En la fiesta de San Lorenzo mártir, la Iglesia en Argentina celebró el día del diácono. En la ciudad de Goya, los diáconos permanentes se reunieron en una misa presidida por el obispo diocesano, monseñor Adolfo Canecin, en la comunidad de San Francisco de Asis, en la víspera de la memoria litúrgica de Santa Clara. Acompañados de sus esposas y familiares, renovaron en esta Eucaristía las promesas asumidas en el día de su ordenación.
Monseñor Adolfo Canecin dirigió unas palabras introductorias y luego, los diáconos dieron sus testimonio de vida vocacional al servicio de la Iglesia, entre ellos, Juan Camilo López, Armando Leguizamón, Rolando Fabián Ojeda, Jorge Fouine y José Adolfo Fernández.
“¿Cuál es el mayor aporte que puede hacer un diácono, una consagrada o un laico, en los diferentes estados de vida en el seno de la Iglesia?” preguntó el obispo y, respondió: “El diácono nos remite a Jesús y remite al servicio”.
Continuó señalando que el mayor aporte que hacen los diáconos, además de tantos servicios, como el sacramental, quizás “el más grande” es “una ayuda memoria”, aseguro.
Alentó a ver en los diáconos su vocación de servicio, por eso, “cada vez que vemos a un diácono, todos, tenemos que poder pensar que mi vocación cristiana es servir”.
Remarcó que “Cristo no vino para ser servido sino para servir” y en ese sentido aconsejó tener en cuenta “esta dimensión de ser un ayuda memoria de la vocación de la Iglesia”.
“La Iglesia está para servir y lavar los pies a la humanidad” remarco, porque “la Iglesia no está para servirse a sí misma”.
Planteo que cada vez que “veamos a un diacono”, que podamos decir “¿Cómo estoy viviendo mi diaconía?”.
“Ellos nos recuerdan la gran vocación a la cual todos los cristianos estamos llamados: servir”, concluyó monseñor Adolfo Ramon Canecin.-
