En sus últimas horas de gobierno, Olaf Scholz no ha tenido fuerza siquiera para hacer prevalecer la hoja de ruta hacia las elecciones anticipadas que él mismo había programado. Su grupo parlamentario cerró el martes un acuerdo con la oposición conservadora de la Unión Cristianodemócrata (CDU) que le obliga a someterse a una moción de confianza el 16 de diciembre y convocar elecciones al Bundestag el 23 de febrero, bastante más rápido de lo que Scholz quería. Y se hubiera adelantado aún más, incluso, de no interponerse un problema logístico: la agencia electoral no estaba segura de poder comprar a tiempo papel suficiente para imprimir las papeletas, la última disparatada anécdota de un gobierno disfuncional que el verde Omnid Nouipour , en un momento de espontánea lucidez, bautizó el pasado verano como «de transición» entre la era Merkel y lo que venga después.Scholz llegó a la cancillería, efectivamente, en las elecciones en las que los alemanes, por primera vez en 16 años, votaban sin Merkel. Ganó por haber sido el número dos del gobierno de Merkel, en la última gran coalición, y lo más parecido que quedaba a la eterna canciller, a la que siguió llamando por teléfono para consultas durante más de un año. El voto quedó tan fragmentado que Scholz se vio obligado a formar un tripartido imposible de partes contrapuestas, que sólo logró ponerse de acuerdo en que cada partido llevaría a cabo su propio programa electoral en los ministerios que le habían tocado en suerte, sin inmiscuirse en los de los demás, y que se presentó a los alemanes como una especie de demiurgo dispuesto a propiciar un milagro económico verde que nunca pasó a solidificar, desde su estado gaseoso.Balance devastadorVisto en perspectiva, el balance de la \'coalición semáforo\' es devastador . La tensión presupuestaria entre los partidos del gobierno, pendientes de no dejarse fagocitar unos por otros, exigía una creatividad contable que llevó a Tribunal Constitucional a suspender los presupuestos generales de 2022 y 2023. Durante la mayor parte del tiempo sin presupuesto, el gobierno ha estado paralizado: a fecha de principios de noviembre, de los 271 proyectos del acuerdo de coalición, 65 se han ejecutado, 30 sólo parcialmente, 92 al menos iniciado y 84 pospuestos indefinidamente. Y esa parálisis se ha trasladado a la economía: según las previsiones del Fondo Monetario Internacional, el producto interior bruto per cápita será de 42.622 euros este año , como en lo peor de la pandemia. La producción industrial ha descendido un 8,8% y las contribuciones a la seguridad social han aumentado del 40% al 44%. Si bien hay factores ajenos a su propia capacidad destructiva, como la invasión rusa de Ucrania y los altos tipos de interés, la \'coalición semáforo\' ha impedido activamente a empresas y particulares superar la cuesta inflacionaria, con leyes como la de Debida Diligencia de la Cadena de Suministro o reformas que han elevado los costes laborales unitarios un 14,8% y han espantado la inversión. Y todo ello en medio de un ciego negacionismo: todavía en 2023, Scholz seguía afirmando que «gracias a las elevadas inversiones en protección del clima, Alemania podrá alcanzar durante algún tiempo tasas de crecimiento como las que se vieron por última vez en los años cincuenta y sesenta».\'Ley de calefacción\'Uno de los puntos culminantes del pensamiento semafórico ha sido la \'ley de calefacción\', con la que el ministro verde Robert Habeck obligó a casi cada edificio a sustituir su infraestructura térmica. Los grandes almacenes Galeria, en la Alexanderplatz de Berlín, por poner un ejemplo, han debido cerrar durante más de un año para la obra que exige esta ley. La construcción ha entrado en barrena y los propietarios particulares han ido a la insumisión, amparados en que no hay ni obreros ni bombas de calor disponibles para atender a todos al mismo tiempo. Incluso cerraron los dos últimos reactores nucleares y, pese a todo, la proporción de energías renovables en el consumo de electricidad aumentó solo del 44% al 57% y el número de coches eléctricos es de 1,5 millones de un total de 49 millones de turismos, sin duda un balance deficiente.Cuando Scholz realice hoy su última declaración de gobierno ante el pleno del Bundestag, quizá señale como logros la legalización del cannabis de uso recreativo o el cambio de género con sólo una firma. Sin duda podrá argumentar su \'punto de inflexión\' en materia de Defensa, un giro hacia el rearme, y una adaptación de la normativa migratoria, con aumento de deportaciones y controles fronterizos, dos pasos para los que se ha apoyado en el acuerdo con la CDU.Ajuste fiscalTodavía confía, después de presentarse a la moción de confianza y antes de las elecciones, en lograr ese mismo apoyo para algún ajuste fiscal y una reforma que apuntale la capacidad adquisitiva de las pensiones y su paupérrimo legado. Es en ese marco, SPD-CDU, en el que Scholz consigue respirar políticamente y al que se ha aferrado durante esta errática legislatura. «Ustedes vieron en televisión al mismo tiempo que yo cómo el canciller rompió la coalición y, para mi gran sorpresa, me encargó a mí, junto con el jefe de su grupo parlamentario, fijar la fecha de las elecciones anticipadas», anunciaba ayer el líder de la CDU, Friedrich Merz , el acuerdo de la hoja de ruta. «Yo, ya puestos, sugerí consultar también con Los Verdes y el FDP, para que fuera una cosa más de todos», siguió, no sin cierta guasa, el relato de estos últimos estertores de la \'coalición semáforo\'.Pero la herencia más envenenada de este gobierno no es económica, ni climática, ni siquiera la parálisis, sino una ponzoñosa herencia política. El voto antisistema alcanzará según todas las encuestas el 25% en las inminentes elecciones, sumados los resultados de la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD) y la extrema izquierda de Alianza Sahra Wagencknecht (BSW), dos partidos antieuropeos y prorrusos. Un Estado desbordadoSegún una encuesta de 2024 de la Asociación Alemana de Funcionarios, casi el 70% de los ciudadanos cree que el Estado está desbordado con sus tareas. Las dimensiones del agujero han llevado al presidente, Frank-Walter Steinmeier , a poner en marcha una \'Iniciativa por un Estado capaz de actuar\', que presentó el martes en el Palacio de Bellevue. Formada por expertos en Derecho Constitucional, exministros y técnicos en varias áreas, se compromete a desarrollar propuestas políticas a largo plazo no partidistas y a no comentar nunca asuntos de política actual, propuestas legislativas o constelaciones gubernamentales específicas, en un informe que será presentado a lo largo de 2025.«Tenemos que encontrar la forma de que Alemania sea un Estado eficaz», dijo Steinmeier. «Estoy convencido de que si hoy en día en nuestro país se vuelve a cuestionar la democracia liberal, tiene que ver con el hecho de que la gente está insatisfecha con el Estado y su desempeño», aludió a la galopante crisis de credibilidad institucional. «La confianza de muchos ciudadanos en la capacidad de resolver problemas, en la capacidad de tomar decisiones y por tanto en la utilidad de la democracia liberal, sus instituciones y representantes, se ha visto claramente afectada», señaló el socialdemócrata.