La Fundación Rewilding celebró en sus redes sociales otro objetivo cumplido, un total de dieciséis yaguaretés en territorio regional, libres y monitoreados las veinticuatro horas del día.
Sin dar mayores precisiones, la organización no gubernamental, destacó el hecho, y recordó que el voluntariado para observar a esta especie declarada monumento natural sigue abierto, a la espera de nuevos aspirantes.
Desde hace varios años, la presencia de nuevos ejemplares de esta especie en Corrientes es motivo de celebración mundial, debido a que esta región, luego de que llegada de la primera hembra reproductora, Tobuna, en 2015, se convirtiera en la esperanza de muchos territorios donde aún se halla extinta.
Con una extensión de 1,3 millones de hectáreas, la Reserva Natural Iberá representa una oportunidad única para recuperar a este animal.
En la actualidad, después de tres décadas de trabajo en conservación, esta reserva alberga grandes poblaciones de carpinchos, yacarés y ciervos de los pantanos.
Estas especies necesitan del rol regulador de un gran predador para mantener su salud a largo plazo, papel que es interpretado por el Gran Jaguar.
Hay pocos lugares en América que reúnan tanto territorio apto para esta especie, no sólo desde el punto de vista natural, sino también desde el encaje que el proyecto de conservación ha alcanzado en la comunidad que lo ha recibido.
En Corrientes, el 95 por ciento de los correntinos, independientemente de su origen geográfico, apoya el retorno de la especie al Iberá, señala un estudio de opinión elaborado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en la zona.
En este aspecto, la Fundación Rewilding destaca el «sorprendente nivel de entusiasmo» hacia la idea de recuperar la especie por parte de habitantes locales, estancieros, autoridades locales, empresarios turísticos y legisladores.
«Parece claro que los correntinos consideran al yaguareté no sólo como una parte importante de su patrimonio natural y cultural, sino también como una fuente potencial de riqueza y empleo a través del turismo de naturaleza», expresa la ONG.
DE SAN ALONSO AL MUNDO
El proyecto de reintroducción del yaguareté dio sus primeros pasos en 2012 junto al Centro de Reintroducción de Yaguareté (CRY) en la isla San Alonso, corazón de los Esteros del Iberá.
Su objetivo, desde entonces, es generar yaguaretés -nacidos allí o provenientes de otros orígenes silvestres- con las aptitudes necesarias para ser liberados y formar una población saludable de la especie que ayude a recuperar su rol como predador tope en este ecosistema.
En el año 2015 llegó la primera hembra reproductora, Tobuna, seguida del primer macho, Nahuel, en 2016. Durante 2017, un macho y dos hembras -Chiqui, Tania e Isis- fueron donados y cedidos al proyecto por diferentes instituciones de Argentina, Paraguay y Brasil.
ARAMÍ Y MBARETÉ, UN ANTES Y UN DESPUÉS
En junio de 2018, de la cruza de Chiqui y Tania nacieron Aramí y Mbareté, los dos primeros yaguaretés nacidos en el CRY y en Corrientes luego de más de medio siglo de ausencia en la provincia.
En enero de 2019, Chiqui, el padre de los cachorros, regresó al Refugio Faunístico Atinguy (Yacyretá) en Paraguay tras cumplirse su etapa como reproductor.
En febrero de 2019 arribaron al CRY Juruna y Mariua, dos hembras brasileñas nacidas en vida silvestre a principios de 2017. Luego de ser rescatadas tras la muerte de su madre en manos de cazadores, permanecieron en el Criadouro NEX No Extinction, cercano a Brasilia, con un mínimo contacto con humanos, hasta que fueron donadas al proyecto de reintroducción del yaguareté en Iberá.
En 2020, tras convivir en el mismo recinto con Jatobazinho, Mariua fue trasladada a un gran corral de 30 hectáreas en el que dio a luz a dos cachorros en septiembre de ese año.
A través de las redes sociales, la gente los bautizó como Karaí y Porã.
En diciembre de 2020 nacieron los cachorros de Juruna, bautizados Sagua’a y Sãso. Estos tres yaguaretés fueron liberados en abril de 2021 y desde entonces han ido explorando el nuevo territorio moviéndose pocos kilómetros al Norte del sitio de liberación.
En septiembre, se sumaron tres yaguaretés al plantel de ejemplares liberables del CRY: una hembra, Keraná, y dos machos, Colí y Ñaró.
Y a mediados de mayo Aramí dio a luz a los dos primeros cachorros concebidos y nacidos en libertad, bautizados por la gente como Jasy y Arandú.
A finales de ese mes Mariua fue madre de dos nuevos cachorros, siendo la segunda camada concebidos y nacidos en libertad.
A principios de noviembre, se registró a Karaí con un cachorro -había tenido dos pero uno fue depredado por un grupo de pecaríes- luego de haberla observado meses antes, mediante cámaras trampas, junto al macho Jatobazinho. Karaí, marca otro hito en el éxito del proyecto de reintroducción de la especie.
En noviembre de 2022 Mbareté, quien había sido translocada en marzo a El Impenetrable (Chaco) para cruzarla con Qaramta, un macho silvestre, dio a luz a dos cachorros en septiembre y fue trasladada de regreso a Iberá (Corrientes) con sus dos cachorros.
A finales de 2022, 13 yaguaretés caminaban libres por el Gran Parque Iberá.
El retorno
El yaguareté, jaguar o tigre es el mayor felino de América. Históricamente se distribuía por todo el Centro y Norte argentino, habitando selvas, montes, pastizales y bañados hasta el río Negro en la Patagonia.
Durante los últimos siglos esta especie ha sufrido una dramática reducción de su distribución a unos pocos lugares del país. En Corrientes todavía se veían yaguaretés a mediados del siglo pasado, y en la región del Iberá aún viven personas que recuerdan cuando compartían el territorio con él.
En Argentina actualmente quedan sólo tres poblaciones separadas de yaguareté en las ecorregiones de las Yungas, el Chaco y la Selva Paranaense. Todas estas poblaciones se enfrentan al grave peligro de desaparecer en las próximas décadas, lo que implicaría la total extinción de uno de los animales más bellos y emblemáticos de la Argentina.
Frente a esta situación, el Parque Iberá en Corrientes se destaca por reunir las que se estima que son las mejores condiciones en toda América para restaurar una población desaparecida de esta especie.
Esto se debe a la existencia de 1.300.000 hectáreas de tierras protegidas que albergan extensas áreas despobladas de personas y ganado, y que además cuentan con abundantes animales silvestres que pueden sustentar una población de yaguaretés a largo plazo.
Cinco sentidos tras el gran Jaguar
Desde Fundación Rewilding, remarcan que la conservación de la Panthera onca activó en la zona cinco sentidos: uno moral, uno cultural, uno ecológico, uno económico, y uno legal y de política pública.
En sentido moral, destaca, que la desaparición de esta especie fue una tremenda pérdida para la sociedad, hecho que Corrientes pudo superar tras dar batalla contra su extinción por culpa de las actividades humanas.
En sentido cultural, señala, que el yaguareté forma parte esencial de la cultura del Norte argentino. Su propio nombre tiene origen guaraní y el animal aparece como protagonista de innumerables leyendas, cuentos y canciones.
En sentido ecológico, subraya que el yaguareté es el mayor depredador natural de los ecosistemas correntinos, cuya salud depende de su presencia.
En sentido económico, señala que al ser uno de los animales más hermosos del continente y provocar reacciones de maravilla y misterio ante la gente, el yaguareté se convierte en un atractivo turístico de primer rango, comparable con la experiencia de ver las cataratas de Iguazú, o el glaciar Perito Moreno.
En sentido legal y de política pública, distingue que el yaguareté es Monumento Natural Nacional y está oficialmente catalogado como especie en peligro de extinción.