El mayor desafío para los padres es cómo lograr que sus hijos usen esa 'gran biblioteca desordenada' que es Internet, sin caer en manos de pervertidos o ingresar a sitios condicionados.
He aquí algunas recomendaciones que son aplicables a cualquier edad:
1. Enseñar acerca de los peligros de Internet.
El acceso a la pornografía es muy fácil. Por tal motivo es imperiosa la necesidad de informar y educar. Se sugiere cerrar las ventanas en Internet que por error se abran; colocar los equipos en sitios visibles para toda la familia; evitar navegar cuando uno está solo, cansado o frustrado; negarse a navegar por las noches sin límites de tiempo y, colocar un filtro en las computadoras de la casa y el trabajo a fin de no ingresar a páginas dudosas o sexualmente explícitas.
2. Quitar los mitos asociados a la sexualidad.
El sexo sigue siendo un tabú, especialmente en los círculos religiosos. Ello puede verificarse al constatar la falta de herramientas para ayudar a quienes tienen problemas en la iglesia y también frente a la estigmatización tanto de los que confiesan que no pueden abandonar el consumo como de aquellos que testifican que han sido liberados de esa opresión.
3. Reconocer que somos vulnerables.
¡Nunca subestimes una tentación! Coquetear con el sexo extramatrimonial, ocultar la verdad, mirar pornografía, chatear usando palabras eróticas o con intentos de seducción, mantener conversaciones íntimas con alguien distinto a tu cónyuge, pueden parecer 'cosas sin mayor trascendencia'; sin embargo, tienen el potencial de arruinar tu vida y el futuro de tu familia.
No seas ingenuo pensando que nunca podría pasarte. Los pornógrafos ponen el infierno a su servicio para atrapar a quienes piensan que nunca caerán. Nuestra sobrina de apenas 9 años de edad escribió en el buscador 'juegos' y se le abrieron un sin fin de sitios en la web con dibujos animados pornográficos.
4. Evitar posibles tentaciones.
La mejor manera de no caer en las garras de la pornografía es no acceder la primera vez. Gran parte de nuestras caídas se deben a que no nos oponemos con un “no” rotundo al atractivo de la tentación, manteniendo una secreta complicidad con el pecado que no nos decidimos a abandonar. Guillermo Hendriksen dice: “La tentación debiera ser arrojada inmediatamente y en forma decisiva. Perder tiempo es mortal. Las medidas tomadas a medias causan estragos”.
La fuente primaria de consumo en el hogar es la computadora personal o familiar. Por tal motivo se recomienda que la misma sea colocada en lugares visibles para evitar el fácil acceso a los sitios pornográficos. En las oficinas se recomienda que los boxes estén separados por vidrios. Sería bueno, además, colocar filtros diseñados para bloquear el ingreso a páginas con contenido sexual explícito. En cuanto a los teléfonos celulares es importante distinguir entre necesidades y caprichos. El ingreso irrestricto a la web es un arma demasiado peligrosa no sólo para menores sino para personas que han tenido problemas con la pornografía (en nuestra experiencia es la forma más habitual de recaídas). Si es difícil para un adulto resistir la tentación de indagar, cuánto más lo será para una persona que está en plena etapa de desarrollo y descubrimiento. Fiscaliza de cerca lo que tus hijos ven por Internet. Permite que ellos naveguen cuando estés presente. El rol de observador que deben asumir los padres es perentorio en los tiempos que corren.
5. Mantenerse ocupado.
El ocio y los tiempos muertos, así como la falta de objetivos claros en el uso del tiempo son la ocasión propicia para que el mal crezca. Según diversas encuestas los días de mayor consumo son los primeros de la semana laborable (lunes y martes) por lo tanto cuídate esos días. No entres a la web a menos que sea para el envío y recepción de correos o por trabajo, pero nunca por hobby y menos en la noche.
No hay inmunidad frente a la tentación. Hasta los más fuertes pueden caer. El ocio fue el primer paso en la escalera descendente al pecado del rey David. Estar desocupados, cansados y con sentido de intensa insatisfacción o frustración puede ser la peor combinación a la hora de la tentación.
No podemos eludir todos los estímulos sexuales, pero podemos impedir que echen raíces en nosotros. Martín Lutero decía: “No podemos evitar que los pájaros vuelen sobre la cabeza, pero podemos evitar que ellos hagan nido en nuestros cabellos”. Un autor dice: “Si estás a dieta, no vayas a una confitería”. Mantente alejado de los sitios que te tienten a codiciar. Recuerda que tu primera tarea no es resistir, sino huir. Huye de la tentación, así como también de la compañía de aquellos que pueden hacerte caer en el lazo de la seducción.