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Las matanzas de civiles congelan el acercamiento de Siria a Occidente

En medio de las protestas de parte de la comunidad internacional por las matanzas de civiles en el oeste de Siria , el nuevo régimen presidido por el exyihadista suní Ahmed al Sharaa anunció ayer el cese de las operaciones de sus fuerzas en esa región, donde siguen en activo algunos reductos de milicianos próximos al derrocado Bashar al Assad . El balance de los choques entre suníes -ahora en el poder- y chiíes fue de varios centenares de muertos, pero en solo dos días las fuerzas de Al Sharaa ejecutaron además a sangre fría a unos mil civiles de la minoría alauí (chií) a la que pertenecen los Al Assad. La declaración de ayer de Al Sharaa trata de desviar la atención de la promesa que hiciera el domingo de que una «comisión independiente» investigará la matanza de civiles.El episodio, dramático colofón de venganza y de rapiña al término de más de 13 años de guerra civil, aleja las posibilidades de que el nuevo régimen de Al Sharaa gane respetabilidad en el mundo, pese a los esfuerzos del nuevo líder por presentarse como un islamista moderado e incluso abogar por un sistema democrático «de aquí a cuatro años». Las protestas por la masacre han sido clamorosas por parte de EE.UU., y tibias en el continente europeo, que quiere creer en la posibilidad de reestablecer lazos con Siria (y devolver refugiados).Noticia Relacionada Matanza de 1.000 civiles estandar Si Claves de la crisis siria: de las torturas de Al Assad a las masacres con Al Sharaa Francisco de Andrés La matanza de alrededor de mil civiles chiíes es un paso más hacia la división sectaria del país y su realidad de Estado fallidoMientras siguen llegando testimonios de las matanzas de civiles perpetradas en el oeste de Siria el pasado fin de semana, el nuevo régimen establecido en Damasco hace una primera «valoración de daños». En el frente interno, la matanza de alrededor de mil civiles chiíes -en algunos casos familias enteras- es un paso más hacia la división sectaria del país, y su realidad de Estado fallido . En el frente diplomático, la masacre echa por tierra los intentos de estos meses por parte del presidente interino, Ahmed al Sharaa, de presentar al mundo su proyecto para \'la nueva Siria\'. Desde la inesperada huida a Moscú de la familia de los Al Assad y la entrada triunfal en Damasco de los rebeldes islamistas suníes de Al Sharaa, el peligro de una venganza contra la minoría chií -a la que pertenecía la anterior familia de dictadores- era un secreto a voces. Los chiíes (alauíes) constituyen el 10% de la población siria. Existe también una importante minoría cristiana, una minoría drusa y una minoría kurda, que aunque profesa el islam pertenece a una etnia que sobre todo busca la autonomía.La crueldad de la represión política contra la disidencia en la era de Al Assad se disparó al estallar la guerra civil, en 2011. Todas las instituciones internacionales cuentan con informes que relatan decenas de miles de casos de detención arbitraria, desapariciones, torturas y asesinatos en las cárceles de Bashar al Assad. En el imaginario de la mayoría suní, la tortura está vinculada a las autoridades chiíes de la época.Sin control policialLas matanzas de civiles llevadas a cabo el pasado viernes y sábado en al menos treinta localidades del oeste de Siria usaron como pretexto los choques armados de las fuerzas de seguridad de Al Sharaa contra rebeldes alauíes vinculados al anterior régimen. Según los testimonios de supervivientes, gran parte de los milicianos que las llevaron a cabo eran extranjeros. Además de la venganza contra la minoría chií buscaban botín . Una de las primeras medidas adoptadas por Al Sharaa al tomar el poder en Damasco fue expulsar a todos los policías, para crear sus propias fuerzas de seguridad tanto policiales como militares. El resultado es que, a día de hoy, el control de las calles está al arbitrio de las bandas armadas que en su día se unieron a Al Sharaa.Las matanzas de la semana pasada se vinculan con esa situación de descontrol -de hecho, la paz regresó a muchos lugares con la llegada de soldados regulares de Al Sharaa- y con el problema que plantean los miles de yihadistas extranjeros, muchos de ellos mercenarios unidos a la guerra en Siria después de haber combatido en otros países de la región. Son uzbekos, chechenos, turcos, jordanos, uygures chinos. Al Sharaa quiere integrarlos en el nuevo Ejército sirio -ya nombró a seis extranjeros entre los 50 máximos cargos de las nuevas fuerzas de seguridad- pero la tarea de controlarles no será fácil. Muchos están imbuidos por el afán de yijad (guerra santa) y se preocupan por las promesas \'democráticas\' de su jefe en sus declaraciones a la prensa internacional.

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