Daniil sostiene el fusil con firmeza. Mira al frente desde su trinchera a la espera de un ataque enemigo . Pero esto es sólo un simulacro. El joven de 18 años, vecino de Dnipro, todavía tendrá que entrenar más tiempo, un mes como mínimo, antes de lanzarse al combate. Será un soldado de asalto. Una de las posiciones más peligrosas e importantes en un momento en el que Ucrania necesita con urgencia personal de infantería . Como el resto de sus compañeros, Daniil no dudó en enrolarse en las filas del Ejército cuando le dieron la oportunidad. Él es uno de los nuevos soldados del Batallón Alcatraz , el único conformado enteramente por antiguos reclusos. Todos coinciden que están mejor en el servicio militar que en prisión. Todavía no han probado la crudeza de la guerra y, en contraste con algunos movilizados, tienen el mejor de los ánimos dadas las circunstancias. «Nadie obliga a nadie. Ellos muestran un deseo: quieren servir y nosotros los acogemos. Nuestra única tarea es enseñar y guiar. También tratamos de prepararlos psicológicamente. La prioridad es que todas estas personas se mantengan vivas y saludables. Nosotros, como sociedad no debemos rechazarlos, sino por el contrario, debemos ayudarlos», explica Valentín, el comandante del batallón. Los oficiales del \'Alcatraz\' son militares con años de experiencia. El líder de esta unidad militar forma parte del ejército desde hace más de una década. Fue uno de los participó en la famosa batalla de Debáltseve en 2015. Valentín confiesa que es todo un desafío estar al mando de los presos. «Es diferente a trabajar con soldados regulares. Es un reto, pero lo cierto es que toda nuestra gente viene muy motivada. Uno de los factores clave es que han sido liberados». Noticia Relacionada estandar Si Sin rastro de las tropas de Corea del Norte en la guerra de Ucrania desde mediados de enero Miriam González | Kiev El Servicio de Inteligencia Nacional de Corea del Sur afirma que los soldados de Kim Jong-un ya no están participando en las batallas en esta región rusa debido a las numerosas bajasEl grupo de uniformados se despliega en un semicírculo para atender a una lección sobre medicina de combate bajo los estándares de la OTAN . Cesan las charlas cuando el instructor empieza a dar las explicaciones que pueden salvar sus vidas en las líneas de combate. Los entrenamientos abarcan seis días a la semana. Menos el domingo, su jornada de descanso. Los reclutas aprenderán desde el manejo de granadas hasta la realización de una evacuación. También tendrán las claves para moverse por las trincheras o «limpiar un edificio».Algunos de los miembros de este Batallón, integrado en la famosa Brigada 93, ya han realizado misiones de combate en los frentes de Kurajove, Pokrovsk y Chasiv Yar. A día de hoy son los puntos más críticos que están sosteniendo los ucranianos en la región oriental de Donetsk . Rusia acumula casi todas sus ofensivas en esta zona desde hace meses.Daniil, de 18 años, es el soldado más joven del Batallón Alcatraz M. GonzálezEl comandante admite con orgullo que sus subordinados han completado sus tareas con «bastante éxito» a pesar de ser las más duras. «Si el desempeño de los exconvictos es bueno, podrán aspirar a otros puestos dentro del ejército y esto también es un incentivo para ellos», apunta Valentín.Empezar de ceroAl vestir el uniforme de las Fuerzas Armadas de Ucrania estos hombres ya no serán descritos como criminales. Las fechorías pasadas se convertirán un capítulo cerrado. Ahora son militares al servicio de su patria. El comandante insiste en que los combatientes «comienzan sus vidas, se podría decir, desde cero: vienen y empiezan todo de nuevo». Volodímir Zelenski, el presidente ucraniano , firmó en marzo de 2024 una ley que permite a los condenados acortar sus penas de cárcel si firman un contrato con el Ejército. No todas las categorías de convictos son aptas para enrolarse en las Fuerzas Armadas. Aquellos que hayan sido juzgados por violación, doble asesinato, corrupción o delitos contra la seguridad nacional no podrán conmutar sus condenas combatiendo. Kiev tomó la medida para aumentar el número de efectivos en sus filas, que a día de hoy siguen teniendo una desventaja numérica frente a las tropas de Rusia.Los expresos afirman estar mucho mejor en el Ejército que entre los muros de la cárcel M. GonzálezLas edades de los integrantes del Batallón Alcatraz oscilan entre los 18 y los 40 años. Todos ellos, sin excepción, afirman que fueron encarcelados «por robar». Y la mayoría se han revelado como un inesperado orgullo para sus allegados. Yura de 35 años es de Sloviank, cuenta con una amplia sonrisa que su familia apoyó su decisión desde el primer momento. «Los rusos están matando a nuestros niños», enfatiza con enfado cuando explica sus motivaciones para luchar. El hermano de Yura fue un soldado movilizado que falleció en combate. Él parece ser muy conscientes de todos los peligros que va a enfrentar pronto. Sin embargo, sentencia: «El que no arriesga no bebe champán». Andrei de 24 años es natural de Poltava, sólo murmulla que acabó en prisión por ser un «joven tonto». Afirma también que está mucho mejor en el Ejército que entre los muros de la cárcel. Vasia, con 30 años, esta separado de su esposa y sus dos hijas por miles de kilómetros. Servir en el ejército no solo le dará la oportunidad de reducir su condena; con un sueldo podrá ayudar a sus familiares refugiados en Alemania.Daniil es el más pequeño del grupo y el más expresivo. No aparenta los 18 años que tiene. Con una mirada que desprende viveza bajo un caso que empequeñece su cara no oculta su sonrisa. El joven amable habla con franqueza y sin tapujos sobre los hechos que le quitaron la libertad. «Estaba tomando alcohol con el que era mi jefe. La situación comenzó a complicarse cuando empezó a decir malas cosas de mi familia. Discutimos. Yo, en momento dado, cogí un vaso y se lo estampé en la cabeza. Después le robé algunos grivnas [moneda oficial de Ucrania]», confiesa el soldado.Una médica canadienseEl Batallón Alcatraz es uno de los más particulares de todas del Ejército ucraniano. No sólo porque esté formado por antiguos presidiarios, si no porque también cuenta con una medica de combate de Canadá. April Hugget comenzó su andadura en Ucrania hace más de dos años como voluntaria civil. Dejó atrás una vida «cómoda» en su país con la intención de que «el mundo sea un lugar mejor». Además de recaudar fondos para el Ejército, se ocupaba de evacuar civiles y animales de los pueblos del frente. Y por si fuera poco, alegraba la vida de los niños huérfanos con regalos y material escolar. El continuo avance ruso y la perdida de sus amigos más cercanos la empujaron a formar parte de las Fuerzas Armadas. Una decisión tan valiente como ella.La canadiense April Hugget instruye al Batallón M. GonzálezSu labor comienza cuando los exreclusos aterrizan en el Batallón. «Estas personas provienen de todo tipo de estratos sociales y tienen muchos problemas de salud. Así que lo primero que hacen aquí es recuperar su salud, y ese es mi trabajo». April siempre está pendiente de las necesidades de sus soldados y no descansa hasta conseguir que estén lo mejor equipados posible. Esta médica de combate entiende muy bien los riesgos a los que se enfrentarán estos hombres en el frente. La guerra que Rusia desató contra Ucrania está a punto de cumplir los tres años mientras el futuro se tiñe de incertidumbre por cuestiones que se escapan a los militares que sostienen la defensa del país. Mientras en las capitales aliadas se discute sobre conversaciones de paz, la guerra sigue aquí. April está decidida a continuar en la batalla, cuidando a sus muchachos y arriesgando la vida para apoyar al país invadido. «Lo importante no es cómo morimos, sino cómo vivimos. Cada uno de nosotros lleva consigo a las personas que hemos perdido. Son nuestra motivación para seguir adelante y los honramos al seguir luchando».