La continuidad desde el 10 de enero de Nicolás Maduro en el Palacio de Miraflores, a pesar de haber perdido ampliamente las elecciones del 28 de julio, pareciera hacer retroceder a Venezuela a la casilla de salida de hace seis años. Pero no es así.Consideradas también fraudulentas las elecciones de 2018 (el 28-J el fraude fue mayor e incuestionable por abrumador), hubo varios intentos de terminar con la «usurpación» de poder materializada a partir de enero de 2019. Fracasada tanto la presión del nombramiento de un presidente interino (Juan Guaidó ) como una reacción militar que no cuajó al no sumarse el ministro de Defensa ( Vladimir Padrino López ), la comunidad internacional y la oposición se centraron en la preparación de las siguientes elecciones. Y el 28-J de 2024 fue un éxito, tanto que agotó la carta de consensuar una salida electoral si esta no conlleva la marcha de Maduro del poder como compromiso previo.Regresar a lo mismo no tiene sentido. El chavismo intentará ahora engatusar a gobiernos extranjeros y a algunos dirigentes opositores para volver centrarse en la preparación de las siguientes elecciones presidenciales. Pero es absurdo que una parte de la comunidad internacional pueda abogar, como ha hecho el ministro español de Exteriores, José Manuel Albares , por un nuevo diálogo entre el régimen chavista y la oposición, cuando el golpe de estado perpetrado por Maduro subraya definitivamente algo presente en realidad desde la primera juramentación de Chávez hace un cuarto de siglo: la voluntad de permanencia en el poder a todo costa, incluida la violencia y el uso de las armas (más evidente a medida que las urnas han ido dando la espalda al PSUV). Quizás hubo antes dirigentes internacionales que prefirieron dejarse engañar, pero l o ocurrido tras el 28-J no deja lugar a dudas para nadie .Noticia Relacionada estandar Si Brasil condena la persecución de Maduro contra los opositores Verónica Goyzueta Lula da Silva se mantuvo en silencio el viernes sobre la investidura de líder chavista como presidente de Venezuela y le dejó las críticas a su vicepresidenteLa única negociación que cabe es procurar que una parte del chavismo, como movimiento político que en condiciones democráticas puede defender los intereses legítimos de un sector de la sociedad venezolana, acepte romper con la presente dictadura y acudir a unas elecciones abiertas, cuyo resultado se respete. Pero eso, desde el exterior, solo se consigue con una determinante presión por arriba para obligar a quienes internamente sostienen a Maduro a prescindir de él. Desde dentro, la presión es por abajo y es la labor del liderazgo de María Corina Machado .Los gobiernos extranjeros no tienen por qué tratar a Edmundo González como presidente de Venezuela si no lo desean (es difícil aplicar ese reconocimiento con todas sus consecuencias), pero no pueden ofrecer un trato de normalidad a Maduro , como no se lo darían a ninguna sanguinaria dictadura militar, que eso es en lo que se ha convertido el régimen chavista.El propio Maduro se ha encargado de poner de manifiesto la ingenuidad de quienes prefieren dejar pasar el tiempo y ver si hay más suerte en las siguientes elecciones. Su anunciado proyecto de reforma constitucional va en la misma dirección en la que avanza Nicaragua, con Cuba al final del camino. Dentro de seis años Venezuela habrá llegado del todo allí, si la comunidad internacional mira para otro lado.