En un discurso solemne dirigido a la Nación, con motivo del Fin de Año, Emmanuel Macron reconoce su parte de culpa, capital, en la «inestabilidad e incertidumbre» que amenazan el futuro de Francia, pero se desea optimista ante la crisis más grave del Régimen: «Imposible no es francés».En un brevísimo y elíptico «mea culpa», Macron admitió que la disolución de la Asamblea Nacional (AN), primera cámara del Parlamento francés, el mes de junio pasado, «ha aportado más inestabilidad sin traer ninguna serenidad», en una Francia, sin presupuestos del Estado, sin mayoría parlamentaria, con un rosario de leyes por aprobar y una incertidumbre nacional e internacional muy profunda.«Mi decisión de disolver la Asamblea Nacional tenía por objetivo dar la palabra a los franceses, pero no fui comprendido», declaró Macron, agregando: «Esa incomprensión trajo más divisiones, mas incomprensión, más inestabilidad».Noticia Relacionada estandar Si La catástrofe de las Mayotte muestra la tragedia de la Francia de ultramar Juan Pedro Quiñonero Estas islas carecen de recursos que permitan aspirar a la independenciaHecha la confesión, «a media voz», sin sacar sus consecuencias más dramáticas, el presidente de la República se lanzó en un rosario de afirmaciones voluntaristas, que comenzaron de este modo:«2024 demostró que imposible no es Francés. Los Juegos Olímpicos fueron un momento inolvidable en la historia de Francia. La reapertura de Notre Dame nos recordó el puesto de Francia en la historia de nuestra civilización».Tras esa «lección», sin «mea culpa» claro y concluyente, Macron avanzó vagas ideas para el futuro de Francia y el futuro de EuropaEn la escena nacional, Macron anunció posibles referendos nacionales para cuestiones esenciales, sin desvelar cuales serán esos problemas de envergadura nacional, limitándose a esta declaración voluntarista: «El año que comienza debe ser un año de unidad y solidaridad». Programa ultra teórico, a la luz de la composición «cainita» de la Asamblea NacionalEn la escena internacional, europea, esencialmente, Macron repitió su visión tradicional, «realista», en teoría, pero muy «idealista», en el fondo.«Europa no puede delegar a otras potencias su propia seguridad»… llamamiento a una lejana e hipotética Europa de la defensa, «independiente» de los EE.UU.«Ni en Europa ni en Francia habrá seguridad sin prosperidad…» evidencia capital, que oculta la más prosaica realidad: Francia y Alemania, antiguos «motores» de la construcción política de Europa, viven una de las crisis más graves de su historia desde el fin de la Segunda guerra mundial.A juicio de Macron «necesitamos un despertar europeo»… evidencia teórica, que calla esta triste realidad: el desastroso estado de las finanzas del Estado francés es una amenaza potencial grave para la estabilidad de la zona euro.Voluntarioso, el presidente francés afirmó que «unidos hemos resistido a las peores crisis…». Declaración que tiene mucho de espejismo. La división política francesa, hoy, no tiene precedentes en la historia de la V República, el régimen fundado por el general de Gaulle entre 1958 y 1962. Los cimientos de ese régimen están hoy amenazados. Macron no ha despejado el horizonte, avanzando una sola e incierta eventualidad: convocatoria de referendos «en cuestiones esenciales». Queda por saber cuales son esas cuestiones. Y qué pudieran responder los Franceses, cuando las dos fuerzas mayoritarias son la extrema derecha de Marine Le Pen y la extrema izquierda de Jean-Luc Mélechon.