El grupo de países simpatizantes con las posiciones de la Rusia de Vladímir Putin en el seno de la Unión Europea no va a disminuir sino todo lo contrario. Al húngaro Víktor Orbán y el eslovaco Robert Fico se les unirá muy probablemente el checo Andrej Babis el año que viene. Babis es un millonario pragmático y audaz que ya fue primer ministro y que fracasó en su intento de llegar a ser presidente de la República. También piensa que Ucrania debería rendirse para poner fin a la guerra.La correlación de fuerzas en el seno del Consejo Europeo no va a cambiar, porque el grueso de la UE mantiene claramente una posición muy proucraniana, pero la necesidad de tomar cualquier acuerdo por unanimidad hace que el horizonte en la política exterior europea para gestionar la guerra más peligrosa que se desarrolla en su vecindario inmediato va a estar plagado de obstáculos. La posición de estos tres países (el cuarto miembro del grupo de Visegrado es Polonia y está entre los más fervientes partidarios de parar los pies a Putin) podría sin embargo reforzar a fuerzas políticas populistas de izquierda o derecha en los países del sur siempre que se trate de boicotear a la corriente política mayoritaria.Noticia Relacionada estandar Si Lituania mantendrá su línea dura respecto a Rusia tras el cambio de gobierno Rosalía Sánchez Los socialdemócratas, dispuestos a una coalición, anuncian modificaciones en la política económica y socialNo será fácil que compongan una mayoría relevante como se verá en las tribulaciones que tendrán que padecer a la hora de formalizar el reflejo de esas posiciones prorrusas en el Parlamento Europeo , lo que no es óbice para que intenten poner zancadillas. Sin embargo, los responsables europeos están más preocupados por la posibilidad de que esa minoría disruptiva encuentre un aliado que no sería inesperado para nadie.La semana pasada se produjo ya una primera reunión entre los embajadores de los Veintisiete y un grupo de altos cargos del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) para analizar las consecuencias de una eventual vuelta al poder de Donald Trump. Para la UE, para la OTAN, para las relaciones con China y, sobre todo, para el futuro de la guerra de Ucrania.