Este 7 de marzo la Iglesia celebra el tercer domingo de Cuaresma. El Evangelio del día corresponde a la lectura de Juan 2:13-25, pasaje en el que Jesús señala: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré».
A continuación puede leer el Evangelio y la homilía del Obispo de Santa María de los Ángeles (Chile), Mons. Felipe Bacarreza Rodríguez:
Evangelio del día (Juan 2:13-25)
Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos.
Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas;
y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.»
Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu Casa me devorará.
Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para obrar así?»
Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré.»
Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo.
Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.
Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre al ver las señales que realizaba.
Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos
y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que hay en el hombre.
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Homilía de Mons. Bacarreza:
El Evangelio de este III Domingo de Cuaresma, nos refiere el primer viaje de Jesús a Jerusalén durante su vida pública con ocasión de la Pascua de los
judíos. En esa ocasión, “al ver en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos, “devorado de celo” por la
casa de su Padre, haciendo un látigo con cuerdas, Jesús echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes, desparramó el dinero de los
cambistas y les volcó las mesas”.