Joe Biden busca el respaldo del G-7, el grupo que reúne a las principales economías del mundo, para impulsar una transición en Siria , actualmente liderada por un opositor al que EE.UU. considera un terrorista con «las manos manchadas de sangre» y por cuya captura ofrece una recompensa de 10 millones de dólares. El presidente participó ayer en una reunión virtual a puerta cerrada con los líderes de Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y Reino Unido.El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan , explicó el optimismo de Washington en la situación actual por varios factores: la caída del régimen sirio ha supuesto un duro golpe a la influencia de Irán y Rusia en la región, mientras que los avances militares de Israel contra las estructuras y líderes de Hamás han creado un contexto propicio para el cambio en Siria.El primer ministro británico, Keir Starmer , subrayó durante la reunión que «la caída del brutal régimen de Assad debe ser bienvenida, pero debemos ser conscientes de lo que viene después. La prioridad debe ser la seguridad del pueblo sirio mientras apoyamos una transición política que conduzca a un gobierno creíble, inclusivo y no sectario en nombre de todos los sirios». Esto ya fue recogido en un comunicado conjunto emitido el jueves, interpretado como un ofrecimiento de concordia a los rebeldes, siempre y cuando estén dispuestos a instaurar un sistema realmente democrático e inclusivo, algo que aún está en duda.Noticia Relacionada estandar Si Alemania reclama su derecho a reconstruir Siria después de acoger a un millón de refugiados Rosalía Sánchez Ofensiva diplomática de Berlín para rentabilizar sus lazos con la oposiciónAbu Mohamed al Jolani , líder de los rebeldes sirios que han asumido el poder, cuenta con un historial vinculado a Al Qaida y colaboraciones con Daesh. Tanto él como gran parte de sus combatientes, procedentes del Frente Al Nusra, están sancionados por EE.UU. por actos de terrorismo, incluidos secuestros, torturas y ejecuciones sumarias. No obstante, el régimen de Bashar al Assad, acusado también de crímenes de guerra, ofrecía pocas garantías antes de su derrumbe en una región desgarrada por años de conflicto, a pesar de que en sus últimas horas trató desesperadamente de ganarse el apoyo tanto de Biden como del entonces presidente electo, Donald Trump.Sullivan destacó en una visita a Israel que las recientes acciones militares de ese país en Siria se centran en identificar y neutralizar amenazas potenciales, tanto convencionales como relacionadas con armas de destrucción masiva, que podrían poner en peligro a otros aliados en la región. Las operaciones israelíes, llevadas a cabo en días recientes, incluyen bombardeos a posiciones militares, arsenales y centros de mando vinculados a Irán y a grupos armados aliados como Hizbolá.El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, espera para desembarcar de un avión en el balneario jordano de Aqaba, en el Mar Rojo ReutersBlinken en IrakEl interés de Washington en respaldar a este equipo de transición es tal que el secretario de Estado, Antony Blinken, ha viajado a Irak mientras su equipo trabaja para coordinarse con estos rebeldes, hasta hace poco considerados yihadistas. De su colaboración depende, entre otras cosas, la liberación de estadounidenses detenidos, como el periodista Austin Tice, secuestrado en Damasco hace más de una década. De momento, los de Al Jolani han dado indicaciones que colaborarán con EE.UU. en esta búsqueda, mientras tratan de estimar la magnitud de la gran red de cárceles conocidas y secretas de la dictadura. El grupo rebelde Hayat Tahrir al-Sham (HTS), responsable de la caída de Al Assad, sigue designado como organización terrorista por EE.UU.. Sin embargo, tanto Washington como el G-7 condicionan su posible retirada de esa lista a que el nuevo gobierno sea inclusivo con las minorías étnicas y religiosas de Siria. Jolani, quien en los últimos años ha buscado distanciarse del extremismo, ha intentado asegurar una postura no sectaria. Mientras tanto, Trump ha insistido en que EE.UU. no debe involucrarse en el conflicto sirio, que son los sirios quienes deben decidir su futuro y gobierno.