Evo Morales ha regresado a las tácticas que empleó para llegar al poder hace veinte años: movilización contra el Gobierno por parte de los sindicatos cocaleros y otras organizaciones afines de Cochabamba, marcha hasta La Paz y barricadas en las principales vías de comunicación del país. Así, al margen de lo que dijeron las urnas en 2002, en las que perdió, Morales socavó la estabilidad de los gobiernos de Gonzalo Sánchez de Lozada y de Carlos Mesa ; descabezado el oficialismo mediante esos disturbios, ganó las elecciones de 2005. Ese escaso respeto a los procesos y tiempos democráticos lo siguió manifestando luego, desoyendo la misma Constitución que él creó, así como un referéndum que explícitamente rechazaba una nueva reelección, para permanecer en el poder hasta 2019. Lejos de considerar suficiente sus trece años de presidente, Morales parece creerse imprescindible y ha vuelto a las tácticas que en el pasado le dieron resultado, esta vez no ya contra presidentes tildados de «neoliberales», sino contra Luis Arce , un mandatario de su propio partido, el Movimiento al Socialismo (MAS). Al fin y al cabo, también las movilizaciones callejeras echaron al mismo Morales del poder (con empujón del Ejército), tras la percepción de fraude electoral, denunciado desde la Organización de los Estados Americanos.En la actitud de Morales hay mucho de ambición personalista y también hay algo –probablemente no poco– de huida hacia adelante: las denuncias de trata de blancas comienzan a amontonarse en los juzgados, y si bien están utilizadas políticamente por sus enemigos, dibujan un perfil de pederasta por el que Morales podría tener que pagar prisión. La denuncia tramitada en Argentina, de haber mantenido relaciones sexuales con chicas menores de edad cuando estuvo allí acogido por el kirchnerismo tras ser desalojado del poder (lo mismo se le atribuye durante su siguiente estancia en México, hasta su regreso a Bolivia) queda fuera del juego político interno –fuera del alcance de jueces amigos o enemigos– y por eso tiene relevancia.Noticia Relacionada estandar Si Continúan tres cuarteles tomados por seguidores de Evo Morales, con «más de 200 rehenes», según denuncia el Gobierno de Bolivia Ronald Catari | CORRESPONSAL EN LA PAZ El expresidente boliviano lo niega y dice que sólo instalaron una «vigilia»El equipo de Morales ha hecho uso de armas (su automóvil participó en un intercambio de disparos tras evadir un control policial) y además ha alentado la toma de tres acuartelamientos militares , con rehenes civiles y militares, evidenciando nuevamente un gran desprecio por la institucionalidad y los modos democráticos. El Gobierno advierte que puede imputarle por traición a la patria. A cada clavija que le aprietan las autoridades legítimas del MAS, Morales responde con un nuevo exceso: ha amenazado con un levantamiento popular y con un amotinamiento militar, cosas que está por ver que pueda ejecutar; por de pronto, se ha declarado en huelga de hambre.Llama la atención el silencio de los dirigentes de los partidos latinoamericanos hermanos del MAS. Ni desde el Grupo de Puebla ni desde el Foro de Sao Paulo, organizaciones en gran medida superpuestas, se ha criticado a Morales por el presunto abuso de menores o por su recurso a la fuerza contra el Gobierno de Arce , al que sus correligionarios regionales parecen dejar solo, retratándose en el poco apego democrático e institucional. Eso da aún más ánimo a Morales en una política de tierra quemada que perjudica seriamente al país (el Gobierno valoró en 1.700 millones de dólares el coste hasta finales de octubre de los bloqueos de carreteras).Además de un silencio cómplice, el que mantiene la izquierda latinoamericana es también un silencio táctico. A Arce no se le ve con fuerza suficiente para apartar del todo a Morales; está en una posición más débil de la que cabría esperar teniendo de su lado aparentemente algo más de la mitad de las organizaciones del MAS. El extraño intento de golpe de estado militar de junio debía de haber reforzado a Arce, pero al final la dudas sobre la posibilidad de un montaje volvieron a debilitarle.El previsto referéndum para prohibir un tercer mandato presidencial, de celebrarse y ganarse, sería de gran ayuda para el bando de Arce, pero su realización ha tenido que posponerse. Por medio de esa vía, o de las causas judiciales en marcha, el oficialismo espera sacar a Morales de las primarias que debe celebrar el MAS para designar el candidato a las presidenciales de agosto de 2025. Lo previsible, en cualquier caso, es que el MAS se rompa.