En una charla con jesuitas en África, el Sumo Pontífice volvió a sostener que su dimisión "no está en agenda" y recordó el caso de su antecesor, Benedicto XVI.
Después de reconocer que entregó una carta de dimisión en caso de tener problemas de Salud, el Papa Francisco advirtió que la renuncia de los pontífices no debería "convertirse en una moda" en la Iglesia Católica Romana y tendría que ocurrir solo en circunstancias verdaderamente excepcionales.
El Santo Padre hizo la aclaración durante un encuentro con jesuitas en una reciente gira que tuvo en África, donde visitó Sudán del Sur y la República Democrática del Congo. Allí aseguró que el cargo que ocupa es "para toda la vida" y citó la importancia de las "tradiciones históricas".
Las declaraciones de Francisco fueron consignadas por la revista La Civiltà Cattolica, donde volvió a negar que vaya a dejar el cargo o que esa decisión fuera siquiera inminente. También mencionó la sorpresiva salida en 2013 de su predecesor, Benedicto XVI, cuyo nombre secular era Joseph Ratzinger, a quien recordó como alguien que "tuvo el coraje de hacerlo porque no se sentía con ganas de continuar debido a su salud".
"Yo por el momento no tengo eso en mi agenda, el ministerio del Papa es ad vitam y no veo ninguna razón para que no sea así", sentenció tajante, al considerar que "el ministerio de los grandes patriarcas es siempre vitalicio".
La carta de renuncia de Francisco
Las frases del papa contrastaron con otras que había realizado tiempo atrás. En 2014, Francisco opinó que la renuncia de Benedicto XVI no debería verse como un "caso único" y el año pasado comentó que sus problemas de salud lo hicieron darse cuenta de que tenía que reducir la velocidad " o hacerse a un lado".
"Es verdad que escribí mi dimisión dos meses después de las elecciones y entregué esta carta al cardenal Bertone. No sé dónde está la carta", indicó Jorge Bergoglio, de 86 años, en diálogo con los jesuitas, consultado sobre los dichos que realizó a fines de 2022, cuando confirmó que tiene firmada su renuncia.
En ese sentido, explicó que lo hizo por si tiene "algún problema de salud" que le impida "ejercer el ministerio" y no es plenamente consciente para dimitir. "Sin embargo, esto no significa para nada que la renuncia de los Papas deba convertirse en algo así como una moda, algo normal", enfatizó.
Por último, rememoró que en la primera mitad del siglo XX "Pío XII también escribió una carta como prevención en el caso de que Adolf Hitler se lo llevara a Alemania", lo cual finalmente no ocurrió.
Francisco y sus problemas de salud
Los problemas de salud del Sumo Pontífice solo han alimentado la especulación de que podría renunciar en algún momento. Precisamente, Francisco hizo referencia a esa rumor en su charla con los jesuitas y manifestó que si "nos dejamos llevar por el murmullo, deberíamos cambiar de Papa cada seis meses".
Francisco fue sometido a una operación del intestino, sufre de ciática y tiene problemas en los ligamentos de la rodilla, que lo aquejan desde ya hace tiempo. Debido a ese motivo, ha suspendido y postergado diferentes compromisos, mientras que fue fotografiado en silla de ruedas en reiteradas oportunidades.
Puntualmente, el Santo Padre sufre de gonalgia, una forma especialmente dolorosa de artrosis de rodilla que afecta al tejido blando alrededor de ella, y ya se ha sometido a varias infiltraciones para aliviarla.
Sobre su salud, Bergoglio descartó que vaya a operarse, ya que dejó claro que antes de ser intervenido renunciaría. Esas palabras fueron pronunciadas por el Papa ante obispos italianos en una reunión del 23 de mayo pasado para elegir un nuevo presidente de su Asamblea Episcopal, aunque fuentes oficiales precisaron que habría sido "en tono de broma".
El caso de Benedicto XVI
En 2013, el Papa Benedicto XVI, citando su frágil salud física y mental, se convirtió en el primer pontífice en renunciar en 600 años. Vivió casi 10 años más y permaneció lúcido hasta unos días antes de su muerte el pasado 31 de diciembre.
Benedicto continuó escribiendo y recibió visitantes, quienes a veces revelaban lo que decía, alimentando a una facción católica conservadora y nostálgica descontenta con el papado de Francisco.
Sus casi 10 años como Papa emérito fueron uno de los períodos más divisivos en la historia de la Iglesia moderna. Aunque Francisco a menudo comparó tener a Benedicto viviendo en el Vaticano con tener "un abuelo en la casa", un libro del asistente más cercano de Benedicto XVI expuso tensiones mientras los dos hombres vestidos de blanco vivían en la pequeña ciudad-estado.