¿Estamos preparados para la próxima pandemia?. Especialistas advierten que la resistencia a los antibióticos podría desencadenar la próxima crisis de salud mundial. La medicina tradicional y la bioprospección emergen como aliadas en la búsqueda de soluciones contra la resistencia antimicrobiana. Desde el Instituto de Medicina Regional de la UNNE, analizan las estrategias en desarrollo para enfrentar la resistencia antimicrobiana.
La pandemia de COVID-19 representó la primera crisis de salud global del siglo XXI, que impactó de lleno en el desarrollo humano con consecuencias que aún hoy pueden percibirse. El número de víctimas causado por el coronavirus sumado a las secuelas psicológicas, sociales, educativas y económicas, muestran a las claras lo que una enfermedad desbordada puede provocar.
Ese antecedente luctuoso para la humanidad, dejó enseñanzas sobre las cuales hay que trabajar para que un escenario como el del 2020 se lo enfrente con más herramientas. ¿Habrá más pandemias en el futuro?.
Los expertos coinciden en que la próxima pandemia estará causada por la resistencia a los antibióticos. La resistencia a los medicamentos (resistencia antimicrobiana) es un fenómeno que ocurre naturalmente, puede hacerse más lento pero no se puede detener. Con el tiempo, los microbios como bacterias, virus, parásitos y hongos se adaptan a los medicamentos diseñados para eliminarlos y cambian para asegurar su supervivencia.
Esos microorganismos se convierten en “superbacterias” ya que por distintos mecanismos son capaces a sobrevivir a todos los antibióticos conocidos hasta el momento y que tradicionalmente fueron efectivos. En consecuencia, la resistencia antimicrobiana se convirtió en un problema global creciente.
Desde 1928 en que Alexander Fleming descubrió el primer antibiótico, la penicilina, generando uno de los mayores avances de la medicina, el actual uso y abuso de antibióticos, antifúngicos y antiparasitarios en humanos y animales y la falta de regulación de su uso en la agricultura son las causas de esta alarmante situación que se experimenta a nivel mundial.
El Jefe del Departamento de Micología del Instituto de Medicina Regional, doctor Gustavo Giusiano, consideró que “esta resistencia que hoy se detecta nos lleva a situaciones previas a 1928”.
“Estas décadas de avances en medicina moderna podrían revertirse si no se aborda de manera efectiva. Para combatir algunos microrganismos nos quedamos sin opciones terapéuticas, se prolongan las enfermedades y aumenta el riesgo de complicaciones y muerte”.
Desde hace aproximadamente dos décadas que no se descubren antimicrobianos nuevos con nuevos sitios de acción sobre las bacterias, ya que muchos antibióticos considerados novedosos son modificaciones de estructuras moleculares ya conocidas o combinaciones de antibióticos conocidos con sustancias que actuán inhibiendo a las enzimas que provocan la resistencia antimicrobiana.
Afortunadamente, la ciencia está explorando una variedad de compuestos nuevos, “los desarrollos en antibacterianos son continuos a diferencia de los compuestos antifúngicos que siguen siendo contados con los dedos de una mano”.
Los nuevos antibacterianos apuntan a las temidas bacterias multirresistentes. La OMS creó la Asociación Mundial para la Investigación y el Desarrollo de Antibióticos (GARDP) con el fin de acelerar el desarrollo y el acceso a tratamientos para infecciones bacterianas resistentes a los medicamentos. Incluso las compañías farmacéuticas se han unido a través de la ARM Action Fund permitiendo avances en antimicrobianos con el objetivo lanzar entre 2 a 4 nuevos antibióticos antes del 2030.
La buena noticia para dar es que hay una nueva generación de antibióticos que se encuentra en fase de ensayos clínicos. Recientemente si dio a conocer que la “Lolamicina” ha mostrado eficacia contra más de 100 aislados clínicos multirresistentes o la “Zosurabalpina” contra Acinetobacter baumannii resistente a los carbapenémicos (CRAB).
Asimismo, recientemente aprobada y ya en el mercado, la asociación aztreonam-avibactam ha demostrado su eficacia para tratar infecciones graves en pacientes con ninguna o pocas opciones terapéuticas.
“Aunque las inteligentes bacterias puedan en un futuro buscar alternativas para que no las afecte, la clave será una mayor conciencia pública y profesional para que estos desarrollos perduren en efectividad”, señaló el doctor Luis Merino, bacteriólogo y director del Instituto de Medicina Regional de la UNNE.
En esta cruzada contra las superbacterias existen enfoques emergentes que utilizan compuestos derivados de la medicina tradicional, que han sido utilizados durante siglos en diversas culturas para tratar infecciones. Un ejemplo a priori son las plantas medicinales con compuestos activos que han mostrado actividad antimicrobiana en estudios preliminares.
“Investigadores están estudiando cómo estos compuestos podrían ser formulados y optimizados para su uso como antibióticos modernos, potencialmente con menos riesgo de inducir resistencia que los antibióticos sintéticos tradicionales. O bien como terapias combinadas, como potenciadores para aumentar la efectividad y reducir la resistencia”, comentó el doctor Merino.
Asimismo, la bioprospección juega un papel crucial, con científicos explorando ambientes naturales en busca de microorganismos que produzcan compuestos antimicrobianos novedosos. Estos compuestos pueden tener estructuras químicas únicas que los hacen efectivos contra microorganismos resistentes.
En resumen, el desarrollo de nuevos compuestos antimicrobianos para combatir la resistencia está avanzando en múltiples frentes, desde compuestos derivados de la medicina tradicional hasta innovaciones sintéticas y bioprospección. Estos esfuerzos reflejan un enfoque integral y diversificado para abordar uno de los mayores desafíos de salud pública de nuestro tiempo.