Las escuelas del país europeo volverán a viejas práticas para agilizar las mentes de sus alumnos.
El dictado era una tradición en Francia, casi un hobby nacional, al punto que uno de los programas televisivos de mayor audiencia en los años 80-90 consistía en competencias ortográficas a través de dictados.
Pero todo eso fue progresivamente dejado de lado en los últimos 30 años, en nombre de teorías pedagógicas que consideran que la corrección ortográfica es un vejamen a la persona, un freno a la creatividad o incluso un atentado contra la libre expresión. Que el silabeo, la memorización y la lectura en voz alta eran antiguallas que debían ser dejadas de lado, no sólo por tediosas y desmovilizadoras, sino también en nombre del dogma que sostiene que el alumno tiene mucho más que enseñarle al maestro que a la inversa.
Hoy, ante la constatación de los resultados catastróficos producidos por esos cambios y la evidencia de que la pérdida de calidad de la educación parece no tener freno, las autoridades educativas empiezan a apelar a lo que alguna vez colocó a la instrucción pública francesa entre las más eficientes del mundo.
Lo curioso es que, hace pocos meses, la joven ministra socialista de Educación, Najat Vallaud-Belkacem, había presentado una reforma de los programas escolares de primaria y colegio (hasta los 15 años), que había despertado el rechazo de autoridades educativas, docentes y políticos, por estar basada en el mismo credo pedagógico que tanto daño viene causando. Evidentemente, los descontentos fueron oídos, y ahora la ministra, dejando de lado sus veleidades modernizantes, anuncia en cambio que, entre otras cosas, habrá un dictado diario en todas las escuelas.
La marcha atrás es radical, respecto de una pedagogía que abominaba de las calificaciones y pruebas –otras tantas fuentes de frustración infantil a evitar, según ciertos expertos-, considerando que un dictado diario equivale en la práctica casi a una evaluación cotidiana del progreso de los alumnos en lengua escrita.
Hace ya décadas que en Francia se vienen escuchando advertencias sobre el pésimo desempeño de los niños en escritura. "El nivel se ha derrumbado en estos últimos treinta años. Pensábamos que la cosa se había estabilizado, pero no ha sido así. Los franceses dominaban el 51% de las reglas gramaticales de base en 2010, hoy ese porcentaje descendió al 45 por ciento. Seis puntos menos en apenas cinco años", dijo el especialista Pascal Hostachy, citado por el diario italiano.
Al hacer el anuncio, la ministra Vallaud-Belkacem dijo que el sistema anunciado "permitirá garantizar una base sólida para todos los estudiantes y esto pasa necesariamente a través de un aprendizaje diario, que incluye un dictado; hoy lo esencial es el dominio de la lengua".
Las reacciones al anuncio van desde el rechazo de algunos sindicatos docentes que adscriben al modernismo pedagógico hasta una cautelosa aprobación por parte de quienes hace tiempo lo cuestionan, pero se preguntan si con este anuncio basta para devolverle a la educación francesa su antiguo esplendor.
"Un dictado es sólo una forma de evaluación; hay que enseñar de modo sistemático la gramática y la ortografía", sostiene por ejemplo Jean-Paul Brighelli, maestro y autor de varios ensayos críticos sobre la actual pedagogía.
Para qué sirve un dictado
1-Permite evaluar la ortografía, la fijación y dominio de nuevas reglas.
2-Si el dictado no incluye la puntuación, y el alumno debe deducirla, constituye un entrenamiento ideal para conocer la función de la coma, el punto, el punto y coma, etcétera. Entrena el oído en la entonación, de la cual se deduce la puntuación.
3-Mejora la atención, ya que hay que seguir el hilo de la lectura para poder escribir todo.
4-Ayuda a la comprensión de texto, ya que no se puede escribir correctamente lo que no se entiende.
5-Ayuda a escribir a un ritmo cada vez más rápido.
6-Entrena al futuro estudiante secundario y universitario en la toma de apuntes.
7-Es un método de evaluación que le permite al maestro verificar progresos e identificar problemas.