Donald Trump ha elegido a Richard Grenell, un aliado acérrimo y controvertido, para un cargo diplomático de nueva creación: «Enviado presidencial para misiones especiales». «Ric se dedicará a algunos de los puntos más calientes del mundo, incluidos Venezuela y Corea del Norte», dijo el presidente electo en el anuncio.Grenell es un viejo conocido de Trump : fue su embajador en Alemania en su primer mandato, y durante unos meses, su director nacional de inteligencia interino. Y, tras abandonar la Casa Blanca, ha sido una presencia constante en su círculo y en su campaña, y un asesor informal en asuntos internacionales.Su nombramiento deja clara la intención de Trump de llevar a cabo una diplomacia no convencional, como ya hizo en su primer mandato. Y es un contraste respecto a las principales elecciones del presidente electo para política exterior. Tanto el senador Marco Rubio , su elección para secretario de Estado, como el diputado Mike Waltz, nominado para asesor de seguridad nacional, son figuras que no se alejan demasiado de la ortodoxia republicana en diplomacia.Noticia Relacionada estandar Si Donaciones millonarias y visitas a Mar-a-Lago: las grandes tecnológicas besan el anillo de Trump Javier Ansorena La rapidez con la que se han apuntado a los fastos trumpistas tanto Meta como Amazon y OpenAI dejan clara su voluntad de estar a buenas con el próximo presidenteLa ambición de Grenell, que tuvo un paso por Alemania controvertido por su acercamiento a la extrema derecha populista del país, era quedarse con el puesto de Rubio. Movió todos los hilos que pudo para conseguirlo, pero finalmente se va a quedar con el premio de consolación de ser este «enviado para misiones especiales».Ya tuvo alguna incursión similar en la primera presidencia de Trump, cuando el multimillonario neoyorquino le nombró enviado especial para las negociaciones entre Serbia y Kosovo , con el objetivo de que la primera reconociera como Estado a la segunda. No lo logró, pero su paso por la región le sirvió para impulsar negocios en la región. Entre otros, el desarrollo de un hotel de lujo en el edificio que fue la sede del Ministerio de Defensa de la extinta Yugoslavia, en Belgrado.De hecho, los abundantes negocios y contratos de Grenell en el extranjero han podido ser una de las razones por las que se ha quedado sin el puesto de secretaria de Estado, donde hubiera tenido que pasar por un proceso de confirmación duro en el Senado y por una revisión de sus conflictos de interés.Una de las razones por las que Grenell solo tuvo el puesto de director nacional de Inteligencia de forma interina era su trabajo como consultor de comunicación para clientes extranjeros de todo pelaje, como Hungría, República Democrática del Congo, Kenia o Irán. Antes de trabajar para Trump, Grenell fue director de comunicación de la delegación de EE.UU. ante la ONU.No es casualidad que Trump mencionara en su comunicado a Venezuela como uno de esos «puntos calientes» a los que enviará a Grenell como bombero. En la recta final de su primera presidencia, Grenell se embarcó en una visita secreta a México, con la aquiescencia de Trump, para tratar de negociar una salida del poder de Nicolás Maduro, el dictador venezolano. En la capital mexicana, Grenell se reunió con Jorge Rodríguez, entonces vicepresidente del régimen chavista.Es evidente que aquella aventura diplomática no tuvo éxito, pero sirve como anticipo del papel que Grenell, una figura leal y de la máxima confianza de Trump, podría tener en la nueva Administración. Aquella visita a México se hizo a espaldas del entonces secretario de Estado, Mike Pompeo, o del enviado especial de EE.UU. para Venezuela e Irán, Elliott Abrams.Rubio, el próximo jefe de la diplomacia estadounidense, hijo de inmigrantes cubanos, ha sido el senador más combativo con los regímenes autoritarios en el continente americano y apunta a recuperar la política de \'tolerancia cero\' con Venezuela que Trump impuso en su primer mandato. Pero tendrá que entenderse con Grenell.