Los libros de memorias de los exjefes de gobierno europeos suelen acabar en polvorientas bibliotecas de fundaciones, dejando atrás algún que otro titular en las secciones de política nacional y desde luego sin haberse convertido en superventas. Está claro que Merkel juega en otra liga . Fue tal la demanda de acreditaciones para la presentación de su libro, convocada para el martes en el Deutsches Theater de Berlín, con aforo para 900 espectadores, que la editorial decidió comercializar el evento y cobrar entrada. Se pusieron a la venta el 10 de septiembre, a las 11 de la mañana, y a las 11:07 estaban agotadas. «No se cómo se lo voy a decir a mi hermana, que vive en Leipzig y quería venir a ver por última vez a Merkel», lloriqueaba Petra, tras esperar bajo la lluvia en vano.En las sedes de los partidos políticos alemanes causa ansiedad el secreto sobre su contenido, que ante la inminente campaña electoral adquiere potencial explosivo. El actual líder de la CDU, Friedrich Merz, fue su más fiero enemigo interno y «cualquier ajuste de cuentas resultaría ahora desastroso», confiesan en la Casa Konrad Adenauer. Y al otro lado del río, en la Casa Willy Brandt, temen un «efecto nostalgia».Casi una legislatura después de abandonar la vida pública , Merkel sigue siendo un fenómeno sociológico que trasciende lo político. Sus detractores, tanto en los demás partidos como en el suyo, ponen en duda deciones históricas, como abrir la puerta a los refugiados en 2015 o mantener una política de acercamiento a Rusia. Pero entre los alemanes de a pie subsiste incólume su recuerdo, que representa aquella Alemania serena y de amplias mayorías.«La sociedad alemana no está tan polarizada como hacen ver. En muchos temas, un amplio centro social está de acuerdo, con excepción de algunos puntos explotados por los empresarios de la polarización», describe el sociólogo Steffen Mau, que acaba de lograr un éxito con su libro \'Puntos desencadenantes\' y que ve en ese amplio centro la sed de Merkel que las memorias han puesto en evidencia. El politólogo Wolfgang Schroeder, uno de sus más acerados críticos, reconoce que la hecatombe del \'gobierno semáforo\' permite recordar un gran valor de Merkel que muchos ahora envidian: la estabilidad.Traducido a 30 idiomasSin conocerse siquiera el texto, en la Feria del Libro de Fráncfort de 2023 se negoció a ciegas la traducción a más de 30 idiomas de su autobiografía, titulada \'Libertad. Recuerdos 1954 - 2021\'. Constituye uno de los proyectos editoriales más caros y ambiciosos de los últimos tiempos en Alemania.La editorial Kiepenheuer & Witsch, con sede en Colonia, pagó a Merkel 12 millones de euros como anticipo y reconoce que la remuneración total puede llegar a 99 millones por su testamento político, que la autora resume en una frase: «No hay libertad sin democracia». Los honorarios no fueron el criterio decisivo, sin embargo, entre los cientos de propuestas que recibió Merkel, sino su sintonía con la directora de la editorial, Kerstin Gleba, quien ha publicado a Heinrich Böll, Günter Wallraff y Joschka Fischer, todos ellos clasificables en la escurridiza categoría de la izquierda.«Pocas veces ha sido tan importante como lo es hoy entender cómo funciona la política y el gran logro que supone vivir en una democracia», justifica Gleba. En su opinión, «sus recuerdos nos abren los ojos a las posibilidades, a los desafíos, pero sobre todo a las fortalezas de nuestra democracia. Ofrecen una visión profunda de los pensamientos y acciones de uno de los líderes más importantes de nuestro tiempo y son un gran activo para los lectores de todo el mundo».700 páginas y 43 eurosLa imprenta CPI Clausen & Bosse GmbH ha obligado a sus empleados a firmar cláusulas de confidencialidad para evitar filtraciones. La actriz Corinna Harfouch, que como Merkel creció en la RDA, ha grabado el audiolibro y no ha desvelado el nombre del estudio.Solo sabíamos que tiene unas 700 páginas y costará unos 43 euros hasta que el semanario \'Die Zeit\' ha publicado, como anticipo, los primeros párrafos. Merkel relata la crucial cumbre de la OTAN de Bucarest, en 2008, cuando «para Putin, la perspectiva de membresía de la OTAN para Ucrania y Georgia fue percibida como una declaración de guerra».Merkel rememora su primera reunión con Trump en la Casa Blanca. «Veía todo desde la perspectiva del empresario inmobiliario que quiere hacerse con una propiedad. Para él, todos los países competían entre sí, y el éxito de uno era el fracaso del otro. No creía que la prosperidad de todos pudiera aumentarse mediante la cooperación».En su audiencia privada con el Papa Francisco, meses después, abordó sus preocupaciones sobre Trump. «Me respondió simplemente: \'Doblar, doblar, doblar, pero asegúrese de que no se rompa\'. Y me gustó esa imagen», relata.Retrata a Putin como «siempre en guardia para no ser maltratado y siempre dispuesto a imponerse... era infantil, reprensible, podías negar con la cabeza. Pero eso no significaba que Rusia desapareciera del mapa», reflexiona.Tambíén reseña su primera victoria electoral, cuando el socialdemócrata Gerhard Schröder se negó a admitir su derrota, un hecho sin precedentes en la República Federal. «Dudaba mucho de que Schröder se hubiera comportado de igual con un hombre», reconoce. Y a sus 70 años hace una última confesión: en los últimos meses ha deseado «desde el fondo del corazón que ganase en Estados Unidos Kamala Harris».Merkel ha redactado su libro a cuatro manos, sin negros pero con la imprescindible colaboración de Beate Baumann, su jefa de oficina, confidente y cómplice. Durante dos años, de lunes a viernes, han trabajado las dos desde las ocho de la mañana en el despacho que a Merkel le corresponde como excanciller en los anexos del Bundestag, el mismo que correspondió antes a Helmut Kohl. Desde su ventana puede verse una pintada anónima que la despidió del cargo y juega con el femenino en alemán del sustantivo «canciller»: «¿Podrá algún día algún hombre llegar a Bundeskanzlerin?».