El santuario ubicado sobre la Ruta Nacional 123 luce desolado a un año y medio de haberse demolido las instalaciones de centenares de puesteros, por parte del Gobierno provincial, aún hay escombros y se improvisaron carpas para los comerciantes. En dos semanas es la festividad del santo popular correntino.
Parece una zona de guerra: escombros, pastizales secos producto de la profunda sequía reinante en la provincia, algunas banderas argentinas y otras coloradas. Todo a la vera de la Ruta Nacional 123 a pocos kilómetros del acceso a la ciudad de Mercedes en el centro de la provincia de Corrientes.
A unos 300 metros, campo adentro, se ven desde la ruta unas carpas que albergan a los comerciantes cuyas construcciones fueron demolidas hace casi un año y medio. El 9 de agosto de 2021 el Gobierno de la provincial pasó las topadoras tras un doble crimen cometido en las adyacencias al santuario del santo popular Gaucho Gil. La promesa fue mejorar toda la zona, modernizarla y dotar de mayor seguridad para los comerciantes y visitantes.
Hoy, a dos semanas del 8 de enero, fecha conmemorativa a la divinidad Gil y a un año y medio del derribo de los puestos de vendedores, todo el predio pareciera ser haber sido arrasado por un bombardeo.
Los escombros no fueron retirados y crecen pastizales a su alrededor. Bajo las extremas temperaturas que en esta época del año superan los 40 grados, los vendedores deben desarrollar su tarea comercial en carpas. Sin refrigeración ni baños instalados, hay sanitarios químicos sin limpiar. Las conexiones eléctricas y de agua potable son improvisadas.
Estas imágenes son la carta de presentación de la provincia de Corrientes para el turismo nacional y extranjero, sobre una de las rutas de mayor circulación del país y del Mercosur.
Una réplica en Corrientes Capital
A fines de noviembre pasado las autoridades municipales de la ciudad de Corrientes, también avanzaron con topadoras contra puesteros. Se trata de las instalaciones ubicadas en el puerto de la capital provincial.
Los comerciantes fueron mudados sobre un predio, un terreno descampado, ubicado por la avenida Pomar frente al shopping. Al igual que en el santuario del Gaucho Gil, se improvisaron carpas para los ex puesteros del puerto.
¿Quién o qué empresa aporta esas carpas? ¿Hay que pagarlas? De ser así, a quién o a qué firma se debe abonar por el uso de esos rudimentarios toldos.
En ambos casos: vendedores del puerto capitalino y en el santuario Gil, la promesa de mejorar servicios para la atracción de turistas. La realidad y el paso del tiempo exhiben rusticidad y desidia.