La asesora Mariana Pietrantueno asegura que las buenas prácticas son rentables porque bajan costos con sustentabilidad. El desafío es que se integren a la cultura productiva.
Mariana Pietrantueno define a su familia como “agropecuaria, más que nada ganadera”, de Mercedes, en la provincia de Corrientes. Cuando tenía apenas dos años sufrió la muerte de su padre, que era el vínculo directo con la actividad rural. Sin embargo, toda su niñez siguió esperando ansiosa para ir al campo en época de vacaciones, junto a sus hermanos y primos. Quizás producto de ese legado internalizado, cuando estaba por terminar la secundaria supo que iba a estudiar agronomía. Hoy junto a dos socios tiene una consultora con la que guían a las empresas en la adopción de buenas prácticas agroindustriales.
“Mis tíos siguieron en el campo, producen ovinos en Mercedes, mi familia dejó el campo pero yo siempre viví las idas al campo con mucho entusiasmo, no sólo íbamos a jugar, también veíamos todo lo que se hacía en los corrales y andábamos a caballo”, contó a Clarín Rural Pietrantueno, de 34 años, que participó durante varios años del ateneo de la Sociedad Rural de Corrientes (perteneciente a Confederaciones Rurales Argentinas).
Con el tiempo se fue “haciendo buena”, -léase, adquiriendo experiencia-, en buenas prácticas agrícolas, pero también ganaderas, hortícolas y frutícolas. A partir de la consultora ofrecen ayuda para la implementación de normas obligatorias y voluntarias, vinculadas a este paradigma.
“Me parece que es momento de que los productores incorporen las buenas prácticas como parte de la cultura productiva, desterrando prácticas que por más que se hayan hecho desde siempre, y por generaciones, no quiere decir que estén bien, tenemos que evolucionar a partir de los que es mejor para el consumidor, el planeta y los propios productores, porque hoy las buenas prácticas hacen más rentables muchas actividades, sobre todo por baja de costos”, opinó Pietrantueno.
Consultada sobre el desafío que cree tienen los jóvenes por delante (en este caso los sub-40, ya no tan jóvenes pero sí cercanos a la plenitud laboral), Pietrantueno opinó que “hay que seguir trabajando para romper paradigmas de nuestros colegas mayores que son reacios al cambio, a mostrar que hay que evolucionar hacia otras cosas que están probadas, y creo que un camino posible es mostrar con números cómo pueden cambiar el hacer. Es importante pensar en ganar dinero, porque en definitiva son empresas, pero se puede elegir el camino de las buenas prácticas en un sistema integrado de gestión que permita ganar en todos los aspectos”, dijo Pietrantueno.
Sin embargo, también sabe que es difícil pensar en el mediano y largo plazo cuando se te “llena el barco de agua” (o de dudas). “Lamentablemente, en Argentina hay tanta incertidumbre que creo que el productor está muy enfocado en el día a día y en producir para alcanzar objetivos cortos, pendientes de los cambios de jugada que se puedan dar a mitad de un ciclo”, lamentó Pietrantueno. E insistió: “Tiene que haber un cambio aunque la incertidumbre atrasa muchas veces la implementación de nuevas tecnologías y buenas prácticas”.
El rol de la mujer rural
“Me sorprendió cuando hace unos años me llamaron de la facultad ofreciéndome un trabajo como responsable de ganadería de un establecimiento en el que querían una ingeniera agrónoma mujer, fue un gran aliciente en mis comienzos”, contó Pietrantueno. Sin embargo, lamenta que no haya más espacios en las entidades del sector para las mujeres. “Es una lástima porque tenemos mucho para aportar, hay mujeres muy capacitadas pero que no tienen su lugar”, opinó.
Pietrantueno participa del círculo Lean In Rural recientemente armado en Argentina. Lean in es una organización fundada en 2013, con sede central en California, Estados Unidos, que invita a las mujeres a ser protagonistas e “ir hacia adelante”. Actualmente, está presente en 170 países y cuenta con más de 100 redes y 48.000 círculos. Uno de ellos, el círculo Lean In Rural Argentina.
“Fue creado para promover el liderazgo de las mujeres vinculadas a la ruralidad, conectarnos, intercambiar ideas, proyectos y objetivos que permitan potenciar nuestras fortalezas en actividades conjuntas”, contó Pietrantueno. Y agregó: “Uno de los objetivos es visibilizar la participación de las mujeres en el ámbito rural como fuerza de los cambios económicos, ambientales y sociales para un desarrollo sostenible”.
Entre las cosas que imaginaron en algún momento (no en este contexto pandémico), es una especie de work and travel (viajar y trabajar) pero para que la gente de la ciudad pueda ver y vivenciar cómo se trabaja en el campo.
En tiempos de redes sociales e información al instante, como nativos digitales, los jóvenes tienen un rol importante en la nueva comunicación, en mostrar cómo se trabaja en el sector agropecuario. “Muchas personas de la ciudad tienen un mal concepto del campo porque no lo conocen, y los jóvenes mostrando lo que se hace, podemos cambiar eso en parte”, concluyó Pietrantueno. Clarín