La Sociedad Argentina de Pediatría alertó sobre los riesgos de la ingesta excesiva de bebidas alcohólicas en los menores de edad, particularmente con la llegada de las vacaciones. Además, llamó a mantener una comunicación fluida con los jóvenes acerca de las adicciones.
“La adolescencia es una etapa de experimentación, de sensación de omnipotencia, de búsqueda del riesgo y de cuestionamiento de las normas. En ese contexto, el alcohol es la droga de más fácil acceso para niños y adolescentes, mientras que la percepción de riesgo asociado al consumo de alcohol es la más baja entre todas las sustancias adictivas”, sostuvo Graciela Morales, médica pediatra especialista en adolescencia y secretaria del Grupo de Trabajo en Adicciones, de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
Desde la SAP, explicaron que el alcohol es la sustancia psicoactiva más utilizada en todas las edades, y citaron un estudio del Observatorio de Drogas de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR), que señala que 60,5% de los chicos y chicas de entre 12 y 17 años lo consumió, y de ese grupo, 47% lo había hecho en forma excesiva y en más de una oportunidad.
“El alcohol se distribuye por el cuerpo y se elimina en un 90% por el hígado, el resto, por los pulmones, riñones y sudor. Debido a esta difusión por todo el organismo, más allá de los efectos psíquicos -que son los que primero se perciben-, el alcohol actúa también sobre los diferentes órganos del cuerpo”, alertó Marta Eugenia Braschi, pediatra y toxicóloga.
La médica indicó que “los daños corporales se producen, por tanto, con el uso continuado de cantidades de alcohol que el organismo tiene dificultades para metabolizar, aunque el consumidor no perciba ningún peligro”.
Los especialistas aseveran que el consumo de alcohol en la adolescencia interfiere con el crecimiento, la nutrición y el desarrollo de la personalidad, a la vez que aumenta las posibilidades de sufrir un accidente al realizar actividades tales como deportes, conducción de motos y autos, o en salidas recreativas.
“Los efectos sobre cada individuo dependen de diversos factores, como la cantidad total bebida, en cuánto tiempo se ingiere, el peso corporal, el género, la edad, el humor o el estado de ánimo, el ambiente en el que se consume y la administración simultanea de medicamentos o de otras drogas”, explicó Morales.
Un adolescente varón, de aproximadamente 65 kilos, necesita más de ocho horas para eliminar totalmente el alcohol de su organismo; mientras que en una adolescente mujer, con un peso medio de 55 kilos, esto no se produce hasta pasadas las diez horas.
El factor de mayor influencia sobre la velocidad de absorción es la cantidad de alimento que se encuentra en el estómago en el momento en el que el alcohol ingresa a ese órgano, explicaron.
Las médicas aclararon que el consumo de alcohol en la adolescencia se diferencia del de los adultos con consumo crónico porque incluye un patrón de consumo excesivo centrado generalmente en tiempos de ocio, como los fines de semana, dando lugar a nuevas problemáticas como los cuadros de intoxicación.
“Por eso, nuestra especial preocupación se da en época de vacaciones, en la que `el fin de semana´ es permanente y los chicos tienden a beber cantidades abundantes en breves períodos, llegando a padecer alcoholemias elevadas”, señalaron desde la SAP. Braschi explicó que “el consumo episódico y abusivo de alcohol puede producir alteración en la maduración cerebral, mayor predisposición a progresar en la adicción, síndrome del ‘corazón post-fiesta’ (que se puede manifestar como taquicardia inusual en reposo), pérdida de control de diversas situaciones -como las relaciones sexuales sin cuidados- y pérdida del estado de conciencia con episodios de ‘black out’”.
“Estas borracheras dan lugar a otros problemas como accidentes de tránsito, conductas violentas, problemas legales, peleas familiares, con los amigos y de rendimiento escolar, entre otros. Inclusive, en una época que está signada por los cuidados preventivos del contagio de Covid, el alcohol relaja conductas, disminuye barreras de protección y expone a los chicos a situaciones de contagio”, completó Morales.
Por último, las médicas resaltaron que se debe conversar con los jóvenes sobre los consumos problemáticos y confiar en ellos.
“Debemos comenzar desde pequeños a formar en nuestros hijos el juicio crítico, a obtener habilidades para la resolución de conflictos y trabajar en el manejo del enojo, habilidades de comunicación asertiva, autonomía gradual a través de fomentar responsabilidades de acuerdo con la edad, dialogar con énfasis en la escucha, enseñarles valores, educar con límites y, por sobre todo, recordar que el ejemplo es valioso: si los padres consumen en exceso, es difícil exigirle al adolescente que no lo haga”, concluyó Morales.