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Sociedad Una jornada especial

Niños de varias localidades vivirán la tradición de Ángeles Somos

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Crédito: 80115

Mañana, vestidos de angelitos invadirán los pueblos para editar una vieja costumbre. En las municipalidades de Caá Catí y Mburucuyá repartirán bolsitas con golosinas.


Mañana se vivirá una jornada especial y pintoresca en varias localidades por la presencia de angelitos, que una vez más reeditarán la tradición de los “Ángeles Somos”. Así, de manera espontanea los grupos de menores saldrán casa por casa para pedir una bendición y algunas golosinas.


En Caá Catí, Concepción, Mburucuyá y Santa Ana son algunos de los municipios donde se cumple con esta costumbre para conmemorar el día de todos los santos. En esos lugares, las familias comienzan a prepararse desde varios días antes. En los hogares donde hay pequeños se preparan los disfraces de ángeles y en las casas de adultos se preparan los dulces o algunas comidas para repartir a los chicos.


De acuerdo a la tradición, todos los niños, inclusive los bebés en brazos de sus padres, recorren el pueblo en grupos vestidos de ángeles con una cruz, flores y campanas. Desde muy temprano y hasta el mediodía van por las casas repitiendo el verso: “Ángeles Somos, Ángeles Somos”. Como respuesta, los propietarios dan la bendición y golosinas o comidas tradicionales como bizcochuelo o chipá.


En los pueblos, las instituciones como los municipios o las comisarías preparan golosinas para que los chicos pasen a retirar. En el caso de Mburucuyá, la Comuna preparó cerca de 3 mil bolsitas con golosinas para repartir entre los menores. Algo similar sucederá en la Municipalidad de Caá Catí donde también alistaron dulces para los “ángeles”.


”Son cientos de chicos que toda la mañana recorren las casas, comercios y las instituciones para buscar las golosinas y por eso es común que los chicos falten a clases”, contó el secretario de Cultura y Educación de Mburucuyá, Juan Alberto Pared.


Recordó que, en los parajes rurales de la localidad los niños salen con el objetivo de pedir la bendición. “Tienen muy arraigada la costumbre de decir el versito para que, los adultos le den la bendición y ellos, no buscan tanto los dulces”, indicó Pared.


Por su parte, en Caá Catí algunas personas mayores acostumbran a preparar comidas típicas y en ciertas casas, a los más pequeños de los grupos obsequian rosario de golosinas o chipá. En esa localidad, la escritora Susana Piñeiro presentará el libro “Ángeles Somos”, donde se cuentan los orígenes de la tradición de los niños que recorren el pueblo. El evento será mañana en la Biblioteca Popular.


Como todos los años, las viviendas y los comercios pondrán algunos adornos esperando la visita de los “angelitos”. En varias escuelas, los propios maestros son los encargados de enseñar los versitos y así, desde pequeño comienzan a vivir la tradición.

 

”Es un movimiento que los chicos con sus padres hacen de manera espontanea y tradicional, pero para dar un poco de color y que la tradición siga vigente pedimos a los comerciantes que puedan que adornen los locales”, dijo Juan Alberto Pared.


La jornada especial comienza temprano, algunos ansiosos comienzan el recorrido desde la madrugada. “Es un clásico que los chicos se levanten de madrugada y salgan por el pueblo”, contó Pared, quien dijo que en la Municipalidad, las bolsitas con golosinas estarán repartiendo desde 6 de la mañana.


Aunque es poco habitual, en algunas casas, los propietarios suelen preparar hasta pequeños juguetes para regalar a los niños que llegan a visitar y pedir una bendición.

 

Costumbre de mayores


Los adultos también cumplen con la tradición de los “Ángeles Somos”, dando un colorido a las noches de los pueblos. Con serenata visitan los hogares para pedir una colación.


Algunos, saldrán hoy a la medianoche y otros cumplirán con la costumbre mañana.


Acompañados de cualquier instrumento, los grupos de adultos salen a cantar y pedir a los vecinos que le conviden algún alimento o bebida.


En algunos lugares acostumbran a llamar a los adultos como “Angeles loros”, ya que caminan por las calles de los barrios sin dejar de cantar.

 

La gente de los pueblos se predisponen y viven la jornada como tradición y un momento de diversión.

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