Constanza Lorenzo y Eugenia Kusevitzky tienen un emprendimiento de fabricación de juguetes con fuerte impronta en el idioma guaraní. Convocadas por el Instituto de Cultura de Corrientes, y en vinculación con el encargado de los talleres del museo, realizaron íntegramente una instalación de animales y plantas regionales pensada para actividades con chicos de Primaria, Secundaria y alumnxs terciarios.
En la inauguración del nuevo museo Amado Bonpland uno de los espacios que más llamó la atención por su innovación y artesanalidad fue el de los Talleres. En diálogo con el suplemento Arquitectura + Construcción, y desde su taller Eugenia (Diseñadora Gráfica) y Constanza (Diseñadora Industrial), charlaron del proyecto, su realización y los objetivos que tuvieron al crearlo.
Reconocen que, tras recibir la aprobación de la cartera de Cultura, fueron tres semanas de trabajo arduo. El primer paso fue el relevamiento y la medición de la instalación, luego le siguieron charlas con Armando Villar, guía y encargado de los talleres del museo.
“Lo que hicimos con Euge fue proyectar una instalación que le diera a Armando cierto puntapié para que él pueda comenzar su ‘speech’ para hacer los talleres para Primaria, Secundaria y Terciaria”, cuenta Constanza.
Así, con base y respeto a la actividad que realiza el guía, fue que armaron “el popurrí de la cadena alimentaria”, y algunos ejemplares de la fauna y flora regional, todos de manera artesanal haciéndose cargo del proceso en forma integral.
Cuentan que la labor les valió jornadas de 12 horas por día, contrarreloj. Sin embargo, pudieron terminar varios días antes de la inauguración, con la seguridad de que el trabajo hecho valió la pena.
Tienen presente que la elaboración en tiempo y forma fue posible por la dedicación integral que asumieron. Desde la realización y corrección de prototipos, pruebas de corte y pintura no hubo tercerización alguna. “Eso permite que se haga directamente sin esperar que te lo hagan. De otro modo no se podría haber hecho”, admiten.
En total fabricaron quince aves; 8 animales de la cadena alimentaria; 4 aves colgantes y once plantas con las consecuentes flechas y especificaciones que los acompañan.
El idioma guaraní, parte imprescindible del proyecto
Desde que comenzaron a trabajar en sus emprendimientos de juguetes, ambas llevan como bandera el compromiso por la revalorización del guaraní. En esta ocasión en particular no querían modificar esa impronta y fue el término del que acordaron no prescindir para llevarlo a cabo.
“Una de las propuestas fue esa: que la sala esté completamente en guaraní en los nombres de los animales, haciendo hincapié en la vinculación de nuestra zona con los pueblos originarios. El guaraní es el segundo idioma que más aportes hizo a la nomenclatura científica en los nombres de los animales y plantas después del latín, y la idea era que la sala represente eso”, sintetiza Eugenia, quien además es estudiosa de la lengua.
Señalan que eligieron una serie de animales autóctonos, algunos en peligro de extinción, siguiendo la línea que vienen trabajando desde hace casi 3 años. La fortaleza que encontraron fue la buena acogida del guía y encargado de los talleres quien abrazó la idea y decidió fomentarla y acompañarla desde un principio.
Las proyectistas coinciden en que la importancia de esta apuesta se vincula al reconocimiento al idioma ancestral de los pueblos que habitaron la región y también el hecho de que evidencia cómo su transformación y mezcla con el castellano hizo que se lo utilice de manera errónea al nombrar especies y plantas.
La instalación pensada como un espacio de “invitación” al proceso de formación
Tanto Eugenia como Constanza consideran que la relevancia del museo reside en su carácter plural, de recibimiento a chicos de muchas escuelas y esperan haber aportado para que “realmente” signifique un aporte en su proceso de formación.
Además sostienen que el nuevo predio “es un lugar privilegiado”, sobre todo en comparación con el espacio donde estaba antes: el subsuelo de una de las salas de la Escuela del Centenario. La Costanera, indican, es el escenario ideal para que los correntinos y también los turistas, se acerquen y aporten al fortalecimiento del Turismo y la Cultura de Corrientes.
Si bien ambas trabajan en proyectos individuales, cada una tracciona en el camino a la otra. Reflexionan que en el rubro del Diseño (tanto Gráfico como Industrial) es imprescindible hacer camino al andar y sobre todo juntarse y de esa unión enriquecerse.
Como emprendedoras, ven un panorama prometedor, aunque creen que todavía “faltan mucho más espacios” que lo potencien. La clave es “armar equipo y hacer algo”. Ser completamente independiente “es duro” y “muchas veces se quiere tirar la toalla”, pero manifiestan que es necesario fortalecer los lazos y conquistar cada vez más espacios de resistencia donde volcar y potenciar nuevas formas alternativas de sustento. “Es eso, o la nada”, dicen al unísono.