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El 'blues' de Kamala Harris: Trump seduce a la clase proletaria

Cada camión que pasa saluda con el estruendo de sus bocinas a un puñado de manifestantes en una carretera de Wayne , a las afueras de Detroit , en el estado de Míchigan . «El cien por ciento de los camioneros está con nosotros», dice a este periódico Harry Calabrese , abrazado a una bandera enorme con las cuatro letras, en mayúsculas, más conocidas del Estados Unidos contemporáneo: TRUMP . Detrás de él, la planta de ensamblaje de Ford , el gran símbolo de la gloria industrial americana, ahora en declive.«Yo fui trabajador y afiliado al sindicato ahí durante 40 años. Voté muchas veces a los demócratas. Soy de una familia de sindicalistas de la Ford. Mi padre, mi tío, mi hermano mayor. Todos trabajamos aquí», cuenta Calabrese, ya retirado, mirando al mamotreto gris, con paredes de acero, donde sus excompañeros colocan pastillas de freno y salpicaderos. Ahora, en plena campaña electoral, trata de convencerlos de que están equivocados, como él lo estaba antes, si votan a los demócratas. Donald Trump , el multimillonario neoyorquino, es su hombre. «La gente en las fábricas empieza a abrir los ojos, a darse cuenta de que los demócratas no persiguen nuestros intereses , que no creen en lo que nosotros creemos«, defiende.Incluso en uno de los electorados más fieles a los demócratas, los afiliados a los sindicatos, el deterioro del apoyo es palpable. «Los líderes sindicales están vendidos al Partido Demócrata «, dice Brian Pannebecker , un exsindicalista que organiza estas protestas. Cada miércoles, acuden a una factoría de Míchigan para animar a la espantada de sus compañeros. «Pero las bases, los afiliados, están cada vez más con Trump. Él habla nuestro lenguaje , él nos representa«, añade, vestido con atuendo trumpista, desde la visera hasta unas zapatillas con el nombre del expresidente.Noticia Relacionada Faltan cuatro martes para la elección en EE.UU. estandar Si El infierno de ser votante en Pensilvania Javier Ansorena | Enviado especial a Pittsburgh (Pensilvania) Es probable que Donald Trump o Kamala Harris no lleguen a la Casa Blanca si no ganan aquíLa erosión del voto proletario es una de las grandes amenazas de Kamala Harris , la candidata demócrata. Buena parte de sus opciones de llegar a la Casa Blanc a pasan por contener el cortejo de Trump a este electorado en los estados decisivos del llamado \'cinturón del óxido\' , la América industrial en el norte y el Medio Oeste.Ese \'muro azul\', sin embargo, tiene grietas. La principal, la clase trabajadora, donde el declive industrial combinado con el mensaje populista económico de Trump es un cóctel poderoso . «Si no ganamos, desaparecerá la industria del automóvil», «otros países os roban el negocio», «os traeré muchas fábricas», dice el expresidente en un mitin multitudinario en Flint , otra ciudad industrial de Míchigan, una hora al norte.«Yo trabajaba en la Delphi, ahí mismo», apunta con el dedo Paul Rye , un sindicalista ya retirado, que habla con ABC mientras hace una cola de varias horas para ver a Trump. « La planta cerró, se marchó a otro sitio. Me gusta lo que él dice sobre economía«, asegura sobre el candidato republicano.«La gente en las fábricas empieza a abrir los ojos. Los líderes sindicales están vendidos al Partido Demócrata» Brian Pannebecker Exsindicalista partidario de TrumpEl cortejo de la clase industrial deteriorada fue una de las claves de la victoria de Trump en 2016. No era un fenómeno nuevo. El desapego con los demócratas arrancó con la crisis industrial de las décadas de 1960 y 1970 y se sintió con fuerza en las presidencias de Ronald Reagan . En especial, en Míchigan. El condado industrial de Macomb , al norte de Detroit, es considerado uno de los grandes enclaves de los llamados «demócratas de Reagan», el votante tradicional de este partido, pero conservador en lo social, que cambió de bando en la década de 1980.Los demócratas recuperaron en parte esos votos, pero el mensaje de Trump volvió a calar en 2016 en medio de una frustración creciente sobre el deterioro de los salarios y la deslocalización de empresas . «Trump ha construido una base electoral muy sólida sobre posiciones antiinstitucionales», explica Michael Traugott , profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Michigan, la más prestigiosa del estado y uno de los mejores centros públicos del país. «Pero también sobre una considerable ansiedad económica, que viene de una creciente desigualdad y que se manifiesta en el convencimiento de la gente de que se ha perdido el llamado sueño americano , de que sus hijos ya no progresarán como lo hicieron ellos«.Las grietas en ese \'muro azul\' están llegando hasta los sindicatos, el gran bastión demócrata. Un análisis de encuestas de la CNN asegura que Trump va camino de lograr el mejor resultado entre afiliados a sindicatos para un candidato republicano de los últimos 40 años. Harris solo tiene una ventaja de nueve puntos , frente a los 19 que consiguió Joe Biden en 2020 y los 30 que logró Bill Clinton en 1992.VIAJE AL MOTOR GRIPADO DE AMÉRICA Un desolador paisaje de naves abandonadas, factorías oxidadas, autopistas y solares se extiende por los alrededores de Detroit, que fue el corazón de la industria automovilística de Estados Unidos y hoy es el motor gripado de su economía. La deslocalización de fábricas está haciendo que muchos de sus trabajadores, que votaban tradicionalmente a los demócratas (imagen superior), se decanten ahora por Trump, como se aprecia en un mitin multitudinario en Flint (arriba a la izquierda) y cuentan dos de sus seguidoras, las maestras Anne Strong y Heather Baldridge (arriba a la derecha) jAVIER ANSORENAMás malas noticias para Harris: el creciente desapego de la clase trabajadora de minorías raciales . En 2012, Barack Obama obtuvo un margen de 67 puntos entre estos votantes. Según una encuesta de \'The New York Times\' y Siena College , la ventaja de Harris respecto a Trump es solo de 24 puntos. Esa es una de las razones por las que la candidata demócrata va 18 puntos por detrás del republicano en la clase trabajadora a nivel nacional.«Trump es un mentiroso convincente», critica la dirigente sindical Ashley Lewis , quien dirige el Departamento Femenino de United Auto Workers (UAW), el poderoso sindicato del sector de la automoción. Así explica el atractivo del expresidente para algunos trabajadores. Y niega, desde la sede de la UAW en Warren , al norte de Detroit, lo que auguran las encuestas sobre su creciente ascendencia entre los afiliados. «Con independencia de los intentos de Trump por seducirlos, los sindicalistas van a apoyar a Harris», asegura. «Cuando él estaba jugando al golf, ella se sumó a un piquete», recuerda un apoyo en persona de Harris a un movilización sindical en 2019, en su época como senadora.«Los mensajes de Trump no tienen eco en la clase trabajadora», asegura Lewis, quizá con más deseo que realidad. «Como presidente, seguimos con déficits comerciales y le dio la espalda a los trabajadores «.«Con independencia de los intentos de Trump por seducirlos, los sindicalistas van a apoyar a Harris» Ashley Lewis Directora del Departamento Femenino del Sindicato Unido de AutomociónLa UAW ha dado su respaldo a Kamala Harris y se ha implicado en la campaña, con sus propios esfuerzos para registrar votantes e incluso ir puerta a puerta para convencer a los indecisos. Muchos otros sindicatos, como la Culinary Union , el enorme grupo de trabajadores del sector hotelero y de la restauración, también lo han hecho. Estos últimos, con importancia especial en otros estados decisivos, como Nevada (sobre todo, por su peso en Las Vegas ) Pero, una vez más, hay otras grietas en el sindicalismo. La más evidente, la decisión de los Teamsters –otro sindicato poderoso, el de los camioneros– de no apoyar a ningún candidato, después de haber apostado por los demócratas durante décadas.«Parece un cliché, pero muchas de nosotras seguimos en el armario», dicen Anne Strong y Heather Baldridge desde el mitin en Flint sobre su apoyo a Trump. Ambas son rubias, maestras de colegio público y exafiliadas al sindicato educativo, del que se marcharon después de más de dos décadas pagando cuotas. «Toda mi familia era de la UAW, demócratas. Pero se fueron con Reagan en los ochenta. Ahora, el mensaje de Kamala y de los demócratas a los trabajadores no es auténtico».«Toda mi familia era del Sindicato Unido de Automoción, era demócrata. Pero se fue con Reagan en los años 80. Ahora, el mensaje de Kamala y de los demócratas a los trabajadores no es auténtico» Anne Strong Maestra y exafiliada del sindicato educativoEl paisaje de naves, factorías oxidadas, autopistas y solares se extiende por todos los alrededores de Detroit , Motown , la ciudad del motor. Llega hasta Monroe , donde el tejido industrial de Míchigan está a punto de convertirse en Ohio. Es otra de esas pequeñas urbes de gloria industrial pasada. Su calle principal, vacía de almas, con edificios de ladrillo rojo y ventanales, es un cuadro de Hopper . A través de uno de esos cristales se ve a un grupo de personas sentadas alrededor de una mesa. Son voluntarios del Partido Demócrata, escribiendo postales a mano para tratar de convencer a los vecinos de que deben votar a Kamala.«El Partido Demócrata apoya los derechos de la clase trabajadora», dice Henry Hunson, veterano votante, sentado al lado de figuras de cartón a tamaño natural de Harris y Joe Biden . «Trump ha instalado en sus seguidores el sentimiento de agravio, de que el mundo se ha portado mal con ellos y que él es quien los va a salvar».Harris corrige el error de Clinton en 2016Todos aquí recuerdan el error estratégico de Hillary Clinton en 2016, en su derrota frente a Trump. Iba sobrada. No hizo campaña en sitios como este. Dio por hecho que el voto proletario era suyo. Llamó «cesta de deplorables» a los seguidores del multimillonario neoyorquino.Aquí dicen que Kamala, como Biden en 2020, ha aprendido de aquello. « Está visitando localidades pequeñas, para ver y que la vean. Ha generado mucho más entusiasmo que Hillary«, asegura Carol Koesel , entre mapas de los distritos de voto.De vuelta en la planta de ensamblaje de Ford, la concentración se anima con el cambio de turno. «¡Estoy con vosotros! ¡\'Go Trump\'!», grita un operario joven, de pelo largo, por la ventanilla de su coche. ¿Cuántos hay como él en las miles de fábricas y plantas de Míchigan ? La respuesta será determinante para decidir quién se queda con las llaves de la Casa Blanca.

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