Desde las reflexiones decimonónicas del general prusiano Carl von Clausewitz, Occidente sabe muy bien que la guerra es una extensión de la política . Aunque en el siglo XXI, también resulta evidente que esa subordinación de la política a lo bélico tiende a multiplicarse cuando se libran conflictos con una mala estrategia militar, anteponiendo consideraciones interesadas a la prioridad de terminar lo antes posible. Oriente Próximo es un buen ejemplo de esta influencia bidireccional entre lo bélico y la política. La región es el escenario de tres guerras en una sola. Primero, en los próximos días se espera la respuesta de Israel a la salva de 181 misiles balísticos lanzada por Irán el pasado 1 de octubre. Segundo, los combates en la franja de Gaza se multiplican, con gran preocupación sobre la tragedia humanitaria en la zona norte sometida a un bloqueo de alimentos. Sin que haya cambiado nada la muerte de Yahya Sinwar , el cerebro de la ofensiva terrorista de Hamás. Y tercero, la ofensiva fuera de control contra Hizbolá en el Líbano.Los tres frentes bélicos simultáneos coinciden con un cuarto y decisivo factor : las elecciones presidenciales de Estados Unidos convocadas para dentro de dos semanas. La Administración Biden intenta, una vez más, la cuadratura del círculo. Sigue respaldando militar y diplomáticamente a Israel pero intenta lograr un alto el fuego antes de los comicios para que la tragedia en curso, imposible de ignorar, no le pase factura a Kamala Harris.Noticia Relacionada estandar Si Blinken presiona a Netanyahu para un alto el fuego en Gaza y el Líbano Pablo M. Díez El responsable de la diplomacia estadounidense viaja a Israel para instar al primer ministro a aprovechar la eliminación del líder de Hamás e insistirle en el aumento de ayuda humanitaria a la FranjaEl Gobierno de Netanyahu, por su parte, tiene bastantes incentivos para aguantar hasta una posible victoria de los republicanos, que le supondría un cheque todavía más en blanco para «terminar el trabajo». Desde el punto de vista de Israel, tras descabezar a los principales solistas del siniestro coro de palmeros de Teherán, se trata de aprovechar una ventana de oportunidad única para acabar de una vez por todas con el programa nuclear de Irán. Y para Donald Trump será muy, muy fácil argumentar que, sin él en la Casa Blanca, el mundo se está yendo al infierno.