En pocos días, Donald Trump será Presidente de los Estados Unidos. El panorama es muy complejo y la geopolítica de los últimos años ha cambiado las perspectivas. China, favorecida por la globalización, ha hecho un notable recorrido industrial y económico interno con una importante política de exportación. Al mismo tiempo, ha construido una presencia ligada al control de infraestructuras estratégicas y minas en África y en América Latina, mirando también al Ártico. Además, China, con la invasión de Rusia a Ucrania, ha decidido apoyar a Rusia para controlarla económicamente siendo el principal cliente de petróleo y gas a bajo coste. La guerra en Ucrania es siempre más complicada para Rusia pero a la larga el riesgo mayor lo tiene Ucrania y la misma Europa. La situación en Oriente Medio ve un Irán más débil a causa de las acciones Israelíes a daño de sus \'proxis\' y de la caída de Siria y ve al contrario en el area un Israel fortalecido. No obstante la situación sigue complicada por los intereses no coincidentes entre el mismo Irán, Turquía y Arabia Saudí. Europa tiene una nueva Comisión Europea pero muy debilitada por las crisis políticas en Alemania, en Francia y en España, mientras que tiene que afrontar nuevos desafíos y diseñar nuevas estrategias ligadas a la política energética, a la industrial, a la comercial, a la de defensa y a la internacional. En este panorama, la presidencia Trump es un elemento que puede modificar las tendencias, de una parte resolver conflictos y de la otra impactar los distintos intereses geopolíticos en particular los intereses chinos. El futuro del mundo es tecnológico y ligado a la gestión y control de la comunicación y de los datos, a la Inteligencia Artificial, a la computación cuántica y el control del espacio, y al control de los recursos naturales y de las infraestructuras. Si es así, y lo es, no deben sorprender las primeras, aunque paradójicas, declaraciones de Donald Trump hablando de Panamá y el control del estrecho -actualmente en maños de los chinos-, de Groenlandia -país muy rico de recursos naturales y punto de contacto más cercano con Oriente-, la estrecha relación con Musk prácticamente monopolista de la actividad espacial y la petición a Europa de aumentar la inversión en defensa como miembro de la OTAN. Parece claro que el objetivo de Estados Unidos es trabajar para resolver las actuales tensiones y competir para reducir la ambición de liderazgo y la potencial capacidad de conseguirlo de su principal antagonista, que es China, empezando con alejarla de sus actuales aliados. En todo esto el más importante aliado de Estados Unidos, que es Europa, tendrá que hacer un salto de calidad en sus estrategias para participar a la evolución que el mundo esta por tener. Europa no puede seguir hablando, juzgando, regulando, debe actuar y más pronto posible. Europa no puede renunciar a su autonomía energética, a sus industrias, a su defensa, a desarrollar innovación y tecnología por que al contrario se arriesga a la irrelevancia y la pérdida del bienestar conquistado en los años y ya claramente en declive.