El autor se refiere al caso de la joven a quien su hermana le quitó los ojos.
El caso de la joven a la que un familiar le arrancó los ojos en Gral. Pinedo días atrás, no es a mi juicio algo esencialmente satánico o psiquiátrico, sino la punta del iceberg de la violencia familiar, uno de los problemas más comunes, afectando al menos la cuarta parte de los hogares, aunque poco conocido por ocurrir en la intimidad familiar, y el temor de las víctimas a denunciar a la justicia.
En estos días el femicidio está en la agenda pública, pero la secuencia habitual es que el maltratador haga que todos se terminen maltratando, y el ser maltratador no tiene un perfil definido, porque afecta a todos los grupos sociales, sin relación con factores eventuales como alcoholismo, drogadicción, o desocupación, y aún más, cuando un caso sale a luz todos los vecinos que sorprenden porque habitualmente el victimario es considerado una persona amable y bien educada. Un Arquímedes Puccio para dar el ejemplo que circula estos días.
He tenido contacto con ONG que se ocupan del tema, y las fotografías de las lesiones y abusos sexuales que tienen no parecen comparables a primera vista a un arrancamiento de ojos, pero por su cantidad y secuelas psíquicas claramente lo superan, es decir el fenómeno iceberg cuya masa está bajo la superficie y por lo tanto no es visible.
Las sociedades suelen usar la vieja costumbre del chivo expiatorio cuando aparecen estos casos, cargar sobre un caso aislado los males de todos, y tranquilizarse diciendo que son casos aislados, que los demás somos normales, pero se trata de un fenómeno social y cultural generado posiblemente por la sociedad patriarcal, a la cual se agregan condimentos de cultos más o menos esotéricos, o problemas psíquicos, que pueden ser la gota que colma el vaso, pero para que un vaso rebase con una gota es necesario que esté lleno previamente.
La familia es la base de la sociedad en nuestra cultura, pero se trata como casi todo lo humano de un constructo, que violenta instintos básicos del ser humano, controlados mediante mitos como el del incesto, el amor romántico, el amor filial etc., y por eso se considera a la familia la fuente principal de problemas psíquicos, y cuando estos se presentan en los más débiles de la familia, que no pueden soportar la violencia, se tiende a pensar que se los debe tratar a ellos, y no a toda la familia.
La morosidad de la justicia frustra a los militantes contra la violencia familiar, pero pretender resolver el problema encarcelando maltratadores es como querer vaciar el mar con una cuchara. Si el problema es de origen social, el remedio debe ser social.
Mi primera aproximación vino de un contacto con un médico de Mercedes, Corrientes, que se ocupa del tema, y su colección de fotos de casos de maltrato infantil y adolescente es un museo de horrores, que estremece a los estudiantes de medicina cuando le pido les de alguna clase sobre su experiencia, la que ha sido publicada, y puede verse en http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0325-00752008000600005
Tengo una larga experiencia en control de enfermedades como la tuberculosis, el Chagas, la poliomielitis, el tétanos, etc., pero son todas enfermedades con causas conocidas, y medios de control derivados de este conocimiento, pero poco se sabe de las causas de la violencia familiar en forma más particularizada que decir es una consecuencia de la sociedad patriarcal, pues la sociedad y su cultura no se cambia con acciones de gobierno, y cuando se cita la falta de educación, siempre recuerdo a los estudiantes que los médicos tenemos las peores conductas sanitarias que uno pueda imaginar, tales como fumar en porcentaje superior a la población general, de modo que no se resolverá con más educación, y como dije anteriormente la violencia familiar existe en las clases sociales aventajadas con tanta frecuencia como en las miserables.
El cáncer nos aterra, en parte porque no viene de afuera, sino en pequeña proporción, y está latente en nuestras células presto a saltar apenas le demos oportunidad, y para ver si lo podemos controlar se investiga, pero esto se hace en mucha menos proporción en materia de sociedad y cultura, quizás porque obligaría, tal como lo hace el psicoanálisis a una mirada estremecedora hacia nuestro interior familiar. Me decía un amigo que si alguien pudiera hacer que todos los mails personales fueran accesibles para todo el mundo, la civilización colapsaría, pues uno se enteraría de todo lo que dicen sus amigos y familiares cuando no se dirigen a uno., y algunas investigaciones muestran la gran cantidad de mentiras que todos decimos a diario para convivir. Solo el niño aun no educado preguntara porque la tía es tan gorda, o la abuela tan fea.
El conocido físico Hawkins, el del Big Bang ha propuesto usar ingeniería genética para ver de modificar nuestro genoma para hacernos menos violentos, porque si no cree la especie humana se autodestruirá, y en estos tiempos la prioridad de investigación en los países desarrollados es el cerebro humano, un órgano misterioso, donde algunos dicen hay elementos como la conciencia, y otros el alma, aunque nadie ha podido ver hasta ahora ni una cosa ni la otra, pero ya hace miles de años alguien supuso que debían existir, pues sino cómo explicar los fenómenos visibles?
La prensa trae la noticia de que ha constituido una especie de gremio de científicos preocupados por las políticas futuras hacia la ciencia, y piden a los candidatos presidenciales exponer sus planes al respecto y aunque el dirigente principal es un químico señala que también están participando investigadores de ciencias sociales, una especie de pariente pobre de la ciencia, sobre todo en Argentina, donde los premios Nobel de Medicina señorean la ciencia, y ahora se da prioridad a los biotecnólogos para producir más, aunque cabría preguntarse si lo sociocultural no es también tanto o más importante que la producción, pues el bienestar podría más estar relacionado con el nivel de violencia que exista dentro de las familias, que de los bienes de consumo que una mayor prosperidad permita adquirir.