¿Quién pondrá ahora el cascabel al gato?

Israe l y Hamás han logrado quizá lo más fácil: un acuerdo pragmático de tregua con retirada militar, quizá no completa, a cambio de rehenes . Queda el rabo por desollar –¿quién va a gobernar ahora en la Franja de Gaza ?– porque la dimensión política no estaba sobre la mesa de negociaciones. La tarea de ponerse al frente de un territorio devastado tras quince meses de guerra, en el que se hacinan sobre escombros casi dos millones de civiles palestinos, trae a la memoria el verso de Lope de Vega: «¿Quién pondrá ahora el cascabel al gato?». Legalmente, la autoridad legítima en Gaza sigue siendo el movimiento radical antiisraelí de Hamás , vencedor de las últimas elecciones en ese territorio palestino autónomo. La práctica destrucción de los radicales que dieron comienzo al conflicto, y la lógica de la tregua tras la guerra, apunta como sucesor a la Autoridad Nacional de Palestina (ANP) , que manda en Cisjordania y se ha atribuido esa responsabilidad una vez que se retiren los militares israelíes.Frente a esa alternativa tan simple se alza la realidad de que el prestigio de la ANP ha seguido hundiéndose en Gaza a medida que se desarrollaba el conflicto. El presidente de la Autoridad, Mahmud Abbas , va a cumplir además los 90 años y no tiene un sucesor claro. Ninguno de los políticos que cuenten con el respaldo de Ramala sería bienvenido en la Franja. El islam radical –lamentablemente– ha crecido en el corazón de los supervivientes de Gaza a medida que avanzaba la guerra sin esperanza de fin; no hay que olvidar que la mitad de sus dos millones de habitantes, la mayoría ahora refugiados, tiene menos de 18 años.No caben muchas dudas respecto a la responsabilidad política que ahora recae sobre las espaldas de Donald Trump . Todas las partes quisieron ayer que fuera él quien anunciara al mundo la buena nueva del acuerdo de tregua en Gaza . Hamás tendrá que retirarse durante mucho tiempo para lamerse las heridas. Netanyahu puede tener los días contados en Israel. Y Abbas, el sucesor de Arafat , es desgraciadamente agua pasada por imperativo biológico.