El todavía canciller alemán, Olaf Scholz , está llevando a cabo una actividad frenética, muchos más intensa que durante el resto de la legislatura, en el tramo final de su mandato. Sólo esta semana, ha visitado una fábrica de Ford y ha intentado mediar entre trabajadores y directiva de Volkswagen, ha convocado en la Cancillería una cumbre del acero y ha coqueteado con la idea de un rescate a Thyssenkrupp , ha propuesto una reducción del IVA a los alimentos como medida contra la persistente inflación y ha ideado un plan para garantizar el suministro de materias primas críticas como el litio. Ha viajado en secreto a Kiev , para ofrecer allí nuevos paquetes de armamento y ha exigido un programa europeo de ayudas para la compra de coches eléctricos.El común denominador de todas estas medidas es su falta de presupuesto y, por tanto, de factibilidad. Scholz ha logrado imponer en su Partido Socialdemócrata (SPD) un acto de fe sobre una remontada electoral que no se manifiesta en las encuestas, en las que no pasa del 17%, en el más optimista de los sondeos. Para dar visos de credibilidad a sus propuestas, Scholz está haciendo guiños a la oposición conservadora de la CDU de cara a una posible nueva gran coalición y la CDU, por su parte, está poniendo sobre la mesa condiciones sine qua non, en el hipotético caso de que esa nueva gran coalición se negociase: una de las más destacadas sería la retirada de la reforma de la ley electoral.«No firmaremos un acuerdo de coalición que no diga expresamente que la reforma de la ley electoral será abolida de nuevo» ha advertido el vicepresidente del grupo parlamentario conservador, Johann Wadephul , «porque si una persona elegida democráticamente en su circunscripción no termina en el Bundestag, muchos votantes se sentirán estafados».Noticia Relacionada estandar Si La ultraderecha de AfD se lanza a por una Alemania fuera del euro Rosalía Sánchez Scholz no muestra resistencia a deshacerse de parte de la legislación de su fallida coalición semáforo y evita el gran asunto que la CDU ha lanzado al ruedo político, la exigencia de un plan gubernamental de retorno de refugiados sirios, ahora que ha caído el régimen de Assad, con un billete de avión de vuelta y un subsidio de mil euros por persona para facilitar que puedan rehacer su vida en su país. El todavía canciller se limita a recordar que «la situación en Siria es todavía muy, muy peligrosa», pero no rechaza abiertamente la medida. Y en esta situación de precampaña ha llegado al calendario la cita ineludible: Scholz presenta hoy formalmente al Bundestag la solicitud de la moción de confianza que tendrá lugar el 16 de diciembre y pone en marcha el mecanismo legal que terminará en las elecciones anticipadas del 23 de septiembre. Comienza oficialmente la cuenta atrás para su salida de la Cancillería alemana y, muy posiblemente, para la llegada a la \'lavadora\', como popularmente se refieren los berlineses al edificio del conservador Friedrich Merz , con más de 33% en todas las encuestas.Merz, por su parte y sin la plataforma de una jefatura de Gobierno, también muestra un alto nivel de actividad. También ha viajado a Kiev, sólo horas después de que lo hiciera Scholz, para fijar allí la posición real que mantendrá Alemania en adelante, que pasa por trabajar tan estrechamente como sea posible a favor del paz de paz de Donald Trump . Tiene ideas bastante precisas sobre cómo relanzar la economía alemana, pero rebaja las expectativas en asuntos que podrían llamar a error. La CCU, por ejemplo, considera un error el hecho de haber desconectado los últimos reactores nucleares, pero Merz advierte que no confía en un reinicio a corto plazo, fundamentalmente por cuestiones técnicas. Mientras es cortejado tanto por el SPD como por Los Verdes, por la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD) y por la extrema izquierda de Alianza Sahra Wagencknecht (BSW), se niega a utilizar el témino \'cortafuegos\', pero manifiesta escepticismo respecto a posibles colaboraciones con Los Verdes y reconoce que «venderíamos nuestra alma si trabajásemos con esa gente», en relación a AfD. Señala, por lo demás, líneas rojas de contenido. Ha declarado «escandaloso», por ejemplo, el intento de abolición del párrafo 218 del Código Penal, para legalizar el aborto en las primeras doce semanas en un procedimiento acelerado, con el que los socios menores de la coalición semáforo intentan anotarse un tanto electoral de última hora. «Estoy realmente consternado al ver que el propio canciller sigue hablando de cohesión y de sentido de Estado, mientras esta moción aparece en el Bundestag con su firma», ha dicho. Se muestra firme también en otras cuestiones, como el año de servicio social obligatorio para los jóvenes, independientemente de su género, e intercambia visiblemente ideas con los gestores de las industrias del futuro, investigadores y oficiales de la Bundewswehr. Sugiere también una próxima reducción de las extensiones del Estado y denuncia que «el Gobierno federal se ha excedido masivamente con la cobertura de puestos de liderazgo en los ministerios».