El arzobispo emérito de Corrientes marcó la necesidad de que no decrezca la eficacia de la evangelización en sus dos aspectos: el legítimo mandato misionero y la santidad personal.
El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, destacó que “la Iglesia presenta, en el elenco de sus santos canonizados, muchos obispos y sacerdotes que dedicaron sus vidas a fundar y a edificar la Iglesia de Cristo sobre la base del Evangelio predicado y de su Misterio celebrado”.
“En ellos, incluidos los catequistas laicos, se comprueban dos aspectos inseparables, para el pleno desarrollo de la acción evangelizadora. Me refiero al legítimo mandato misionero y a la santidad personal”, puntualizó en su sugerencia para la homilía.
El prelado advirtió que “cuando decrece la eficacia de la evangelización, se ha producido, desde la Iglesia misma, la carencia de alguno de esos aspectos: predican quienes no son enviados -falsos profetas– o, quienes son enviados, no están en condiciones de santidad para cumplir su misión”.
“Es saludable detener la marcha y hacer un humilde examen de conciencia. Son los ministros elegidos y consagrados para la misión quienes deben iniciarlo y sostenerlo para toda la Iglesia. Mi testimonio de santidad ¿otorga a mi acción pastoral el ropaje existencial adecuado? Su carencia la debilita y desfigura”, subrayó.