El mundo se mantiene expectante sobre la potencial réplica de Israel a los bombardeos de Irán del pasado 1 de octubre. El retraso es atribuible a la política de apaciguamiento de Washington: retardar y reducir para evitar escalar; para no perjudicar la carrera de Kamala Harris hacia la presidencia de EE. UU. La Casa Blanca habría ofrecido a Israel incrementar sustancialmente los ya abultados paquetes de ayuda militar, como aliciente para que Tel Aviv desistiera de replicar. Algo rechazado por Netanyahu quien, obviamente, juega con que cualquier gobierno norteamericano siempre apoyará a su país, que es la más firme base norteamericana en el Oriente. Las hipótesis sobre la respuesta israelí podrían resumirse en cuatro grupos de objetivos. Uno, los actuales líderes de Hizbolá y Hamás –cuyos escalafones mutan frecuente y precipitadamente por los ataques quirúrgicos israelíes–, o, incluso, el ayatolá Alí Jamenei , supremo guía espiritual iraní. Dos, blancos específicamente militares, tales como cuarteles generales, defensas antiaéreas y bases aéreas iraníes. Tres, infraestructuras energéticas (gas y petróleo) iraníes. Opción que daría a Irán la excusa para cerrar la salida marítima de los productos energéticos por el Estrecho de Ormuz, y que podría ser asimismo pretexto para atacar infraestructuras energéticas de países de su entorno, como Arabia Saudita o EAU, provocando así una vertiginosa carrera de precios al alza o, incluso, un incendio bélico en Oriente Medio. Y cuatro, el más peligroso e improbable, las infraestructuras de los planes nucleares iraníes, con el riesgo de un accidente nuclear que contaminase no solo Irán sino también los países circundantes y, tal vez, el propio territorio israelí. Posiblemente, la respuesta, de llegar a materializarse, no pase de una combinación de los dos primeros grupos de objetivos (descabezamiento político y neutralización de objetivos militares). En tan impreciso escenario, está siendo objeto de un fuerte debate internacional la utilidad de Unifil, la misión de cascos azules desplegada en territorio libanés al norte de la llamada Línea Azul de separación entre las tropas regulares libanesas y las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Es una Misión de especial interés para España tanto por su enorme volumen (cerca de 11.000 efectivos, de los que alrededor de 700 son españoles), como porque, al contrario de la mayoría de otras misiones, en que existe un Alto Representante político (\'HighRep\', en argot común), el general al mando, actualmente el brillante teniente general español Aroldo Lázaro, ostenta también la gorra de \'HighRep\'. Resolución 1701Sin entrar en la larga historia de la misión, que se remonta a 1978, conviene recordar que, tras el enfrentamiento de las partes, en 2006 (año del comienzo de la participación española en la misión), las funciones principales del mandato de Unifil, incluidas en la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, se podrían sintetizar en: apoyar el respeto de la Línea Azul; asistir a las tropas regulares libanesas para que no existan ni personal armado ni armas entre el río Litani y la Línea Azul (excepto los de aquellas y Unifil); y apoyar al Gobierno del Líbano para asegurar las fronteras e impedir la entrada de armas. Es decir, evitar que, en su zona de despliegue se desarrollen acciones hostiles de alguna de las partes. Sin olvidar el innegable trasfondo religioso del conflicto y, consecuentemente, la diversidad de sensibilidades entre los cascos azules (con importantes contingentes musulmanes), es un hecho que ninguna de aquellas funciones se puede desarrollar plenamente. La Línea Azul se viola sistemáticamente. Las tropas regulares libanesas se han replegado del sur del Líbano. La zona de acción de Unifil es zona de combate. Los terroristas de Hizbolá acumulan y operan desde la proximidad de las bases de Unifil cuyas tropas permanecen en sus refugios. Aunque eso no es de ahora. Por ejemplo, en junio de 2007, bravos cascos azules de nuestra Brigada Paracaidista patrullando en BMR, en la zona de Al Khiam, cerca de Marjayoun, sufrieron un atentado que causó la muerte de 6 de ellos. En definitiva, entender el escenario bélico libanés demanda conocer la simple mecánica moduladora de un enfrentamiento vital de intereses entre Israel e Irán. El de Israel es asegurar los espacios de su entorno inmediato. El de Irán es asegurarse una presencia hostigadora en la vecindad de Israel mediante Hizbolá.