¿Cómo tratar con un hombre que no tiene paciencia para los detalles? Con alguien que no respeta a gobernantes con impulsos humanitarios y se deja fascinar por los más brutales autócratas. Con un promotor inmobiliario obsesionado por los negocios. Con un nuevo rico que respeta el poder viejo y busca la aprobación de los mercados financieros y de los trillonarios. Alguien que, a pesar de su zafia retórica, solamente quiere que le valoren como un líder destinado a proteger a los estadounidenses de a pie.La hipérbole sincera . En las páginas de lo que pasa por ser el libro más revelador sobre Donald Trump –\'The Art of the Deal\' (1987)–, el entonces magnate inmobiliario avanzó el concepto de «hipérbole sincera». Toda una engañosa contradicción en términos ya que se puede ser hiperbólico o sincero pero difícilmente es posible combinar de forma simultánea el ditirambo y la candidez. Según explicaba Trump en el \'bestseller\' escrito con ayuda del periodista Tony Schwartz: «La clave final de lo que promociono es bravuconería. Juego con las fantasías de la gente. La gente quizá no piensa a lo grande por sí misma pero se emociona con quienes lo hacen. Yo lo llamo hipérbole sincera». Para sentar el tono de su retorno a la Casa Blanca, Trump sigue utilizando esta efectiva estrategia de exageración improvisada, esperpento y provocación.El peregrinaje a Mar-a-Lago . No hay mejor alternativa para mantenerse en el lado bueno de Donald Trump que rendirle pleitesía en persona. Según la repetida recomendación de Gordon Sondland, ex embajador de la Administración Trump: «Hay que mover el culo y montarse en un avión, ir a Mar-A-Lago . No traer equipo de asesores. Sentarse con el presidente Trump y empezar a hablar sobre cosas que se pueden hacer hoy o mañana, no en el plazo de veinte años».Noticia Relacionada opinion Si La nueva era chapada en oro Pedro Rodríguez La letanía de la convergencia entre dinero y poder político es tan larga como deprimenteLa mentalidad del ladrillo . En sus raros momentos de sinceridad, Trump se define esencialmente como un promotor inmobiliario. Una sensibilidad por el ladrillo jalonada por su rascacielos en la Quinta Avenida de Nueva York, sus hoteles, casinos y campos de golf. Y sublimada con su empeño de 2016 de levantar un muro en la frontera de México, con el ofrecimiento a Kim Jong Un de construir un Marina d\'Or en Corea del Norte , o incluso multiplicar la seguridad nacional de Estados Unidos con una masiva recalificación de terrenos en Groenlandia, Canadá o Panamá. Un aspecto clave de esta mentalidad de negociante inmobiliario es que los competidores de hoy pueden ser los socios de mañana.Piel muy fina . Mucho cuidado con ofender a Donald Trump o pasarse con las críticas. Acostumbrado a rodearse de personas que le consideran un genio (o el puto amo), el nuevo presidente no tolera las humillaciones o las descalificaciones, sobre todo en su entorno. Todos los presidentes exigen lealtad pero Trump prefiere obediencia y fidelidad absoluta. Destacados y valiosos miembros de su primer gobierno, como Nikki Haley o Mike Pompeo, han sido enviados al ostracismo por lo que Trump considera una falta imperdonable: pasarse de listos con él o no defenderle.\'Ubi est mea\' . La cuestión más importante en la mentalidad transaccional de Trump es: ¿Dónde está lo mío? Hay un par de percepciones erróneas recurrentes con el nuevo presidente. La primera es pensar que es diferente en campaña y en el Despacho Oval. Y la segunda, que basta con hacerle la pelota. Su mentalidad es transaccional, incluso de juego de suma-cero en el que solamente es posible un ganador. Por eso, cualquier decisión política de Trump conlleva un cálculo de coste-beneficio. Hasta Zelenski ha empezado a argumentar que la defensa de Ucrania interesa económicamente a Estados Unidos.Aquiescencia por aburrimiento . Trump no es famoso por su capacidad de prestar atención, incluso a los exclusivos \'briefings\' de Inteligencia que la CIA prepara para los presidentes de Estados Unidos. Ante su impulsividad, no es una buena idea intentar largas discusiones cargadas de elaborados argumentos para hacerle cambiar de opinión. El presidente Macron lo sabe muy bien. Después de invertir una hora y media en abril del 2018 para persuadirle de que no renegase del tratado nuclear con Irán, un aburrido Trump pareció darle la razón. Un mes después de lo que Macron consideraba un gran éxito de sus habilidades de persuasión, el líder americano denunciaba el acuerdo iraní.