Por Rabino Marcelo Wajcer
Escuchar el clamor del pueblo, para discernir y responder desde el servicio.
Escuchar el clamor del pueblo
Junto con ustedes, estimados candidatos y candidatas a las próximas elecciones, que a pesar de las difíciles circunstancias por las que estamos atravesando, no pierden la esperanza de seguir creyendo que es posible una sociedad mejor, queremos compartir nuestros sentimientos y reflexiones, aprovechando el providencial tiempo eleccionario en el que nos encontramos. También a nosotros, como a ustedes, nos agobia la incertidumbre que vivimos en nuestro país y nos preocupa la falta de horizontes claros en nuestra convivencia social, económica y política.
Lo primero que deseamos expresarles es la urgencia de escuchar el clamor de nuestro pueblo. Hay un sector cada vez más numeroso de nuestra gente que sufre y hace esfuerzos sobrehumanos para seguir adelante, tener un trabajo digno, dar de comer a sus hijos, cuidar su salud, y sostener su escolaridad; aumenta el número de jóvenes que no encuentran motivaciones para soñar un futuro digno; y a muchos de nuestros ancianos los invade la tristeza al ver a sus hijos y a sus nietos sin esperanza.
Todos necesitamos aprender a escuchar. Escuchar exige estar cerca y acompañar. Necesitamos escucharnos y no solo escuchar. Escucharnos implica hacerlo junto con otros y no cada uno aisladamente. En esa escucha no podemos juntarnos solo los que coincidimos en lo que vemos, oímos y sentimos. La escucha debe estar sostenida por una actitud abierta, dispuesta a recibir al que ve, oye y siente de modo distinto. Escuchar y dialogar van de la mano, cuando esas manos se sueltan, deja de ser escucha y diálogo, y se convierte en un monólogo. Cuando esto sucede, en lugar de abrirse un nuevo espacio para el encuentro, se abre un abismo, en el que todos perdemos, y los que más sufren son siempre los más vulnerables e indefensos.
Nuestra convicción sobre la urgente necesidad de aprender a escuchar nos viene de Dios, a cuya imagen y semejanza fuimos creados. Nuestro Dios es un Dios que escucha el clamor de su pueblo. En efecto, leemos en la Sagrada Escritura que Dios le habló a Moisés y le dijo: “Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor provocados por sus capataces. Sí conozco muy bien sus sufrimientos”. Y, en seguida, añadió: “…Yo te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas” (cf. Ex 3,7-10). Y así, a lo largo de la historia, Dios continúa eligiendo a hombres y mujeres para que cuiden a su pueblo. La vocación y misión de la mujer y del varón que se sienten llamados a trabajar por el bien común de su pueblo hunde sus raíces hasta la dimensión religiosa de sus existencias.
Por eso, aquellos que descubren su vocación al servicio de la política, están llamados a crear puentes de escucha y de diálogo con todos. Ellos mismos deberán ser ejemplo de ello ante nuestro pueblo. La providencial ocasión del tiempo eleccionario que estamos viviendo nos presenta el desafío de ejercer nuestro compromiso ciudadano de un modo responsable y comprometido.
Para discernir
En los tiempos de confusión, desorientación y división se impone la delicada tarea de discernir para elaborar un juicio acertado sobre la verdad de lo que nos sucede, desentrañar la mentira que nos confunde y divide, y optar por los valores fundamentales de la vida social para poder edificar una sociedad digna del hombre, a saber: la verdad, la libertad, la justicia, y el amor.
El funcionario público tiene hoy una responsabilidad indelegable de preguntarse cuánto se ocupa en discernir junto con otros, abierto a todos, y con todos abierto a Dios, lo que está bien y lo que está mal; lo que es verdadero de lo que no lo es; aquello que nos hace más libres de aquello que nos somete a nuevas esclavitudes y colonizaciones; lo que es justo y dignifica a la persona y sus derechos, de aquello que la manipula y envilece; y, finalmente, el amor, que se expresa en el compromiso de edificar la convivencia en la amistad social, de la que no se puede excluir a nadie.
La legítima pertenencia a una determinada expresión política jamás debe ser un espacio que se clausura en sí mismo y erige en el portador de toda la verdad. El militante consolidará su identidad personal y su opción por el bien común, en la medida que sea capaz de dialogar, y en ese proceso, estar dispuesto a reconocer que también hay verdad en el otro. Es absolutamente necesario superar la antinomia amigo-enemigo, si queremos acceder a prestar un servicio al bien común de todos. Mantenerse en esa antinomia es renunciar al sistema democrático-republicano y optar por un sistema usurpador del poder, el cual, por su misma dinámica interna, cancela toda participación y corresponsabilidad en el pueblo.
El apego a la ley, a las normas de la convivencia social, es una condición elemental para todo aquel que desea comprometerse en la acción política, partiendo de la Constitución Nacional, a fin de que, inspirado en las exigencias de la ley y sus valores fundamentales, pueda elaborar proyectos y acompañar acciones, que estén cada vez más atentos al bien común y al fin espiritual del hombre.
Recordamos, a modo de ejemplo, valores como: defender y valorar la Constitución y sus instituciones republicanas; cuidar la vida humana y preservarla de cualquier tipo de violencia, privilegiando la atención y promoción de las personas y sectores sociales más vulnerables: pobres, niños, ancianos, mujeres…; proteger el ambiente humano, social y natural; promover la austeridad en la gestión pública para disminuir el gasto público y la crisis económica se vea más aliviada; crear una política de seguridad que combata el narcotráfico, la inseguridad y permita vivir en paz; actualizar las políticas educativas para generar el capital humano que demandan los tiempos actuales, disminuyendo los altos índices de deserción escolar y de analfabetismo funcional.
Y en este contexto de valores, no podemos dejar de explicitar que el gran tema es el trabajo. Porque el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no sólo es un modo de ganarse el pan sino también un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo y, en definitiva, para vivir como pueblo, y avanzar así en la contención eficaz para muchas de las violencias que padecemos.
Y responder desde el servicio
A una coherente escucha y un adecuado discernimiento, continúa la acción llevada a cabo en el espíritu de servicio. Ese espíritu debe estar en el ánimo del funcionario público desde la escucha, para que luego el servicio responda a las necesidades reales de nuestra gente, y esté fundado en el diálogo y el consenso con los demás actores políticos. Para ello, es indispensable partir de una saludable confrontación de ideas, pero con el ánimo indeclinable de buscar acuerdos y no de profundizar divergencias. Cuando hay buena voluntad, siempre es posible encontrar aquellos puntos comunes desde donde se puede avanzar juntos.
Toda persona que desee emprender una función pública debe aprender a superar en sí mismo las contradicciones entre lo que “se es, se dice y se hace”, porque la incoherencia daña profundamente a la persona y a la comunidad. Esta es una condición imprescindible para que el pueblo mantenga o recupere la confianza en sus representantes y las instituciones públicas.
Finalmente, recordemos juntos que el político es un hacedor, un constructor con grandes objetivos, con mirada amplia, realista y pragmática. Por eso, debemos cuidar que nuestras instituciones sean realmente efectivas en la lucha contra todos los flagelos que acucian al pueblo correntino.
Para que así sea, con ustedes y por ustedes, junto con nuestras respectivas comunidades, elevamos una plegaria, invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia, como establece nuestra Constitución Nacional, para trabajar juntos por una Provincia y una Nación mejor para todos.
- MENSAJE DE LA MESA INTERRELIGIOSA A CANDIDATOS Y CANDIDATAS CORRENTINOS.pdf
Rabino Marcelo Wajcer Pastor Sergio Díaz Arzobispo Andrés Stanovni