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Internacionales

Al borde del conflicto regional en Oriente Próximo

Las explosiones, la semana pasada, de miles de terminales de Hizbolá (buscapersonas y \'walkie-talkies\') perfilan una nueva fase del conflicto en Oriente Próximo. Aquéllas han despertado una nueva dimensión operativa, incluso para tropas regulares, en el crítico ámbito de la seguridad de las comunicaciones. Más allá de los muertos, miles de heridos, daños y golfas anécdotas (como la indiscreta detonación del busca de embajador iraní), el mensaje de la inédita traca ha resultado dual: descorazonador para los terroristas que, quizás hayan tenido que recurrir momentáneamente a las señales de humo apaches; y estimulador para la sociedad israelí, reivindicando sus servicios de Inteligencia, cuya reputación quedó dañada tras la sangrienta sorpresa del 7 de octubre. Las recientes declaraciones del líder de Hizbolá, Nasrala , acusando a Israel de «declarar la guerra» y del ataque a civiles resultan excesivamente farisaicas. En vez de autoinculparse por usar a los civiles como escudos humanos, olvida que esta guerra se inició cuando, en aquella fecha, los terroristas de Hamás, desde la Franja de Gaza, asaltaron territorio israelí matando a 1.200 personas y secuestrando a otras 250 (un centenar de ellas continúan, cautivas o muertas, en abominables mazmorras subterráneas). Noticia Relacionada ABC, en la frontera fantasma entre Israel y el Líbano reportaje Si «Cada día que pasa la guerra está más cerca» Chapu ApaolazaTres rasgos destacan en el actual frente Israel–Hizbolá. El primero es la decapitación repentina de la cúpula operativa de Hizbolá mediante un quirúrgico ataque aéreo, cuando aquélla celebraba una reunión de planeamiento en un barrio de la periferia sur de Beirut. En tal acción, junto a más de una docena de jefes subordinados, también pereció el jefe superior, Ibrahim Aquil –poco le han durado los entorchados, porque había sucedido en el cargo a Fuad Shukr , liquidado el pasado julio–. El segundo rasgo es el desplazamiento del centro de gravedad de las operaciones de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) desde la franja de Gaza al norte del país. Bien que, con un volumen más reducido, continúen con la limpieza y búsqueda de secuestrados en la Franja, y queden pendientes las negociaciones con Egipto sobre el futuro estatuto del Corredor de Filadelfia. A la par, se están produciendo dos hechos significativos. Uno es el incremento exponencial de los ataques aéreos israelíes contra rampas de lanzamiento de cohetes y objetivos de oportunidad en el sur del Líbano, así como contra el bastión terrorista del Valle de la Becá (55 km al este de Beirut). La respuesta de Hizbolá se focaliza mayormente en el lanzamiento de cohetes, al bulto, sobre territorio israelí (particularmente sobre Haifa y norte de Israel). El otro es la concentración de una gran masa de maniobra de las FDI, orientada hacia el norte del país. Ambos parecen preparatorios para una operación de retorno a sus casas de los más de 70.000 israelíes que fueron evacuados del norte de Israel tras la carnicería del 7 de octubre. Para ello, habría que neutralizar una franja de terreno de unos 30 km de profundidad al norte de la línea azul (publicada por la ONU el 7 de junio de 2.000) de separación entre Hizbolá y las FDI que necesitaría de la entrada de fuerzas de las FDI en el sur del Líbano, donde despliegan los cascos azules de UNIFIL. Algo que supondría no solo la voladura del mandato de Naciones Unidas para la zona (recientemente prorrogado hasta final de agosto de 2025), sino también la puesta en grave riesgo de los 11.000 componentes de esa misión, entre los que se encuentran alrededor de 800 españoles (Mando y Cuartel General en Naquora y en el Sector Este con base principal en Marjayoun). Tropas que, de momento, están al relativo resguardo en sus búnkeres y parapetos. La hipótesis anterior introduce el tercer rasgo: el férreo control de Cisjordania, para prevenir potenciales sabotajes y actos propagandísticos de los dos grupos terroristas más potentes allí: Yihad Islámica y Hamás. Eso significaría, de facto, la plena anulación de la Autoridad Nacional Palestina de Ramala. De momento, y como aviso a navegantes, las tropas israelíes, en la madrugada del domingo, cerraron la emisora catarí Al Yazira . La gran guinda de todo este peligroso pastel es el enorme refuerzo en curso de las fuerzas norteamericanas terrestres, navales y aéreas en el Mediterráneo occidental y Oriente Próximo. Caminamos hacia un conflicto de dimensión regional.

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