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Política EDITORIAL

Divide et impera

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Crédito: 103759

La semana transcurrida, sin dudas, pasó para marcar un antes y un después en la historia de nuestro país, pues la discusión en torno al proyecto de legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) claramente ha generado un quiebre en la sociedad. Más allá de la postura de cada uno – desde aquí defendemos la voluntad de luchar por todas las causas que se creen justas –, no hay que obviar lo que vimos en las calles en estos últimos meses, y mucho menos lo que sucedió en el Senado. Sin hacer énfasis en el resultado, en lo que hay que reparar es en el poder político hegemónico y en cómo ha hecho uso de un tema sensible como el aborto, para intentar ocultar otras cuestiones más profundas. Por un lado se ha servido del aparato mediático que tiene a disposición, que ha capitalizado sus emisiones, sus editoriales y sus voces con la legalización de la IVE. Por otro lado, ha visto con buenos ojos la fragmentación del pueblo en “verdes” y “celestes”, que si bien todo movimiento social es político, el gobierno y el poder entendieron que han logrado una desideoligización de los argentinos y las argentinas.

 

 

Desde que Cambiemos asumió en 2015, se propuso distanciarse y distanciar a los ciudadanos de la política presente, combativa y clasista, para reemplazarla por un discurso político superficial, liviano y naïve. Por esto mismo, no hay que dejar de lado que la discusión respecto a la IVE ha servido como termómetro electoral y de poder: va a jugar un papel crucial en las elecciones presidenciales del año que viene y el que salió mejor parado es Mauricio Macri. Fue el que habilitó a que se diera lugar a esta discusión en el parlamento nacional, con el riesgo de pagar un costo político altísimo – especialmente en las urnas –, pero finalmente y debido al resultado, pudo cuidar sus espaldas. La jugada, arriesgada claramente, ha sido todo un éxito.

 

 

La victoria fue de Macri y Cambiemos porque, en su mayoría, lograron mantener una postura unánime en contra de la legalización del aborto. En un caso hipotéticamente contrario, aprobar la ley de IVE le serviría, de igual manera, para mostrarse como un gobierno más progresista en detrimento de las políticas antipopulares que llevó a cabo desde que asumió. En cambio, el debate generado en las calles se trasladó a las arcas del Congreso y les jugó claramente en contra a los protagonistas de la oposición: especialmente el PJ, cuyas posiciones han estado ampliamente divididas en cuanto a si debían legalizar o no las prácticas de aborto. Con una población mayoritariamente cristiana, está claro que no hubo legislador ni aspirante político que no pensara en cómo repercutiría su postura frente a este tema, en las elecciones del año que viene. Y en este sentido, quien jugó todas sus cartas y arriesgó su candidatura a la presidencia en 2019, fue la ex mandataria Cristina Fernández (que finalmente votó a favor de la IVE). Habrá que ver cuáles son los resultados y cómo incide su posición a la hora de que los electores emitan su sufragio. Nos detenemos en la senadora porque creemos, a pesar de estar ante un peronismo visiblemente desfigurado y desunido, que es la figura con mejor espalda política para hacerle frente a Cambiemos, y especialmente a Mauricio Macri.

 

 

Volvemos a insistir en la desideoligización y la fragmentación, entonces, que el poder hegemónico quiere lograr en el pueblo: apenas salidos del debate por el aborto, desde diversos sectores comenzaron a impulsar una campaña para separar la iglesia del Estado y que, más temprano que tarde, seguramente irá tomando forma. Sucede que muchos ven en la iglesia, puntualmente católica, un enemigo que atenta contra los derechos considerados progresistas y de inclusión de los sectores marginados. Por ello, no en vano vemos cómo el aparato mediático ha desplegado todas sus herramientas para comenzar a sondear cuál es la postura de los argentinos ante el posible “divorcio” entre los cánones eclesiásticos y el Estado: sería profundamente ingenuo creer que sólo lo hacen con el afán de informar, cuando en el fondo es bien sabido que los medios hegemónicos tienen por objetivo manipular la información y estudiar las reacciones de sus lectores, escuchas o televidentes. Solo por citar un ejemplo, en sus redes y en un mismo día, el diario La Nación publicó al menos cuatro veces la misma noticia: la del cura italiano, Paolo Glaentzer, que violó a una nena de 11 años. ¿Qué quieren lograr con esas publicaciones que a priori parecieran inocentes? Ver cuál es la reacción del público ante las condenables actitudes de algunos representantes de la Iglesia Católica y de ella misma. Más que casualidades, causalidades.

 

 

Sin dudas, se viene cumpliendo a rajatabla el lema Divide et impera, pues la fragmentación del pueblo a la que asistimos en los últimos meses no solo se ha acrecentado, sino que se hizo evidente y hasta es peligrosa. Mientras vemos una Argentina innegablemente dividida, el gobierno nacional sigue sin resolver cuestiones críticas para los trabajadores, para las mujeres y los hombres que luchan por subsistir en un contexto económico y social cada vez más complejo. No hay que olvidar la lucha de docentes universitarios que reclaman por mejoras salariales y de sus condiciones laborales, ni hacer caso omiso a los anuncios de nuevos aumentos en el transporte y en los servicios públicos, al incremento de un 15% en los combustibles – llegaría a $48 el litro de nafta a fin de año –, ni de la inflación que cada vez se vuelve más agobiante. Mientras todo el aparato mediático del gobierno entretiene al pueblo con hechos como los “cuadernos” de Centeno, la condena a Amado Boudou, la vuelta a prisión común de la dirigente Milagro Sala; el primo arrepentido del presidente, Ángelo Calcaterra, fue a declarar y salió libre sin más a pesar de estar implicado en casos de corrupción en la gestión anterior. Entonces, ¿de qué ordenamiento de las instituciones hablan Mauricio Macri y su gabinete, cuando favorecen y condonan a la familia presidencial? Creerles solo demuestra una enorme falta de astucia del pueblo.

 

 

Como diría Charly García, “nos siguen pegando abajo” y no nos damos cuenta. Dejemos de lado las discusiones banales y estériles, que solo la unidad nos salvará de semejante tragedia. 

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