momentos, nos resulta insoportable. Es ausencia y resignación a no tenerlo. Él era una buena persona, incapaz de herir ni siquiera verbalmente".

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