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Política Editorial

Todo tiene un límite

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Crédito: 103157

De vez en cuando nos vemos sacudidos por noticias que tienen que ver con la Argentina, la región, el mundo, pero pocas veces nos detenemos a observar de cerca nuestra realidad: esa que vivimos a diario en la calle, en el barrio, en nuestro trabajo. Y justamente por estos días, Corrientes no está atravesando su mejor momento; de a poco se va a adentrando en una nebulosa en la que ninguno sabe bien qué hay del otro lado o que quizás, pretende no saberlo.

 

 

 

La situación es grave, y no se trata de una postura alarmista de quien escribe, pues hay hechos muy puntuales que así lo demuestran: el hambre, por ejemplo, ha dejado de ser un gran sustantivo intocable para ser hoy parte de la realidad más dura, tácita y palpable. En los últimos días, en nuestra ciudad se puede ver cómo familias enteras hacen largas filas para recibir un poco de pan, ese que ni siquiera pueden comprar y que, en muchos casos, tal vez sea el único alimento que llevan para sus hijos. Parte de no mirar para otro lado, es entender que la crisis no se trata de un mero fantasma político y mediático para causar pánico, sino que es una realidad hiriente que están viviendo cientos de niños y niñas que tienen muy poco o nada para comer. Vemos un Estado ausente, con un gobierno municipal que pretende acallar el hambre con despidos y flexibilización laboral.

 

 

 

De acuerdo a los datos dados a conocer por el ISEPCi (Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana) esta semana, la Asignación Universal por Hijo (AUH) sólo se incrementó el 11, 75%, mientras que la canasta básica de alimentos aumentó el 25,74%. Lejos queda del más de 16 por ciento de inflación en lo que va del año, que llegaría a los 30 puntos según admitió el propio presidente, Mauricio Macri. Golpea, además, el recorte de un 53% a las AUH - que por ahora fue suspendido “por 30 días", anunciado por el Gobierno Nacional. ¿Qué sucederá después de ese mes? El ingreso que perciben los beneficiarios de las asignaciones será cada vez menor, y la desproporción en cuanto a los valores de la canasta básica se incrementará. Muy atrás en el tiempo quedó la utópica promesa de “pobreza cero” y, al contrario, el Gobierno continúa llevando a cabo políticas que no hacen más que aumentarla sin saciar siquiera el hambre de los más vulnerables.

 

 

 

Quienes han sentido hambre alguna vez, comentan que se siente como un fuerte golpe de puño en el centro del estómago, que el cuerpo se debilita y la mente se obnubila por completo. Imagínense entonces, la situación de un niño o una niña pobre que pasa horas o días sin comer, no pudiendo mantener la concentración en el estudio o en la escuela, si es que tiene la posibilidad de acceder a ella. Muchos, tal vez, insistan en que esta problemática ha existido siempre, que no es un problema actual, pero ¿hasta cuándo vamos a pasar la pelota sin que nadie se haga cargo? La responsabilidad primera es del Estado, que existe para velar por los derechos de sus ciudadanos, y del gobierno de turno quien tiene que hacer valer esos derechos que, no en vano, son constitucionales. No obstante, la administración pública actual solo ha traído miseria y hambre, relegándonos a situaciones de cada vez mayor vulnerabilidad.

 

 

 

Por otra parte, la crisis en Corrientes está volviendo a alcanzar los límites de épocas pasadas, que creíamos que nunca más volvería a existir. Por ejemplo, la Municipalidad ha ordenado contrataciones laborales por solo 30 días, siendo únicamente una “posibilidad” la recontratación. No basta con tener una inflación del 16% que reduce cada vez más el poder adquisitivo de los correntinos, sino que el gobierno de Tassano, a través de una brutal flexibilización laboral, genera miedo a perder el empleo de cientos de trabajadores. Empleo que, para muchos, tal vez sea el único que les da el sustento que llevan a sus hogares, con el que mantienen a su familia. Claro está, que si hay alguien que está mirando para el otro lado, desprotegiendo la vida de las y los correntinos, es la administración municipal de Cambiemos. La misma que, en campaña electoral, publicitaba que la alineación Nación-Provincia-Municipio traería crecimiento para Corrientes y, sin embargo, hoy vemos todo lo contrario.

 

 

 

Es urgente y necesario dejar de ser zonzos, cuando no egoístas. Comprender que si un grupo de empleados toma su lugar de trabajo – como sucedió esta semana en el Centro Emisor de Licencias – no se trata de una movida de “mafia sindical”, ni de “poner palos en la rueda”. Se trata de padres y madres reclamando derechos que les corresponden, como un salario digno que les ayude a satisfacer sus necesidades básicas y las de sus familias. El discurso de la alegría ha agudizado en muchos una absoluta falta de empatía, les ha hecho creer que la crisis es culpa de la “pesada herencia”, ocultando así sus propias falencias e inoperancia. Cada vez que el Gobierno elucubra políticas que perjudican al pueblo, inmediatamente sale a intentar tapar el sol con la mano: ayer fueron los bolsos de López, hoy son las coimas recabadas en un cuaderno por el “operador de inteligencia” Centeno; justamente cuando salió a la luz la investigación sobre los aportantes truchos del PRO, cuando el Ministerio de Hacienda comunicó que sacarían fondos de la ANSES, cuando con bombos y platillos anunciaron que la Argentina se endeudaba por cien años. Mientras el hambre y la abundancia se juntan, hay un Gobierno que no sabe cómo salir de la crisis y otros tantos que eligen mirar para otro lado. Despertar cuanto antes es necesario, o nos ganarán de mano dejándonos en la nada.

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