Portugal despenalizó la eutanasia
El Parlamento de Portugal aprobó la despenalización de la eutanasia y se convirtió en el séptimo país en el mundo en habilitar la muerte asistida, aunque aún resta la promulgación por parte del presidente Marcelo Rebelo de Sousa, quien fue reelecto el fin de semana pasado.
La norma establece que la persona que solicite la eutanasia debe ser mayor de edad, sin problemas mentales y en situación de sufrimiento "duradero e insoportable".
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La norma aprobada por 136 votos a favor, 78 en contra y 4 abstenciones, fue debatida en diferentes Comisiones del Parlamento desde hace un año tras las cinco propuestas, todas muy similares, presentadas por el Partido Socialista, el Bloque de Izquierda (BE), el partido animalista PAN, el grupo ecologista PEV, e Iniciativa Liberal.
"Es una ley totalmente plural, que respeta a quien escoge el día de su muerte con la ayuda de terceras personas", sostuvo Isabel Moreira, diputada de gobernante Partido Socialista (PS). La ley indica que, además de tratarse de una persona mayor de edad, conciente y en situación crítica, quien solicite la eutanasia deberá estar atravesando una enfermedad o lesión incurable.
Esa solicitud será evaluada, de todas formas, por un comité de expertos y sólo podrá practicarse en el Sistema Nacional de Salud (SNS). Con esta norma, Portugal se convirtió en el séptimo país del mundo luego de España, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Canadá y Colombia.
Debate paralamentario
La iniciativa provocó una gran polémica en la sociedad portuguesa, que se vio reflejada hoy en la sesión parlamentaria, cuando tanto socialistas como el Partido Social Demócrata (PSD), de centroderecha y principal fuerza de la oposición, dieron libertad de voto a sus diputados. En el caso del PS, todos los legisladores votaron a favor salvo 11 (9 en contra y dos abstenciones), mientras que en las filas del PSD, 56 rechazaron la medida, 2 se abstuvieron y 14 la apoyaron. Por su parte, el Partido Comunista (PCP) apoyó la propuesta porque supone la comprensión de una situación límite.
Para el portavoz de los Verdes, Luís Pereira, es "una buena ley", porque al fin "la muerte médicamente asistida no es punible", aunque lamentó que sólo sea posible en el sistema público de salud.
Según el líder de Partido Animalista, André Silva, esta ley recoge el "sentimiento general de los portugueses de dar libertad a quienes pueden elegir lúcidamente en el final de su vida". "Es una ley justa, rigurosa y confiable en la que un acto de bondad deja de ser un acto punible que condena a prisión", argumentó Silva.
Desde la derecha, por el contrario, Telmo Correia, diputado de CDS-PP, aseguró, parafraseando al papa Francisco, que supone "una derrota para todos", ya que "la respuesta no es abandonar a los que sufren". "Esta ley es un error porque permite matar vidas que podían ser salvadas. Es una indignidad y va en contra de la Constitución de la República Portuguesa", concluyó Correia.
Durante este largo proceso se han sucedido movilizaciones de partidarios y detractores de la despenalización de la muerte asistida. Hoy, con el país confinado por la pandemia de Covid-19, con cifras diarias de más de 200 muertes, no hubo movilizaciones. Ahora, la última palabra la tendrá el presidente Marcelo Rebelo de Sousa, que debe ratificarla para su entrada en vigor.