Taragüí, Playadito y Nobleza Gaucha son marcas de las industrias ganadoras del sector. Lobby político. Mercado concentrado. Pequeños productores, a la deriva.
Al inicio de la cosecha gruesa, los 13.000 colonos yerbateros misioneros recibirán de la industria $90 menos de lo que reclaman por cada kilo de yerba verde. Las Marías, la cooperativa Liebig y la empresa familiar de Ramón Puerta son las ganadores de un sector en pugna entre Corrientes y Misiones y que implosiona con la desregulación de Javier Milei.
“Los productores esperan $390 por kilo, eso les permite pagar los costos de producción y tener una rentabilidad pequeña, pero les van a pagar $305 por ahora y en junio puede mejorar”, dijo a Letra P Héctor Dingler, presidente de la cooperativa Dos de Mayo que involucra a 122 productores que trabajan a 150 kilómetros de Posadas. También tiene su propia marca de paquete: Indumar.
El conflicto estalló en el verano, porque el precio que se les pagó a quienes producen bajó a menos de $200, inferior al costo de producción. Ahora quedó latente, los productores van a recibir $305 por kilo y con este precio comenzarán la zafra.
La pelea por el precio del kilo de hoja verde se extendió en toda la provincia de Misiones, que tiene el 85% de la producción primaria y sólo procesa el 35%, porque la industria que procesa la yerba secada (canchada) está asentada en Corrientes.
De allí salió el lobby político que eliminó el precio que se establecía como base para pagarle a productores y garantizarles rentabilidad.
Corrientes vs. Misiones
“Las industrias de Corrientes son las más beneficiadas”, dijo a Letra P el diputado provincial Cristian Castro, del Partido Agrario y Social (PAyS), y detalló: “Playadito de la cooperativa de productores Colonia Liebig y Las Marías, tienen más del 40% del mercado”.
Quienes producen venden la hoja verde de yerba a los secaderos a $305, de allí sale la yerba canchada (yerba seca de molienda gruesa) a $1.100 y llega a los molinos donde se le hace la molienda fina, se estaciona 12 meses para luego envasar y vender a más de $4.000.

Dingler aseguró que "el 40% del precio del paquete de yerba es impuestos".
La industria se quedó con las dos puntas de la estructura de costos, dispone cuánto paga la materia prima y a qué precio llega el producto a la góndola.
Fin del instituto regulador
Mediante el decreto 7023, el gobierno libertario anuló el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), que actualmente no tiene presidente. Así desreguló el precio base para los productores y también los cupos de cinco hectáreas para plantar yerba mate.
El límite de hectáreas para sembrar regulaba la superficie sembrada y evitaba una superproducción que hiciera rebalsar la oferta ante una demanda que es constante.
“El 72% de los productores yerbateros tiene menos de diez hectáreas, son siete mil minifundistas, pero con estas políticas los obligan a vender las chacras. Es la misma concentración que ya ocurrió con los productores de té, que se aglutinaron en apenas cuatro empresas”, dijo Castro.
Los productores de menos de 30 hectáreas son poco más del 90% del total de los cultivadores de yerba mate en Misiones, según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA).

"El INYM era una herramienta muy buena para los pequeños productores misioneros porque marcaba una grilla de costos y permitía una rentabilidad. Esto desapareció. Ahora es el libre mercado", afirmó Dingler.
Hay 13.000 productores, 1.000 secaderos y 150 molinos, pero los diez molinos más grandes acaparan el 80% del total del mercado.
El gobierno nacional fue lapidario, el secretario de Agricultura libertario, Sergio Iraeta, dijo: “Que los pequeños productores que se dediquen a otra cosa, la yerba mate quedan para los grandes”.
Hay un trasfondo técnico: actualmente cambió la modalidad de siembra, se implantan más ejemplares por hectárea; y las hacen rendir 8.000 kg de hoja verde. Esto es el doble a la implantación tradicional, que rinde 4.000 kilos; y, con estos precios, no tienen rentabilidad.
Además, entraron inversores nuevos que tienen muchas hectáreas y aprovechan que no hay cupos. Los secadores más modernos, con intercambiador de calor, se imponen a los más antiguos que quedan obsoletos.
Federico Sturzenegger calentó la pava
Con la perspectiva de la góndola, los ganadores de la desregulación son Taragüí, Unión, Mañanita y La Merced. Son marcas de Las Marías, la empresa de la familia Navajas Artaza, el imperio yerbatero del norte correntino con mucho mercado interno y el 70% de la exportación.
Es una familia política relacionada con los sectores más conservadores del país y directamente con las dictaduras. En la última elección presidencial fueron aportantes en la candidatura de Patricia Bullrich.
Según fuentes misioneras, fueron quienes le dictaron al ahora ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger la destrucción del INYM, que hace que quiebren los minifundistas de cinco hectáreas, una tarea más sencilla que bajarle el impuesto a los ingresos brutos a las provincias.
Navajas tiene mucho peso en el gobierno de Corrientes. El ministro de producción del radical Gustavo Valdés es Claudio Anselmo, ex gerente de Producción de Las Marías y presidente de la Federación de Molineros de la Yerba Mate.
Negocios de familia y de la política
En el segundo lote de marcas ganadoras están Playadito de la cooperativa Liebig y Cruz de Malta, Nobleza Gaucha y Chamigo, que produce el exgobernador misionero Puerta y su hijo Pedro, ahora legislador provincial.
Los Puerta producen yerba canchada para Molinos Río de La Plata, la empresa de Pérez Companc. Son dueños de Yerbatera Misiones y también exportan.

Después vienen los Szychowski con la empresa La Cachuera y su estandarte, la yerba Amanda; también está la familia Hreñuk con su yerba Rosamonte.
Los Werthein, la familia del canciller, también están en el sector con la yerba Cachamai y disputan con los inventores del blend de yerba con hierbas: la marca CBSé de la familia Orquera.
Fuente: letrap.com.ar